Apuntes mirmidónicos XVIII

29 de septiembre de 2013

I

En la página 300 de "Retrato de una generación" (2000), el autor, Horacio Brieva, dice de Ramsés Vargas, nuevo rector de la Universidad Autónoma del Caribe:

«A propósito de las estrecheces económicas de la Alcaldía, siempre quise saber cómo hacían los tesoreros de Edgar George (Ramsés Vargas y Benjamín Collante) para llevar a todas partes una inalterable sonrisa y un semblante despejado. Benjamín Collante tenía, además, el mejor guardarropa del Gabinete distrital. Su debilidad eran las corbatas finas, de distintos colores y estilos... A Ramsés Vargas, en cambio, le fascinaban las discotecas elegantes y los viajes a Miami; algunos miembros del gabinete, entre tanto, agonizábamos por los retrasos continuos en el pago de los sueldos. Bertha Regina Martínez me dijo un día que Ramsés se divertía los días de pago, mirando, desde la puerta de la Alcaldía, la carrera de los empleados en busca del banco o de una caja de cambio para hacer efectivos sus cheques. "Su mirada", me dijo Bertha Regina, "me recordaba al Marqués de Sade"».

II

Y en la página 296, Brieva relata:

«Antes de las elecciones de octubre de 1997, el alcalde George llamó una tarde a Rafael Antonio Tejera Anaya, el director de Distrisalud, y le dijo: "Necesito que te vayas enseguida para el Banco de Bogotá: allá te están esperando Ramsés Vargas y Benjamín Collante". El alcalde pretendía que unos recursos (varios miles de millones de pesos), destinados exclusivamente al régimen subsidiado, fueran pignorados para pagar unas obligaciones contractuales; Tejera tomó su celular y llamó a José Humberto Torres quien, después de escuchar la historia, le dijo: "No seas marica, no vayas a firmar esa joda porque te vas a meter en un peo: en un peculado por aplicación diferente"; Torres le dijo entonces: "Vente mejor para el Hotel El Prado y acá hablamos". Tejera salió corriendo del banco, dejando coléricos a Ramsés y a Benjamín, abordó su camioneta y se dirigió al hotel. Durante el recorrido, el celular de Tejera sonó: era Edgar George (ya Ramsés y Benjamín lo habían puesto al corriente sobre la posición del director de Distrisalud) y, sin rodeos, le dijo: "Pásame la carta de renuncia". José Humberto le sugirió a Tejera: "Dile a Edgar que tú renuncias pero en una rueda de prensa". George no volvió a tocarle más el tema de la renuncia. Tejera había sido alumno de George, en su época de estudiante de Medicina, y lo recordaba por sus consejos de transparencia y moralidad ("no entiendo por qué me recomienda otras vainas como alcalde" le dijo Tejera a José Humberto)».

III

Como tesorero de Edgar George, sería bueno conocer la opinión de Ramsés Vargas en relación con el Informe Montenegro, publicado en mayo de 1996, el cual reveló la grave situación financiera del distrito en esa época. 

IV

No me gustó ni cinco la interfaz gráfica del iOS 7. Es sencillamente fatal, el tal diseño plano hace que el iPhone parezca ahora un Android.

V

El premio al descalabro organizado por Diana Acosta con su festejo bicentenario, del que se desempeñaba como "consejera", fue nombrarla Jefe de Comunicaciones del Distrito de Barranquilla. Es decir, hace una torpe labor como consejera y la nombran en un puesto más elevado. Aunque parezca increíble, véalo aquí. Nietzsche llamó "trastocación de valores" a ese tipo de desaguisados. Lo único rescatable es que no seguirá al frente del tal festejo, pues este dizque va hasta 2015. Quién sabe cuántas metidas de pata habría cometido en los dos años que faltan. De la que se salvó Barranquilla.

VI

Anoche vi un Carolina Herrera en la calle 79 con carrera 51 esquina, y hoy leo en El Heraldo: El lujo desembarca en Barranquilla. Parece irreversible la presencia de Barranquilla en el exclusivo club de ciudades "globalizadas", las de famosas marcas de ropa, restaurantes finos, carros de lujo, almacenes, etcétera. Hay una distancia muy grande entre esa Barranquilla estilo Miami (e incluso Nueva York, París o Londres) y la Barranquilla auténtica de antaño, la del ambiente que suscita nostalgia, esa que ojalá no se pierda.

Apuntes mirmidónicos XVII - XIX