Esos no son juegos

6 de mayo de 2015

El programa de Jaime Bayly ha llegado tan bajo, que en días pasados entrevistó a dos de los más viles y siniestros personajes de la Costa: el tal Torombolo Welch y el tal Joselo (véalo aquí). El primero, un pseudocuentachistes que ni gracia tiene, y el segundo, si bien tiene talento para la imitación (limitadito, pero lo tiene), penosamente limitado, repetitivo, predecible, discriminador y, de contera, evangélico (según él). Esto último no tendría tanto de malo más allá del deplorable fanatismo y desubicación de esos trastornados seres, si no fuese porque sus burlas y parodias de los homosexuales que le salen tan naturales no estuvieran en total contravía de los ideales cristianos. El pobre Jesús de Nazaret nunca se imaginó que lo interpretarían de formas tan diametralmente disímiles y según el acomodo de cada cual, menos que lo cogerían de bandera para cuanta vagabundería se pueda concebir. Pero bien es sabido que la coherencia no es cualidad de nuestro tiempo, así que a lo que vamos:

En el programita de marras, ese par de miserables hicieron quedar muy mal a Barranquilla y a sus habitantes cuando, a la pregunta de Bayly sobre qué tiene Barranquilla que produce figuras como Shakira, Sofía Vergara, Paulina Vega, etcétera (inmejorable oportunidad para darse a conocer por todo lo alto), los muy degenerados respondieron que todo se debe según ellos a la naturaleza irrespetuosa del barranquillero. En el summum del atrevimiento, Torombolo llamó a Barranquilla “la capital mundial del perrateo” — ¿qué tal?—  y sintetizó su intervención en la más atroz de las mentiras: que a todo aquel que llega a Barranquilla le agarran las nalgas. En su nefasta actuación, también dijeron infamias contra los curas, los homosexuales y siguieron con mentiras como que también se “perratea” y se les agarra el trasero a las esposas de quienes visitan la ciudad. ¿Se había visto semejante monstruosidad? Estos bufones, en lugar de destacar la ciudad vanguardista e industriosa, la que vio surgir la aviación y la radio comerciales, la de Scadta, Cervecería Águila, Monómeros, etcétera, la del Grupo de Barranquilla, la de los inmigrantes, la de Carrerá, Pellet Buitrago, Santo Domingo, Muvdi, Parrish, Hollopeter, Mancini, Obregón, Fuenmayor, Cepeda Samudio, Chelo De Castro, Bellingrodt, Rentería, Ernesto McCausland, Meira Delmar, “Caimán” Sánchez, Marcos Coll, Nelson Pinedo, Nieto Arteta, Julio Blanco, Hakim o Esther Forero, la del fútbol, el béisbol, el boxeo y el carnaval más culturalmente rico del mundo, nos “definieron” ante millones de televidentes como patanes de la más baja estofa. Las execrables afirmaciones de este par de corronchos ignorantes, que en cualquier otra parte del mundo habrían merecido el máximo repudio, el rechazo absoluto de toda la sociedad, generaron, por lo contrario, gran regocijo entre muchísimos de mis conciudadanos, la gran masa, la plebe, el lumpen, como se puede constatar en Facebook y YouTube. Los cerebros de mosquito que nunca escasean arremetieron contra una voz cuerda que se levantó ante la ignominia, y la tacharon de loca, resentida, de no apoyar "lo nuestro", etcétera, en pocas palabras, estamos ante el imperio de la barbarie. Qué aterradora realidad la de nuestro tiempo: la canalla, los miserables, los embusteros, los tramposos, los mediocres, son ensalzados, mientras que los honestos, los probos, los cuerdos, son hundidos, vilipendiados, perseguidos, estigmatizados, exterminados.

Para redondear su abominable faena, Joselo se dedicó a ridiculizar a los homosexuales remedándolos y haciendo chistes igualmente injustos sobre su naturaleza.

La ignorancia es atrevida. Evidentemente, Joselo y Torombolo no saben ni jota de historia de Barranquilla, o sea que no saben dónde están parados ni para dónde van, y en ese estado tan lamentable, del que obviamente no tienen conciencia, se atreven a conceptuar públicamente y ante toda América Latina sobre una ciudad y sus habitantes. No niego que en Barranquilla, como en todas partes, algo hay de lo que dijeron ese par de pelanas, pero en cualquier caso se trata de casos aislados y de minorías. En síntesis, Torombolo y Joselo no tienen derecho de generalizar a partir de su extracción familiar, de los ambientes en que se mueven, en otros términos, de lo que son. Ignorancia, mentiras e irresponsabilidad, mezcolanza altamente peligrosa.

En medio de la aterradora podredumbre moral de esta parejita, rescato dos cosas que dijo Torombolo: 1. Que es hora de que América Latina conozca, por medio de los chistes por lo menos a los costeños, unos colombianos poco conocidos, pues poco emigran, a diferencia de sus compatriotas del interior andino. 2. Que siempre ha admirado que los humoristas mejicanos o venezolanos, por ejemplo, siempre usan los giros propios de sus hablas en sus programas y giras por América Latina, y que ellos harán lo mismo con el dialecto barranquillero, o costeño, en sentido más general.

Señores Torombolo y Joselo: les deseo la peor de las suertes y les vaticino que se descompondrán en su putrefacta pesadez. Si es cierto que están ad portas de internacionalizarse, entonces todavía están a tiempo de enderezar el camino y de no hacer quedar mal de nuevo a tanta gente decente. Respeten y tengan cuidado con lo que dicen (nada más les faltó mencionar el manido cuento de los “mamaburras”), cojan ejemplo de esos humoristas venezolanos, mejicanos, puertorriqueños, etcétera, que dicen admirar y que supuestamente fueron sus inspiraciones: nunca hicieron quedar mal su tierra y a sus paisanos.