Apuntes mirmidónicos LVIII

24 de marzo de 2020

I

Qué tristeza me da ver los bulevares recuperados y embellecidos a fines de la administración Char II (2016-2019) ya destruidos por mis conciudadanos, algo que anticipé en apuntes anteriores. Si esto es a escasos días de haber sido inaugurados (y aun antes), no quiero imaginarme cómo estarán dentro de un año. Los diseñadores de estos espacios deben replantearse justamente sus diseños, no pueden seguir ignorando que en Barranquilla la gente no cuida y la cultura ciudadana es nula. Recomiendo dejar pasos más amplios en los bulevares a la altura de las esquinas para que la gente no tenga pretexto para pisotear las zonas verdes y atraviese las calles sin problema y en mayor número; así mismo, crear pasos igualmente amplios en puntos estratégicos de dichos bulevares, pues las personas no tienen la cultura de atravesar las calles por las cebras de las esquinas sino por donde sea. Indispensable también un plan de mantenimiento por parte de la alcaldía por medio de la Agencia Distrital de Infraestructura (ADI).

II

Parece tan simple que los diseños urbanos deben estar acordes con las características de la ciudad y con la forma de ser de sus ciudadanos. Y siguiendo con bulevares, ahí está el desatinado diseño del bulevar del paseo de Bolívar, que entre carreras Veinte de Julio (43) y Cuartel (44) fue convertido en hogar de locos, indigentes y vagos que, además de deambular y permanecer todo el día ahí, pernoctan y hacen sus necesidades fisiológicas a plena luz del día, todo a pocos metros de la Alcaldía. Y apenas quiero mencionar las decenas de buhoneros que venden sus baratijas allí. El tramo del bulevar entre las carreras Estudiantes (38) y Veinte de Julio no se queda atrás: es una jardinera arborizada de unos 50 cm de alto que sirve de dormitorio a indigentes que aprovechan la sombra de los frondosos árboles en él plantados, especialmente entre Ricaurte (39) y La Paz (40); en el summum de la inconsciencia yacen sobre el estrecho bulevar, constituyéndose en peligro mortal si por azares del acto de dormir cayeran y los arrollara un vehículo. En el tramo entre Veinte de Julio y Cuartel sugiero eliminar las bancas y las jardineras (cuyas matas duraron menos de lo que canta un gallo). En cuanto al trayecto restante (entre Veinte de Julio y Estudiantes), lo mejor sería que el bulevar consistiera en una especie de murito de unos 16 centímetros de alto como el discreto y efectivo de la carrera 38 entre 74 y 76, pero más ancho; habría entonces que talar los árboles y palmeras o trasplantarlos, eliminar el actual bulevar-jardinera y replantarlos a nivel de piso dentro del nuevo bulevar. Incluso, lo ideal sería que no hubiese ningún tipo de separación física, sino señalización vial, pero a lo largo de la historia mis conciudadanos han demostrado que no respetan ese tipo de señales y terminarían cruzando sus vehículos por cualquier parte; por eso, porque somos conscientes de la índole de la gente, es necesario el murito. Algo que contribuiría a solucionar cuanto antecede es que se haga realidad el viejo proyecto de peatonalizar el paseo de Bolívar entre carreras Estudiantes y Olaya Herrera (los vehículos solo transitarían por el paseo de Bolívar regulados por semáforos en sus intersecciones con las carreras Ricaurte (39), La Paz (40), Veinte de Julio (43), Cuartel (44) y Líbano (45), en dirección occidente-oriente-occidente según el sentido de cada una de esas carreras). Los árboles podrían replantarse a nivel del piso, y no sería necesario el bulevar con función de separador. Mientras tanto, a todas las aberraciones urbanas y humanas descritas añádanle que a estos largos bulevares no les diseñaron pasos suficientes para que la gente atravesara de una acera a otra en el sector más concurrido de Barranquilla, por lo que miles de inconscientes a diario optan por saltar la jardinera a veces cargando todo tipo de objetos y hasta personas, en deplorable espectáculo, acto propio de salvajes de nula cultura ciudadana y carentes de todo sentido común. 

III

En mi caso, las medidas profilácticas recomendadas contra el coronavirus han resultado innecesarias pues toda la vida, desde niño, me he lavado las manos siempre que me las siento mínimamente sucias y tan pronto llego de la calle, y nunca me acerco demasiado a nadie; además, desde 2008 y a raíz de que ese año tuve una seguidilla de enfermedades rematada por una pertinaz conjuntivitis, y solo guiado por el sentido común, adopté medidas similares a las que ahora recomiendan. La primera que tomé fue no comer en la calle alimentos ofrecidos por vendedores ambulantes, ni en restaurantes, panaderías, tiendas y cafeterías de dudosa reputación; a día de hoy solo como en restaurantes reconocidos, nada de alegrías, cocadas, caballitos, enyucados, galletas griegas, peto, jugos de frutas, rasguñaos (dulces antes propios de la Cuaresma y la Semana Santa que prácticamente ya se consiguen todo el año), butifarras, huevos cocidos, salchichón, conservitas, panelitas, rosquitas, panes de yuca, papitas, platanitos, diabolines, almojábanas, agua de panela, limonada, patillazo, tutti frutti, huevos de iguana, deditos, pastelitos, pasteles, hayacas, raspaos, bolis, helados, paletas, chuzos, bollos, corrientazos, arroces de payaso (de liza, de cerdo y de pollo), perros calientes, salchipapas, chuzos, desgranados, hamburguesas, frutas (mango biche, ciruela), chicha de arroz, tinto, café con leche, aromáticas, panes, obleas, chicharrón, cocteles de ostras, de camarón, de otros mariscos, etcétera. Nada empacado artesanalmente en bolsitas plásticas, pues para introducir los productos las abren inflándolas con la boca. Fritos, solo en dos o tres sitios reconocidos. Aunque no soy tomador, jamás he vuelto a participar en ese incomparable monumento a la inmundicia social que es participar de las rondas de licor servido en vasitos plásticos blancos, los cuales se turnan entre los bebedores en fiestas y parrandas.

