Sombras y luces sobre la plaza de la Paz
26 de junio de 2011
El pasado 13 de junio, Barranquilla despertó con otra noticia que la sacudió hasta sus cimientos. Se trataba del mismo y harto conocido estruendo de siempre que se repite cada cierto tiempo desde hace varias décadas. Solo que ahora, hastiada de tantos desaciertos urbanísticos, la gente se ha movilizado masiva y firmemente contra el absurdo diseño original que contemplaba la eliminación de la zona verde de la plaza de la Paz (uno de los pocos pulmones verdes que quedan en la ciudad), la tala de un número considerable de sus árboles y la prolongación en su lugar de una explanada de concreto, lo cual, como cualquier persona con dos dedos de frente deduce fácilmente, habría elevado la ya alta temperatura de Barranquilla (se ha llegado a 45° C en los últimos días), a causa de las infernales corrientes de convección que generarían los potentes rayos solares contra una extensión tan grande de concreto. En consecuencia, por primera vez desde que tengo memoria, y seguramente ante lo abrumador del desaguisado propuesto y la tenacidad de la protesta, los responsables de la iniciativa han modificado, aparentemente, el equivocado diseño inicial. Incluso le han dado participación a la gente común en el rediseño permitiéndole expresar variadas opiniones, al tiempo que un candidato a la alcaldía interponía, en plena campaña electoral, una tutela contra la violación de todos los derechos fundamentales del diseño original. Normalmente, en Barranquilla este tipo de proyectos se hacían porque se hacían, por ejemplo, un buen día apareció el proyecto de los puentes peatonales de Caiaffa, tras lo cual hubo multitud de protestas y conceptos contundentes de entendidos en la materia contra las especificaciones; sin embargo, los responsables hicieron de su capa un sayo y construyeron los puentes contra viento y marea; ahí están, derrumbándose a pedazos a causa de su mal diseño, la corrosión y el vandalismo. En el caso que pongo sobre la mesa, la noticia estuvo acompañada de una proyección arquitectónica publicada en la prensa, una imagen computarizada (y como antes el papel, ahora el computador aguanta todo) de cómo quedaría la plaza, y de unas inquietantes vallas de zinc que circunvalan la plaza y que no permiten observar qué se está haciendo en su interior. De paso, hay que insistir en que el área que se quiere intervenir está compuesta por la plaza en concreto donde están ubicados un CAI y la ¿escultura? de pésimo gusto “El policía amigo”, y un parque o zona verde. Todo parecía consumado, otro caso en que habían impuesto un adefesio urbanístico, pero la comunidad despertó, se ha levantado y manifestado enérgicamente, El Heraldo ha cubierto debidamente el desarrollo de la controversia, periodistas como Jorge Cura han promovido amplios espacios de discusión por la radio y la televisión convocando a todos los implicados, el Damab (ente que regula el medio ambiente en la ciudad) ordenó que se paralizaran las obras, en acto que se debe valorar ―hasta cierto punto― la Gobernación del Atlántico, gestora del proyecto (¿por qué la Gobernación y no la Alcaldía?), tuvo que convocar a una reunión de concertación y socialización a la que pudo asistir y expresarse cualquier interesado, ubicó un puesto permanente de atención en la plaza, en consonancia con los tiempos modernos puso a disposición de los cibernautas un correo electrónico (plazadelapaz@gmail.com) y una etiqueta en Twitter para recibir opiniones (todos, hechos sin antecedentes en la historia de la ciudad, ¡felicitaciones!), y hasta el Concejo, que hace años parecía no existir, se pronunció.
Nos preguntamos por qué las cosas tienen que llegar hasta estos extremos, por qué un proyecto tan importante para Barranquilla no se socializa adecuadamente con la debida anticipación, por qué no se eligen al arquitecto y el diseño ganadores mediante un concurso internacional, en vista de que los arquitectos locales han probado hasta la saciedad que desde los años 60 del siglo pasado la arquitectura se estancó en Barranquilla. Bien lejos están los tiempos del neoclásico (edificaciones características del barrio El Prado), del streamline moderne (teatro Colón, edificios Scadta y García, entre muchos otros simplistamente catalogados como art déco, de cuyos estertores deriva el streamline o style paquebot) y del Movimiento Moderno (edificio Nacional) barranquilleros que hicieron de esta una de las ciudades de vanguardia en la esfera arquitectónica latinoamericana. Antes de Brasilia ¡ya Barranquilla era! Celebradas moles recientemente construidas como el Parque Cultural del Caribe o el centro comercial Buenavista simplemente corroboran que la arquitectura está en franco declive en esta comarca. ¿Por qué?
