Cuentos de Fray Mocho

Del mismo pelo

–¿Ves?... Esto es lo que a mí me revienta y así se lo dije a Julio el otro día: si no quieren que a este país se lo llev’el diablo, eviten las mescolanzas, che...

–¿A qué Julio?

–¿Cómo a qué Julio?... A Roca... ¡Si hemos llegado al extremo, che, de que ya no se respeta nada aquí! Ya ni hay antecedentes, ni nombre, ni posición que no sirve d’estropajo a los advenedizos y hasta la misma crónica social de los diarios se ve invadida por el canallismo mas depravado... Todo está hecho un revoltijo... De repente te ponen de concurrente a una fiesta o al tiatro ––¡en pleno mes de abril–– y te colocan entre unos apellidos qu’están oliendo a cebolla o a liencillo, cuando no te dan como presente en unos casamientos o funerales vergonzosos.

–¡Qué me vas a decir d’eso, che!... Figurate que aquí donde me ves, h’estado anoche, según los diarios, nada menos qu’en el casamiento de una hija de cierto inglés que nos compró la estancia l’año pasado... ¡Un verdadero cualquiera que casi ni sé cómo se llama! ¡Imaginate qu’es hombre de andar en tranway!...

–¿Qué me decís?... Esta jugada es como para juntarla con la que le hicieron a mi tía... Querés crer que la metieron entre los concurrentes al Politeama... ¡Figurate el madrugón!

–¿Y vos todavía no te has hecho ver en el tiatro?...

–¿Yo?... ¡No faltaba más!... Para mí las veladas comienzan en la Ópera, che, y soy fiel a la tradición... Yo no tranzo... y ya saben todos que si no se me ve allí es porque no’stoy...

–A mí me pasa igual... ¿Sabés qu’este año va’seguir la moda del pasado, tan cómoda y tan chic?... No será elegante entrar al tiatro sino en los entreactos...

–¡Es natural! La sala es para los músicos y la gente para la cual el espectáculo es una novedá... ¡Yo, che, te lo digo con franqueza, no pienso abonarme!... Buscaré algún amigo con quien turnarnos para la entrada, ¿sabés? Y con mostrarse uno un poco y después estar para la salida... ¡se hace la noche!... ¡Quién se aguanta tres horas de función!

–¡Es una barbaridá!... Yo también ando buscando con quién hacer patota, y conforme’ncuentre me ligo y con una soncera hago mi noche...

–¡Esa es otra, che!... ¡Esta gente nos está desollando con los precios!

–¡Qué bárbaros, no!... ¡Y decir que a uno en su misma patria, como quien dice en su casa, lo están esquilmando!... ¿Ves? ¡Eso le debías decir a Roca... ya que sos tan amigo!...

–¡Si se lo he dicho mil veces, che!... Pero parece qu’el hombre viviese’n las nubes... ¿Vos te cres que hace caso de consejos?... ¡Preguntale a cualquiera e los ministros y verás!... ¿Y?... ¿Che?... ¿Nos asociamos p’a’l jueguito’e las entradas?

–¿Y sinó?... ¡P’a qué somos de los que no cortamos, aunque nos acollaren con un pelo?