La perspectiva filosófica del Ju-Jitsu era “Principio de la Suavidad”; esta idea estaba influenciada por la filosofía china y el confucionismo que decía: “No debe resistirse contra la fuerza de un adversario; por el contrario, debemos absorberla y aprovecharla para vencer.” A Jigoro Kano este principio no le resultaba del todo satisfactorio para comprender los mecanismos en que se basaban las técnicas de Ju Jitsu y del judo, pues se encontraba con numerosos casos en los que no se ajustaban a la filosofía de su enseñanza.
Kano decía:
“Si sólo podemos aplicar las técnicas aprovechando la fuerza del otro cuando éste nos ataca, ¿qué debemos hacer ante un adversario que no se mueve?”.
Y continuaba diciendo:
“El judo no debe encontrarse con tales inconvenientes; si queremos que el otro se mueva, debemos tomar la iniciativa con la ayuda de nuestra propia fuerza buscando una mayor eficacia y un óptimo resultado empleando un mínimo de esfuerzo”.
Bajo este prisma nace un nuevo principio, expresado con la frase SEIRYOKU ZENYO: "Máxima eficacia en el uso de la fuerza" “La condición principal para el Nague Waza es derribar a nuestro oponente utilizando un mínimo de nuestra fuerza; este principio es perfectamente aplicable en todos los órdenes de nuestra vida. Todos los hombres nacemos con las mismas oportunidades; mientras unos permanecen en la ignorancia, otros se convierten en personas importantes y admiradas. Este es un simple resultado de la aplicación de este principio.”.
Posteriormente Jigoro Kano formula otro principio que denomina Jita Kyoei: "Progreso mutuo". “El Judo es el camino más eficaz para el fortalecimiento tanto físico como mental. Con el entrenamiento, se disciplina y prepara el cuerpo y el espíritu mediante práctica de las técnicas de defensa y ataque; con ello, conocemos lo esencial de este camino...". “La utilización continua de estas técnicas es la meta fundamental del judo, superándose uno mismo hasta la perfección en beneficio del mundo.”