LA CIUDAD DE MÉXICO

Luego de diez interesantes días en la maravillosa Ciudad de México, son muchas las impresiones que me he traído y varias las conclusiones a las que he llegado en materia de lo que se puede adaptar en Barranquilla, pues a la larga se trata de América Latina.

La Ciudad de México responde con creces a la expectativa que genera la fama que tiene de ser una de las más importantes y representativas urbes latinoamericanas. Pero muy al contrario de lo que puede esperarse de una megalópolis de esta parte del mundo, se trata de una ciudad organizada, limpia, segura y, por lo menos en esos días, no experimenté ningún tipo de incomodidad por cuenta de la contaminación ambiental que la ha hecho tristemente célebre, al contrario: solo respiré aire puro. Entonces he ahí la primera alerta, pues si una ciudad mucho más grande y poblada que Barranquilla es ordenada, limpia y segura, ¿por qué esta no? Punto de inflexión es la completa infraestructura de transporte público de la capital mexicana: autopistas, periféricos, viaductos elevados y deprimidos, metro, tren ligero, articulado, trolebús, camiones (buses), colectivos, taxis, mototaxis, Uber. A pesar de que en Barranquilla las propuestas de sistema de transporte masivo basado en vagones sobre rieles datan de principios de los años 1980 (el monorriel de la Murillo recomendado por la “Misión Japonesa”), la realidad es que se necesitan muchos recursos para implementarlo, y creo que no los hay ni los habrá, así que acostumbrémonos a la congestión vehicular y resignémonos a las desconsideraciones de los tercermundistas choferes de buses y taxis (como contrapeso de estos últimos, afortunadamente ha surgido Uber). La administración de Elsa Noguera planteó un tranvía complementario a Transmetro por la 30, idea fantasiosa que, como muchas de ese tenor, quedó en tan solo palabras. Como sea, el sistema de transporte público masivo de Barranquilla es atrasado e ineficiente, están en mora de modernizarlo, de ponerlo a la altura de los tiempos que corren.