7 de agosto de 2024
I
Sea en deportes, arte, etcétera, no veo otro motivo para competir que ganar. Cualquier otra razón cae en la categoría de andar de paseo. Que no se obtenga el primer lugar es otra cosa, pero el objetivo siempre debe ser el número uno. En una competencia deportiva lo único que vale es ser el primero, lo demás es cuento: nada de segundos o terceros puestos, platas, bronces, ni mucho menos diplomas. Hicieron bien los jugadores de la selección Colombia en no asistir al recibimiento que les habían organizado en Bogotá luego de perder la final de la Copa América contra Argentina, pues no había nada que celebrar, un subcampeonato no es motivo de festejo. Desde hace varios años, Ramón Jesurún les está exigiendo a las selecciones que hay que ganar, basta de derrotas. Mentalidad ganadora, por ahí es la cosa.
II
Si algunos se alegran por los triunfos de los demás países latinos, es su cuestión, personalmente no me da ni frío ni calor que otros latinos ganen, es más, no me complace que ganen si superan a Colombia en títulos o medallas; por ejemplo, no me hace mucha gracia que Richard Carapaz gane más títulos en ciclismo. Me refiero a esto porque muchos medios como ESPN, Caracol y RCN, con periodistas como Georgina “Goga” Ruiz y Mario Sabato a la cabeza, desde hace años venden la idea de que deportivamente América Latina es una sola y que los deportistas de los diferentes países representan a todo el subcontinente. Pretenden implantar en el imaginario latinoamericano que, por ejemplo, los triunfos de los colombianos en el ciclismo de ruta europeo son los de un paraguayo o un mexicano, y que esos logros son motivo de alegría y orgullo para todos los latinoamericanos. Nada más alejado de la realidad. Debe tratarse de otra estrategia comercial ridícula y malsana para ganar audiencia.
III
En medio de la barahúnda que se ha desatado por las elecciones presidenciales de Venezuela, mayoritariamente solo veo juicios de valor y emotividad, cero argumentos. No entiendo por qué no se hizo una campaña sistemática que enfatizara con cifras la incompetencia de Maduro y su gobierno, que desde hace años tiene sumido al país en una grave crisis socioeconómica, en toda una tragedia nacional. Veamos algunos indicadores y realidades recientes: hiperinflación (189% en 2023), el salario mínimo más bajo de América Latina (130 bolívares, equivalentes a 4 dólares), nulo poder adquisitivo de la colectividad a causa de la explosiva combinación de bajísimo ingreso más hiperinflación, tasa de desempleo del 40%, la informalidad laboral desbordada, la paralización, más bien, destrucción, del aparato productivo y, para hacer frente a la escasez de alimentos y la crisis económica, tener que distribuir bolsas CLAP llenas de productos de mala calidad, la mayoría harinas, cuya única proteína es una ración de pescado enlatado. Y podemos seguir con cuestiones “menores”, como el éxodo de más de 7 millones de venezolanos, fenómeno sin precedentes que ha generado una crisis humanitaria y problemas en los países a donde han emigrado (dicho sea de paso, Colombia ha sido perjudicada más que cualquier otro país); el desastre de la política cambiaria que condujo a la dolarización y también a la pesificación en ciertas zonas limítrofes con Colombia, como el Táchira; el metro de Caracas constantemente fuera de servicio y su infraestructura dañada (vagones, escaleras eléctricas, estaciones enteras, aire acondicionado); PDVSA improductiva; graves problemas en los servicios de agua y luz; como cualquier Cuba, ya no se ven carros nuevos porque hace años no se venden; hay que hacer largas filas para comprar gasolina, de la que existen dos tipos, la subvencionada (barata) y la internacional (cara); dentro de poco solo se venderá la internacional con el impacto negativo fácilmente predecible que sobrevendrá; descontento y desorden social; desabastecimiento; confrontación entre chavistas y no chavistas; guarimbas; colectivos bolivarianos; la nueva crisis migratoria que se avecina debido a las recientes elecciones presidenciales; el afianzamiento a como dé lugar del chavismo en el poder; etcétera. En pocas palabras, un auténtico manicomio. Lo peor de todo es que lo anterior ocurre en uno de los países más ricos del mundo, poseedor de enormes recursos hídricos y todos los pisos térmicos, megabiodiverso y con las mayores reservas mundiales de petróleo, gas, hierro y oro. Solo el Arco Minero del Orinoco cuenta con toneladas de oro, además de otros minerales como cobre, diamante, coltán, hierro, bauxita, aluminio y torio. De acuerdo con el exministro Roberto Mirabal, el Arco Minero del Orinoco tiene un potencial de unos 2 trillones de dólares.
