La métrica del siglo XX. Versículos

Los extractos

El texto completo. Para saber más.

    • Cuando el verso se alarga en tiradas que sobrepasan las catorce-dieciocho sílabas, y no existe una serie rítmica (repetición constante o proporcional de acentos), se produce el versículo.

    • El versículo parece estar en los orígenes de la versificación, ya que procede de cantilenas y de la prosa cantada, tiene detrás formas litúrgicas y, sobre todo, bíblicas. Se puede decir que históricamente es una forma originaria, que reaparece, en nuestra tradición literaria.

    • Su utilización fue abundante a partir de los años veinte, por el modelo que supusieron poetas como Walt Whitman, Paul Claudel, Saint John Perse...

    • En general, el empleo del versículo abre el poema a la digresión, el estilo sermonal y la expresión circular, razón por la que suele aparecer asociado a todo tipo de anáforas

Cuando el verso se alarga más allá de lo que el lector puede percibir como tal, es decir, en tiradas que sobrepasan las catorce-dieciocho sílabas, y no existe una serie rítmica (repetición constante o proporcional de acentos), se produce el versículo, que el lector descompone, normalmente según criterios semánticos, en unidades versales menores. De hecho opera ya ese fenómeno con los pentadecasílabos, hexadecasílabos, etc. que se componen de hemistiquios o versos menores (5+5+5; 7+8; 10+7...) y que a veces aceptan realizaciones diferentes.

Una ley nunca enunciada dice que los versículos prefieren la escansión ('división') por hemistiquios cortos o breves, y que por su propia naturaleza huyen de la escansión en hemistiquios por encima del endecasílabo.

El versículo no es un logro o el resultado del desarrollo de ensayos métricos; al contrario, parece estar en los orígenes de la versificación, ya que procede lejanamente de cantilenas y prosa cantada, tiene detrás formas litúrgicas y, sobre todo, bíblicas; bien se puede decir que históricamente es una forma originaria, que reaparece, en nuestra tradición literaria, como resultado de un enriquecimiento de las formas de expresión, como fórmula intermedia entre el verso y la prosa.

He aquí una estrofa versicular, en un poema de Aleixandre (de Retratos con nombre), en el que todos sus versos son versículos:

Otra cuenta mayúscula. La serenidad concentrada.

El enorme saco de la verdad por primera vez sobre el hombro.

Al fondo aquel horizonte y, en un esfuerzo supremo, el brazo casi invisible

llegando como un camino para todos a tocar la aurora.

Y he aquí, como más usual, un poema en verso libre, que incluye entre sus versos algunos que se alargan hasta el versículo. El ejemplo vuelve a ser de Vicente Aleixandre ("Impar”, de En un vasto dominio):

A veces ser humano es difícil. Se nació casi al borde.

Helo aquí, y casi mira. Desde su estar inmóvil rompe el aire

y asoma súbito a este frente: aquí es asombro.

Pues está y os contempla, o más, pide ser visto, y más: mirado, salvo.

Tiene su pelo mixto, cubriendo desigual la enorme masa,

y luego más despacio, la mano de quien aquí lo puso trazó lenta la frente,

la inerte mente que sería y no fuese,

no era. La hizo despacio como quien traza un mundo

a oscuras sin iluminación posible,

piedra en espacios que nació sin vida

para rodar externamente yerta-

Muchos poemas versiculares traspasan a veces esa línea e incluyen párrafos prosificados, por ejemplo “Tú” o “Hengist quiere hombres” de Borges (de El oro de los tigres); o en Poemas a María (1928) de Carmen Conde. Es fácil encontrar versos tradicionales entreverados de versículos o de versos compuestos, como en este caso, también de Borges:

El joven ante el libro se impone una disciplina precisa

y lo hace en pos de un conocimiento preciso;

a mis años, toda empresa es una aventura

que linda con la noche.

No acabaré de descifrar las antiguas lenguas del Norte,

no hundiré las manos ansiosas en el oro de Sigurd;

la tarea que emprendo es ilimitada

y ha de acompañarme hasta el fin,

no menos misteriosa que el universo

y que yo, el aprendiz.

De esta manera entramos en el dominio de la poesía absolutamente libre, cuyo prototipo podría ser el poema compuesto con fragmentos en prosa y en verso, entre los cuales aparecen versos tradicionales --simples o compuestos--, versículos y versos irregulares.

Como toda forma literaria --el de la poesía en verso-- el versículo ha sufrido altibajos, asociables a movimientos estéticos y, por tanto, ideológicos. Aunque tuvo antecedentes en la poesía escrita por mujeres del romanticismo (Gertrudis Gómez de Avellaneda, Rosalía de Castro), casi siempre fue como una suma de versos tradicionales. Así, los modernistas, por ejemplo, se percataron de los valores sinfónicos que tales despliegues podían acoger, y los utilizaron ocasionalmente. Su utilización fue abundante a partir de los años veinte, por el modelo que supusieron poetas como Walt Whitman, Paul Claudel, Saint John Perse... En España, las traducciones de R. Tagore por Zenobia de Camprubí, de excelente prosa poética, que roza la expresión versicular; los alargamientos versales de los surrealistas; el dilatamiento de las silvas de todo tipo, etc. concurren en la aceptación del versículo como un ingrediente más del poema, y así, mezclado con versos tradicionales y con versos libres aparece en numerosos poetas (Vicente Aleixandre, Lezama Lima, Luis Rosales, Blas de Otero, Carmen Conde, José Ángel Valente, Jorge Luis Borges, Martínez Sarrión...). Libros hay versiculares, como Sermones y moradas (1930), de Alberti; o Prometeo encadenado, de José Manuel Lucía; y libros de tendencia versicular, como Los conjurados (1985) de Jorge Luis Borges.

El verso largo de los románticos los prepara y el verso largo de los modernistas, al caminar sobre pentadecasílabos, hexadecasílabos, etc., termina por crearlos. Véase este arranque del mexicano Salvador Novo, con versos silábicamente distintos:

Junto a tu cuerpo totalmente entregado al mío,

junto a tus hombros tersos de que nacen las rutas de tu abrazo,

de que nacen tu voz y tus miradas, claras y remotas,

sentí de pronto el infinito vacío de su ausencia...

Comienza por aparecer integrado entre versos tradicionales, como un modo de expresión eficaz; o alargando el verso compuesto hasta los límites:

¡Oh qué poco pesaba

tu derramada inmensidad sobre mi corazón ardiente!

¿Eras toda la tierra ya,

y eras todavía todo el cielo!

JRJ (Eternidades)

El versículo ha servido, evidentemente, para”derramar la inmensidad”; lo mismo que ahora va a servir para, desde el contraste con el verso simple, sugerir el silencio:

Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas cosas

a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un árbol -en verano-

y se calla.

Ángel González

En general, el empleo del versículo abre el poema a la digresión, el estilo sermonal y la expresión circular, razón por la que suele aparecer asociado a todo tipo de anáforas.