Sostengo, y no me cansaré de hacerlo, que con Internet ya no hay excusa para no saber cómo se hacen las cosas en el primer mundo, o incluso en el tercero. No planteo que se copie o plagie nada, sino que se extraigan de esas experiencias los elementos que se puedan asimilar a las condiciones climáticas y ambientales de la ciudad. Algo va de ellos a nosotros, ¿no? Adolfo Schlegel, responsable del diseño inicial, es un arquitecto de vieja data con algunos proyectos actuales como el colegio Pies Descalzos y otros fantasiosos, como la marina de Puerto Velero. Nunca saldrá a la luz pública quién lo eligió y mediante qué procedimiento fue seleccionado como el arquitecto de la nueva plaza de la Paz. Tuvieron el cuidado de mencionar, sin embargo, que su diseño había sido un aporte gratuito; ¿queriendo significar que a caballo regalado no se le mira el diente? Bien sabido es que las personas de cierta edad poco o nada usan el computador e Internet, les tienen miedo; por eso estuve en el radioperiódico de Jorge Cura, quien amablemente me dio la oportunidad de sugerirle al señor Schlegel ―quien parece ser el directo responsable de lo que allí se haga y a quien escuché defendiendo como gato panza arriba su diseño con razones que no convencen a nadie― que le eche un vistazo en Internet a otras plazas del mundo de características similares para que, como expliqué, trate de trasladar a la realidad y medio ambiente de Barranquilla algunas ideas que pudiere extraer. Como ejemplos a seguir, entre los muchos que hay, mencioné el Champ de Mars de París (¡que el dios del urbanismo me perdone la osadía de siquiera sugerir que en Barranquilla podamos tener una belleza como esa, pero soñar no cuesta nada!) y el National Mall de Washington D.C. Como ejemplo a no seguir señalé la plaza de Tiananmen, lo que Jorge Cura complementó diciendo que allí no hay nada y que es una plaza concebida para desfiles militares. A propósito, me presenté en el programa de Cura con la última revista Semana de 2008, en la cual aparece un artículo sobre la actual tendencia mundial de crear jardines y microclimas en las azoteas de los edificios para regular la temperatura de los edificios y de las ciudades, porque sobre eso se acababa de hablar en su programa en el marco de la controversia por el diseño de la plaza de la Paz.
Pese a que parece que se ha revaluado el proyecto y que ya hay un nuevo diseño que contempla más zonas verdes, sugiero tener en cuenta algunos puntos muy sencillos sobre cómo debe ser la nueva plaza de la Paz. A continuación, presento unas cuantas imágenes de plazas del mundo civilizado con la esperanza de que los arquitectos, urbanistas o diseñadores locales se inspiren en ellas y, por último, inserto la animación del último diseño que resultó de las deliberaciones de la semana pasada:
Bajo ninguna circunstancia debe sacrificarse el parque o zona verde, debe remodelarse mediante un diseño puramente ecológico e integrarse a la plaza.
Debe desistirse de la idea de construir locales comerciales, pues con ellos el concepto de plaza como espacio público abierto se pierde, para ser exactos, no se sabría cómo llamar a ese batiburrillo urbanístico compuesto por plaza, parque, tarima de espectáculos (¿futura cueva de indigentes y delincuentes?), museo (¿museo?), cafetería (¿restaurante?), los mencionados locales comerciales (¿extensión de algún centro comercial?), estacionamiento (¿más espacio de estacionamiento para algún centro comercial cercano?) y hasta baños (¿termas romanas?). Esto parece que no tiene reversa, es decir, se comercializará, privatizará o volverá de economía mixta un espacio público, el cual debe ser sagrado. En mi concepto, la plaza de la Paz terminará con el tiempo siendo parte de un enorme complejo comercial hermano del que tiene al lado. ¿Casualidades de la vida? No: ya "El arquitecto Porfirio Ospino, asesor de la Gobernación, aclaró que con la construcción de los parqueaderos y puntos de comida no se le cambiará el uso del suelo a la Plaza de la Paz Juan Pablo II, destinado sólo a áreas verdes y parques, porque el Plan de Ordenamiento Territorial plantea la necesidad de las áreas de servicio en las plazas parques". En pocas palabras, interpreto que el Plan de Ordenamiento territorial contempla el cambio de uso del suelo para los espacios públicos, es decir, en completa contravía con el concepto universal de espacio público, el POT barranquillero establece que puede ser comercializado. Sencillamente, sin comentarios. Ahora bien, podrá parecer perogrullada, pero solo por curiosidad: ¿quién usufructuará los locales, la cafetería, los baños y el estacionamiento? ¿Quiénes en Barranquilla quieren poner de moda la comercialización de los espacios públicos que le pertenecen por derecho propio al ciudadano corriente? Coletilla de este punto: ya se propuso lo mismo en la remodelación del coliseo cubierto: locales comerciales para "ayudar a su sostenimiento". Como va, la plaza de la Paz terminará siendo otro esperpento urbanístico sin orden ni concierto como el parque de los Fundadores.