IV
Como lo señala el pragmatismo imperante en estos tiempos, hay que fijarse en los resultados, y el resultado del proyecto chavista es sencillamente desastroso. En otros términos, está claro que después de 25 años en el poder el chavismo como proyecto político fracasó, y en tanto que lo reconozcan sus dirigentes, deberán marcharse y darles paso a otros. Hay que tener grandeza y no ser egoísta ni irresponsable, pues seguir aferrándose al poder solo traerá más odio, pobreza y caos para el país. Al fin y al cabo, la alternancia es una de las características de la democracia como la conocemos, esa que tanto preconizan los chavistas. No se niega que la inspiración e intenciones iniciales del chavismo fueron laudables al menos durante la primera etapa del gobierno de Chávez, pero todo se desfiguró cuando se adoptó el modelo cubano. Más allá de eso, resulta que un país no vive de las supuestas buenas intenciones de sus gobernantes, ni de utopías de un mundo mejor; se requieren resultados, hechos, y en este caso los hechos y resultados hablan por sí solos.
V
A quienes atribuyen la debacle venezolana al bloqueo o sanciones internacionales de Estados Unidos y otros países, les digo:
La grave crisis socioeconómica ya existía antes de los primeros bloqueos, que empezaron en 2014.
Otros países con ideologías socialistas o izquierdistas no han sido bloqueados, como el México de López Obrador, el Brasil de Lula, o la Bolivia de Evo Morales.
No se puede llevar a cabo un proyecto político de determinadas características sin tener en cuenta la variable de bloqueos y sanciones por parte de EE.UU. y la Unión Europea. Eso es no ser realista, es temerario e irresponsable.
VI
En verdad, hay de todo y para todos. Parece mentira que haya quienes aún apoyen el chavismo. Esos, o evaden la realidad y creen que las cosas están bien en Venezuela, lo cual equivale a decir que están locos, o simplemente quieren seguir viendo hundido a ese país; y quien quiere hacer sufrir (los gobernantes chavistas) o ver a otro sufriendo se llama sádico. Y el sadismo es otra enfermedad mental, en síntesis, están locos por donde se los mire.
VII
Y en riesgo de fracasar el gobierno Petro exactamente dos años después de su entronización. Escándalos de corrupción por doquier, baja ejecución y cuestionada gobernabilidad; ha sacado adelante las reformas tributaria y pensional, y han naufragado las de la salud y la educación, mientras que la no menos polémica laboral sigue su tránsito legislativo. Sus ambiguos procederes en materia de política internacional, como su drástica —pero acertada— ruptura de relaciones con Israel debido a la postura genocida del gobierno de Netanyahu hacia Palestina, pero el tratamiento blando y cauteloso con el gobierno chavista ante la crisis que ha provocado con su ¿manejo? de las elecciones presidenciales. El deterioro de la seguridad debido a su relajamiento frente a los grupos guerrilleros y las bandas criminales, que siguen matando, bombardeando, secuestrando, extorsionando y saboteando. A lo anterior hay que añadirle la obstinada oposición, que ha torpedeado reformas e iniciativas clave, como la Paz Total. Y aunque es forma y no fondo, Petro se ha visto demasiado afectado por su baja popularidad, cierta mala imagen y sus escándalos personales, como pasearse acarameladamente con otra en Panamá, los excesos de su alocada esposa, y el hijo enjuiciado por la financiación ilegal de la campaña presidencial; su aparente desdén hacia las fuerzas militares; sus injustificados incumplimientos, ausencias y tardanzas en actos y compromisos oficiales; su autorreconocida arrogancia; sus atuendos no adecuados para las ocasiones y sus presuntas adicciones al alcohol y las drogas. Además, enreda todo la sombra de una reelección impulsada por la senadora Isabel Zuleta, aunque negada por el propio presidente y varios de sus ministros. Sin embargo, hay que reconocerle a este gobierno que ha trabajado por los más pobres, su preocupación por lo social, la reducción de la pobreza, el aumento del bono pensional y otorgarle la pensión a los ancianos que no habían cotizado las semanas requeridas, la transición energética y su preocupación por el medio ambiente, la restitución de tierras, la reducción de la inflación dejada por el deplorable gobierno Duque Márquez, el incremento del salario mínimo, la reducción del desempleo, el auge del turismo, el aumento de incautaciones de cocaína, el eficiente manejo macroeconómico a pesar del déficit dejado por la fatídica administración de Iván Duque, y que ha mejorado las condiciones de los militares con la mesada 14 y el aumento del sueldo de los soldados, entre otros reconocimientos y ascensos. Ojalá se consoliden las cosas buenas de este gobierno en los dos años que le quedan, pero lo veo difícil. En Colombia era necesario el giro a la izquierda luego de doscientos años de desgaste de la derecha; ojalá que acabado su mandato, al evaluar el resultado, Petro no resulte ser uno más que creyó que podía cambiar a Colombia, pero lo mismo que casi todos los que lo precedieron, terminó naufragando en la inviabilidad de este país.
P.S. Todo lo que tiene a cargo la gobernación del Atlántico está como tacita de plata (me refiero al aspecto físico):
Plaza de la Paz.
Biblioteca Departamental (Museo Meira Delmar incluido).
Ciudadela Universitaria (Universidad del Atlántico sede Puerto Colombia).
Oficina de Pasaportes, modelo de eficiencia en Colombia.
Archivo Histórico del Atlántico.
Museo del Atlántico.
Y dentro de poco, el edificio de Bellas Artes magníficamente restaurado.