IV

La segunda medida fue no saludar de mano, solo in extremis; resulta particularmente chocante no darle la mano a alguien que nos está extendiendo la suya, pero visto está que evita muchos contagios. Inicialmente me decanté por chocar el puño, hoy me basta con el pulgar arriba o una reverencia con la cabeza, a la oriental.

V

La tercera medida fue no saludar de beso a las mujeres, solo excepcionalmente cuando ponen la mejilla, aunque jamás si se tiene la seguridad de que otra persona la ha besado antes; casi seguramente, cuando le llega a uno la ocasión, otros ya han depositado su saliva en esa mejilla.

VI

La cuarta medida que tomé fue no bañarme más en una piscina; en nuestro medio raramente hacen los mantenimientos de rigor, terminando convertidas en albercas de aguas semiestancadas donde los bañistas orinan, escupen, se suenan las narices y hasta defecan y copulan. Esa agua, por mucho cloro que contenga, está en contacto también con legañas, cerumen, sangre, hongos cutáneos, semen, flujos vaginales, baba, esputos, expectoraciones, flemas, lesiones de enfermedades venéreas, secreciones de todo tipo... en fin. 

VII

La quinta y última, en la medida de lo posible no usar el transporte público masivo (buses, metro). He considerado medidas más extremas como usar permanentemente tapabocas y gafas protectoras, quitarse los zapatos antes de entrar en la casa y posteriormente lavar las suelas, y aislar la ropa que se trae puesta una vez se llega de la calle, pero creo que por el momento es suficiente. Ni siquiera menciono, por obvio, no usar vasos o cubiertos previamente usados por otro(s). P. S.: Ya empecé a "...usar permanentemente tapabocas y gafas protectoras, quitarse los zapatos antes de entrar en la casa y posteriormente lavar las suelas, y aislar la ropa que se trae puesta una vez se llega de la calle".

VIII

Qué escabechina tan horripilante la que ha armado el coronavirus, hasta teorías de conspiración resuenan por doquier.

IX

Mujeres como Aida Merlano y la hija degradan a las demás mujeres. Ambas deben estar presas, sirviendo de ejemplo a la sociedad, especialmente a cierto tipo de mujeres que ya es hora de que entiendan que en vez de prostituirse en tantas formas -entre ellas pasarse la vida buscando un tipo que las mantenga- deben prepararse, estudiar y trabajar honestamente; es el único camino que tienen las mujeres si en verdad quieren ser respetadas y tener igualdad de oportunidades en una sociedad que, infortunadamente, todavía las juzga por trepadoras tipo las Merlano.

X

Afortunadamente ya han quedado en el olvido los reinados de belleza y las modelos, que tuvieron su máximo auge en los años 1990. De eso ya queda muy poco, a la gente no le importa; la sociedad cambió y entendió que esas actividades degradan (y de qué manera) a la mujer.

XI

La humanización de la sociedad es de los aspectos rescatables de los nuevos tiempos: atrocidades como las corridas de toros, las corralejas -en general el maltrato animal-, el boxeo y futilidades como los reinados de belleza, el modelaje y las cirugías plásticas por vanidad tarde o temprano quedarán sepultadas en el pasado y serán recordadas como vergüenza de la humanidad, tal como miramos hoy la esclavitud. Solo falta la reina del carnaval, esa figura ridícula, peculiar aspiración de las muchachas del Country Club de Barranquilla. Por fortuna, algunas “exreinas” recobran el juicio y se arrepienten de haber formado parte de ese submundo fatuo y profundamente vacío, como Margarita Rosa de Francisco o Amada Rosa Pérez. Nunca es tarde para arrepentirse y cambiar el rumbo; le concedo un altísimo valor a quien cae, se levanta, y no vuelve a cometer el error.

XII

Los aptos de esta ciudad tienen que soportar la insuficiencia de una parte nada despreciable de sus conciudadanos, su mediocridad incomparable, su dejadez, su falta de espíritu, su inconsciencia inverosímil… es así y no cambiará, esto es Barranquilla, no Suiza, Alemania, Japón o Canadá. Pero ¿por qué un vendedor ambulante de frutas o verduras tiene que empujar su carretilla en contravía? Igual carricocheros, mototaxistas, bicitaxistas, domiciliarios, ciclistas, etcétera. No es justo con los ciudadanos que observamos las normas de urbanismo. Y ahí la policía no hace nada, ni aparece.

Apuntes mirmidónicos LVII - LIX