Cuentos de Fray Mocho
Divorçons... en criollo
–¡Claro!... ¡Pa vos es lo más sencillo que agarremos cada uno pa nuestro lao, porque no pasás de ser una mujer inorante, que ni sabés valorar el marido que tenés, cuantimás guardarle las consideraciones y los respetos debidos!... Convencete, che... sos de lo más ordinario...
–¡Tan fino que sos vos... que no respetás ni el kerosene de la lámpara!...
–¡Tu madre... usab’alpargatas pa curarse de las muelas!... ¡La gran perra... con el destino que tienen algunos hombres!... Cada vez que pienso que yo he sido medio pueta y que si no llegué a nada fue por haberte querido... ¡me dan unos ímpetus y una rabia!... ¡P’cha qu’he sido animal!... Bien me lo sabía decir la madre de mi padrino... ¡Disparale al conventillo Manolo y vivirás en palacios!... ¡Y en lugar de dispararle m’encajé hasta las orejas!...
–¡Mejor sería que trabajaras a’nque fuera de changador... en vez de pasarte el día cargando monas al hombro, sin que te paguen un cobre!... Debías de tener vergüenza y dejarte de puesías...
–¡Callate... besti’e carga!... ¿Qu’entendés vos de la vida ni de los goces del mundo?... Vos sos feliz teniendo un pedazo e carne y dos hojas de repollo... ¿No ve, aura... no más? ¿No me atropellás, furiosa porque no he venido anoche y en lugar de preguntarme, como mujer cariñosa, si h’estao ocupao en algo, me amenazás a uña limpia, queriendo echarme del cuarto diciendo qu’estoy mamao?... ¿Cres qu’eso será cariño?... ¡Lé los diarios, che... instruite un poco y tratá de ser más fina, siquiera pa diferenciar!...
–¡Es claro!... ¿Y por qué no me aconsejás que me siente en el piano y abandone los planchaos?...
–¡No seas macaniadora, che... hacem’el favor y seguí, a’nque sea de lejos, el movimiento social pa que no te sorprendan los sucesos y te lleven por delante!... Dejá de ser planchadora ni a’nque sea por diez minutos y sé un poco mujer... ¿sabés?... Eso es lo que buscamos nosotros, como dic’el diputá’Olivera... ¿ves?... que las mujeres sean menos animales de trabajo y apriendan a no desperdiciar la felicidá... P’cha si l’hubieses escuchao como yo lo escuché anoche, hablandonós del divorcio y pidiendonós ayuda pa’cer triunfar sus principios...
–¿Ustedes?... ¡Bueno!... Solamente a un extranjero se le puede perdonar que s’equivoque tan feo...
–¿Extranjero?... ¡Si es más criollo qu’el chiripá, y usa unos lentes gruesísimos y pantalones finitos!... ¿Y qué pico que tiene, che y qué cáidas las que les hizo a las criollas, que no saben sino trabajar y llenarse de familia, olvidando que sus maridos son también hijos de Dios y que si no los atienden ha de llegar el momento en que se cansen de ellas y se salgan a la calle en busca de una puesía que no encuentran en su casa... ¿Sabés cuáles son los enemigos de los pobres y de los trabajadores?... ¡La vulgaridá aplastadora e las mujeres que no piensan sino en enllenarse el buche y enllenar el de sus hijos!... Hay que tener puesía ¿sabés?... idiales grandes y ler much’historia, pa saber lo que hacían los romanos, que fueron los dueños del mundo cuando toavía no se conocían los ingleses... ¡Esa era gente, che!... ¡Todo el día no la veías sino pasiando en las calles, tomando el sol en las plazas, pitando, haciendo versos y discursos o sin’ocupando sus horas en banquetes y comilonas que no se acababan nunca!... Se compriende que las mujeres de semejantes maridos no anduviesen como’ustedes prendiendo velas a los santos pa salir de un atolladero...
–¡Claro!... ¡Ellas harían como vos... que salís de los pantanos prendiendolé a la giñebra... si encontrás quien te la pague... aunque sea una planchadora, como lo es tu mujer!...
–No, che, vos lo crerás si querés y sino no lo crerás, pero aquí donde me ves soy una de las colunas que sostendrán el divorcio... Tenemos que reacionar y a’nque no vamos ganando ni un centavo en la parada, es preciso no’lvidarse que no todo ha de ser pan...
–¡Claro!... ¡También ha de ser galleta y esa no te v’a faltar!