Se ha anunciado que se erigirán cuatro monumentos en la plaza, de los cuales el único que se ha mencionado es una estatua de Juan Pablo II. Nada más desacertado: cuanto más sencilla, mejor. Si observamos otras plazas importantes del mundo notamos inmediatamente que priman la sobriedad, el buen gusto, la estética, la monumentalidad, la naturaleza y, sobre todo, la sencillez. Una columna (altísima, en mármol blanco con altorrelieves y esculturas alusivos a la paz), o una fuente, o una puerta, o un arco, o una blanca y enorme paloma bastará. Ese sería el punto cero de la ciudad, con las coordenadas inscritas, en reemplazo del horroroso y ridículo punto cero actual:
Sobre el monumento y el nombre de la plaza, hay que ser claro: reconozco el gran impacto político de Juan Pablo II incluso para el mundo no católico, y valoro que la Iglesia católica haya donado el terreno correspondiente al altozano, a las escalinatas y al estacionamiento de la catedral para integrarlo al proyecto (el cual en realidad parte desde la calle 54, es decir, detrás del templo), pero también creo en un Estado laico en el que la religión no debe rozar siquiera estos temas de la vida civil, sino ser asunto absolutamente personal, íntimo, pero sobre todo discreto. Por eso discrepo de que la plaza se llame, como han propuesto, “de la Paz Juan Pablo II” y que allí se erija la estatua de quien visitó la Catedral dos breves horas y desde el balcón se dirigió a la multitud aglomerada en la plaza de la Paz aquel lunes 7 de julio de 1986. Plaza de la Paz es el nombre natural, por cierto, bastante diciente y contundente; un concepto tan universal como la paz no necesita de ninguna otra connotación.
A propósito de que la nueva plaza empezará en la calle 54: ¿se clausurará entonces la calle 53, como han dicho? Tal medida originaría un monumental caos vehicular, es apenas predecible.
Este proyecto de la plaza de la Paz no es nuevo, el diseño original, que tiene más de 25 años, contemplaba que (la plaza) llegaría hasta el terreno donde hoy se encuentra el Banco de la República inclusive, es decir, hasta la calle Murillo. Como consecuencia de la demora en la realización de la plaza, el Banco levantó allí su sede, caso que recuerda la construcción del edificio de la Caja Agraria en el lote donde había estado el edificio Palma, diez años después de su demolición (1955), lo cual había sido ejecutado con la idea de extender el paseo de Bolívar. He aquí el primer diseño conocido de la plaza de la Paz:
Pero como dicen por ahí, "del ahogado, el sombrero", es decir, comoquiera que la plaza nunca podrá comprender el terreno del Banco de la República, o sea, llegar hasta el margen de la calle Murillo, al menos extenderla hasta el terreno ocupado hoy por la manzana en que se encuentran una estación de gasolina y un cementerio de carros, separada del Banco de la República por la calle Paraíso (47). La futura plaza incluirá, obviamente, la manzana adyacente al actual parque hacia el oriente, donde funciona otra estación de gasolina y hay viejas edificaciones, algunas de ellas de carácter patrimonial, y que se encuentra separada de la manzana antes mencionada por la calle Felicidad (48). Habrá que salvar, por supuesto, el peligroso arroyo de la Felicidad que se forma en la calle homónima cada vez que llueve. Ya habíamos propuesto esto en Facebook con fotos que han sido copiadas por un tal "Nando1978" en Skyscrapercity.
Ejemplos de plazas integradas con el medio ambiente
Animación del último diseño propuesto por la Gobernación.
Seguiremos opinando y proponiendo ideas.