De regionalismos y otros fanatismos

27 de marzo de 2016

Cada día me repugnan más los fanatismos de todo tipo: los chovinismos, patrioterías o nacionalismos; el fundamentalismo religioso, el racismo, los machismos y feminismos, las discriminaciones, las izquierdas y derechas, el culto a la personalidad, los homenajes póstumos o, peor, en vida; las persecuciones políticas, los sectarismos de toda índole, los macartismos, las cacerías de brujas, las inquisiciones, las estatuas, el bautizo de instituciones y escenarios con nombres de personas supuestamente destacadas, las hinchadas. En nuestro medio, el profesor Assa fue quizá el pionero en el rechazo de dichos radicalismos desde su llegada a Colombia en 1952, lo cual consignó una y otra vez en sus Rincones de Casandra e inculcó a sus discípulos hasta su muerte en 1996. Específicamente en cuanto a los bautizos, difiero de otro de los personajes de Barranquilla, Chelo de Castro, quien es el responsable de los nombres de la casi totalidad de escenarios deportivos de la ciudad. Assa sostenía que las personas, por su naturaleza efímera, pasan, luego es inútil procurar perpetuarlas, algo que se cumplirá con el nuevo estadio de béisbol, al cual le darán el nombre de Édgar Rentería, sepultando para siempre el de Tomás Arrieta; duro revés para Chelo. Y no habrá de extrañar que con los años surja un beisbolista que supere lo hecho por Rentería y el estadio sea rebautizado de nuevo; sería una predicción más de Casandra no tenida en cuenta pero inexorablemente consumada. En 1982, el profesor A. Assa recomendaba que el teatro Municipal Amira de la Rosa se llamara Municipal a secas, sugestión que nunca fue tenida en cuenta; hoy, casi nadie sabe quién fue doña Amira, como tampoco Humberto Perea, Romelio Martínez o Julio Montes; a la pregunta de quiénes fueron, la mayoría de mis conciudadanos responderá, a lo sumo, que algún deportista o político, o sea que esos nombres, en últimas, nada perpetúan.

De todos los males antecedentes, el que más nos golpea directamente es el regionalismo. Y del absurdo regionalismo instalado en las mentes de no pocos barranquilleros es el diario El Heraldo el principal responsable. Desde sus orígenes, y en supina irresponsabilidad, ese decadente periódico se ha dedicado a atribuir todo lo malo que pasa en la Costa a los dirigentes del interior del país, a las rancias élites bogotanas o al centralismo del Triángulo de Oro (el imaginario eje del mal Bogotá-Medellín-Cali). Si bien es una verdad incontrovertible que a lo largo de la historia colombiana ha habido medidas que han favorecido al Eje en detrimento de otras regiones, es inaceptable y privativo de toda credibilidad que El Heraldo deje olímpicamente de lado el gran problema de fondo: la terrible corrupción que corroe a esta región, de manifiesto en la cíclica repartición del poder y contratos entre los mismos con las mismas, con los mismos resultados desastrosos, antigua realidad que El Heraldo nunca ha denunciado, mucho menos combatido. Durante décadas, ante los ojos de todos han pasado obras millonarias y de importancia cardinal para la ciudad, mal diseñadas y que se desmoronan a pocos meses de haber sido inauguradas, sin que El Heraldo haya siquiera mencionado tan graves situaciones. Hace un tiempo, conscientemente omití tratar el irritante chovinismo de El Heraldo en una crítica que le hice, por ser, en mi criterio, una falla que ameritaba artículo aparte entre los males que aquejan a ese periódico, tarea que acometo ahora guardando la esperanza de que algún día acabe el periodismo envenenador de titulares tipo “A última hora ‘bajaron’ del avión de la Sub-23 a delantero costeño Miguel Borja”. Aún no me explico por qué algunos medios nunca han entendido que su misión es informar, no sesgar la opinión, como toda la vida lo ha hecho sistemáticamente El Heraldo. “A última hora ‘bajaron’ del avión de la Sub-23 a delantero Miguel Borja” no le resta un ápice a cuanto se pretende poner en conocimiento. El matiz regionalista sobra y exacerba resentimientos periféricos. En cambio, la sustancia de la noticia, que El Heraldo no reflejó a causa de su miopía regionalista, es que el técnico reemplazó a Borja por otro jugador de más calidad, como sí lo transmitió Pulzo.com: “El 'Piscis' bajó del avión a Borja y prefirió a Guillermo Celis para reemplazar a Borré”. Y para acabar de hundir al periódico barranquillero, resulta que Celis es costeño, sincelejano, para más señas, y juega en el Junior. Eso les pasa por malos periodistas.

En un mundo cada vez más igualitario y pluralista, enerva que un medio como El Heraldo persista en el énfasis innecesario al exaltar logros de costeños: “la barranquillera Paulina Vega”, “el samario Carlos Vives”, el cartagenero tal”. Publicar los éxitos de estos personajes basta para ensalzar la región, pues todo el mundo sabe de dónde son, y en caso de duda, una simple indagación en Internet ilustra. Este regionalismo dañoso ha calado tanto en el inconsciente de la gente, que en Facebook es corriente leer cosas como “Pase gol y gol, Bacca figurón” (con ocasión del partido Bolivia-Colombia en la eliminatoria al Mundial Rusia 2018), que si bien es un comentario merecido y cierto en buena medida, injustamente omite actuaciones tanto o más valiosas de jugadores del interior como la de Cardona o la de James Rodríguez el verdadero figurón del encuentro, quien en el mismo partido no solo hizo pase gol y gol, sino que casi marcó el cuarto y condujo a la Selección Colombia durante los noventa minutos y la reposición, mientras que Bacca de destacado desempeño, reitero tuvo que ser sustituido por cansancio a los 22 minutos del segundo tiempo. Son los mismos costeños que no admiten que los logros del “Pibe” Valderrama ya fueron superados ¡y de qué manera! por nuevas figuras como Rodríguez, aquellos, entre los que se contó Ernesto McCausland, que cuidadosamente se hacen los de la vista gorda ante ignominiosos crímenes cometidos por costeños como Jorge Noguera, los Nule, los Araújo Castro o Jorge Pretelt (ahí El Heraldo jamás publicará algo como El barranquillero Guido Nule...), e inventan persecuciones fantasiosas contra los costeños cuando ocurren incidentes como el de Luis Colmenares. Cuánto me satisface haberme librado del regionalismo envenenador que nos pretenden inculcar las mentes malignas que aún abundan por doquier.

P.D. A propósito de estos temas, doy fe de que en Barranquilla, por lo menos desde los años 1980, nunca ha habido racismo contra los negros. El barranquillero siempre les ha “mamado gallo” a los negros, como lo ha hecho con los flacos, los gordos y hasta con los monos (rubios). Jamás he tenido conocimiento aquí de los atropellos contra los negros que se dan en otras latitudes, algunas tan cercanas como Cartagena, mucho menos de la violencia y los homicidios que se perpetran en Estados Unidos.