CANTO A BARRANQUILLA
Porfirio Barba Jacob
Elogio tus claros y augustos blasones,
ciudad de las gárrulas brisas y el sol llameante;
y la miel acendrada de las corazones
que nutre de amor y de fuerza tu ritmo constante.
Y el cielo bruñido en la gloria del trópico,
y el hondo rumor de lejanas mareas
que mueve tus noches obscuras,
y aquellos rincones de amigos y próvidos huertos
que abaten las dulces ciruelas maduras.
Tus mujeres de intensa mirada,
de alegre discurso, de franco reír matutino;
la línea ondulante del torso y los brazos en ámbar
(labrada,
y en toda su carne trémula y nerviosa
un olor de campo y un dejo de vino.
Y tus hombres jóvenes que evocan figuras
animadas en un bronce antiguo;
que señalan camino a la vida
con muros de amor y confianza,
y tus hombres viejos, de carne doliente,
en donde ha nevado toda la esperanza.
Y el corro de niños que acuden al huerto patricio,
el alma riente, florida, desnuda,
y bajo las noches de errantes visiones
imprimen sus pies en la arena desnuda.
Evoco tus verdes palmares, hechos de seda trémula,
tan armoniosos, de líneas tan puras,
y su dulce rumor apagado
de donde fluye imprevisto beleño:
¡tus palmas heráldicas van al azul horizonte
como el fácil camino del sueño!
Se dijera que en ellas se mueve,
tan remota que apenas resuena,
una lírica fuente nocturna
de inquietud, y de amor, y de pena.
Con su gracia decoran la tarde;
ponen su signo movible en la diáfana noche;
por recóndito anhelo intranquilas
erigen al sol el undoso cabello disperso,
y parece que agobian el alma
con la dulce fatiga del verso!
Y el río que viene a tu seno proficuo
y en tu seno se parte en dos rutas,
y rinde sus cofres de gemas pulidas
y rinde la miel de sus tórridas frutas.
Tu río, tan claro de heroicas historias;
tu río, tan hondo de obscuras leyendas;
tu río, tan fértil nutricio del bosque sonoro
que da las cordiales ofrendas.
De la sacra heredad en el término,
de tu verde ribera mullida,
por él a la patria le extiendes los brazos
y por él eres templo de vida.
Tu afán insaciado en las luchas febriles,
tu voluntad dilatada en dominio,
la onda vital de energía que rige tus obras
y el ritmo que mueve tus ansias presentes,
avivan la egregia esperanza en el ánimo,
sugieren las nobles ideas,
¡y parece que rompe en un himno
hasta el bosque férreo de tus chimeneas!
Loor a tu raza que númenes sacros conducen,
simiente de próceres en el seno del tiempo vertida;
simiente de bardos que en libro de oro
dirán la armoniosa bondad de la vida:
Loor a los firmes renuevos
que están en tu fértil floresta sonora,
de brazos intrépidos, recios y duros,
que al golpe del yunque fecundan la hora:
Loor a tus dulces mujeres virgíneas;
loor a tus próvidas madres,
animadas en la arcilla más pura...
¡Loor al incendio de antorchas magníficas
que esclarecen tu senda futura!
Mi corazón acelera sus ritmos,
y en las horas de cándidos vuelos
se va por tus calles fantásticas,
abiertas como un río que fluye en los cielos...
Tus calles nocturnas, tejidas de móviles sombras;
tus calles, floridas de nardo, rosa, de lirio,
que encienden la honda inquietud extrahumana
y la fiel vocación del martirio!
O en las cálidas noches azules con oro de estrellas
discurro en tus claros jardines,
repaso en el polvo las trémulas huellas,
restauro las dulces palabras cordiales;
y soy esa sombra doliente,
nimbada de ensueño y amor y tortura,
que por luengos caminos fatales
persigue otra sombra fantástica y pura...
La ilusoria visión se diluye en el alba,
y el viajero poeta es un púgil
que afirma al amparo de cielos distantes
la planta insegura,
en recia labor que consume
sus horas fragantes.
Mas subsiste el lejano perfume
que en mí derramaran tus líricos huertos,
y la virtud maternal con que un día
guiaste amorosa mis pasos inciertos.
Tus vagos palmares heráldicos
mulleron de seda mi rima ferviente;
tus noches de luna me dieron la vasta visión radiosa
y el lauro primero que tiembla en mi frente.
Yo te debo mi santa alegría,
mi virtud retemplada en el yunque,
mi fe vacilante nutrida a tus pechos,
y esta levadura de amor y de odio
con que amaso mi pan de esperanza.
¡Ciudad que has abierto caminos de gloria
con muros de honor y confianza!