Jaime Gil de Biedma, Intento formular mi experiencia de la guerra

Intento formular mi experiencia de la guerra

(Moralidades, 1966)

Fueron, posiblemente,

los años más felices de mi vida,

y no es extraño, puesto que a fin de cuentas

no tenía los diez.

Las víctimas más tristes de la guerra

los niños son, se dice.

Pero también es cierto que es una bestia el niño:

si le perdona la brutalidad

de los mayores, él sabe aprovecharla,

y vive más que nadie

en ese mundo demasiado simple,

tan parecido al suyo.

Para empezar, la guerra

fue conocer los páramos¹ con viento,

los sembrados de la gleba² pegajosa

y las tardes de azul, celestes y algo pálidas,

con los montes de nieve sonrosada a lo lejos.

Mi amor por los inviernos mesetarios^3A

es una consecuencia

de que hubiera en España casi un millón de muertos.

A salvo en los pinares

pinares de la Mesa, del Rosal, del Jinete!,

el miedo y el desorden de los primeros días

eran algo borroso, con esa irrealidad

de los momentos demasiado intensos.

Y Segovia parecía remota⁴

como una gran ciudad, era ya casi el frente

o por lo menos un lugar heroico,

un sitio con tenientes de brazo en cabestrillo⁵

que nos emocionaba visitar: la guerra

quedaba allí al alcance de los niños

tal y como la quieren.

A la vuelta, de paso por el puente Uñés,

buscábamos la arena removida

donde estaban, sabíamos, los cinco fusilados.

Luego la lluvia los desenterró,

los llevó río abajo.

Y me acuerdo también de una excursión a Coca,

que era el pueblo de al lado,

una de esas mañanas que la luz

es aún, en el aire, relámpago de escarcha⁶,

pero que anuncian ya la primavera.

Mi recuerdo, muy vago, es sólo una imagen,

una nítida imagen de felicidad

retratada en un cielo

hacia el que se apresura la torre de la iglesia,

entre un nimbo⁷ de pájaros.

Y los mismos discursos, los gritos, las canciones

eran como promesas de otro tiempo mejor,

nos ofrecían

un billete de vuelta al siglo diez y seis.

¿Qué niño no lo acepta?

Cuando por fin volvimos

a Barcelona, me quedó unos meses

la nostalgia de aquello, pero me acostumbré.

Quien me conoce ahora

dirá que mi experiencia

nada tiene que ver con mis ideas,

y es verdad. Mis ideas de la guerra cambiaron

después, mucho después

de que hubiera empezado la postguerra.

Ejercicios de lengua

Mofología

Morfología gramatical.

1. Observa en el texto la alternancia de formas verbales de pasado y formas de presente y explica qué valor tiene.

Sintaxis

2. Analiza estas oraciones, presta especial atención a los atributos que en ellas aparecen:

• • Fueron, posiblemente, || los años más felices de mi vida, ...

  • Las víctimas más tristes de la guerra || los niños son.

  • Es una bestia el niño.

  • La guerra || fue conocer los páramos con viento

  • El miedo y el desorden de los primeros días || eran algo borroso ...

  • Y Segovia parecía remota ...

  • ... la luz || es aún, en el aire, relámpago de escarcha.

  • Mi recuerdo, muy vago, es sólo una imagen, ...

  • Y los mismos discursos, los gritos, las canciones || eran como promesas de otro tiempo mejor ...

3. Comenta el hipérbaton en algunas oraciones del ejercicio anterior.

4. Di qué función desempeñan estas oraciones | proposiciones subordinadas sustantivas:

• Pero también es cierto [que es una bestia el niño].

• Es una consecuencia || de [que hubiera en España casi un millón de muertos].

• [Quien me conoce ahora] || dirá [que mi experiencia || nada tiene que ver con mis ideas,] ...

• Mis ideas de la guerra cambiaron || después, mucho después || de [que hubiera empezado la postguerra].

5. Localiza en el texto oraciones subordinadas adjetivas, anótalas e indica, en cada caso, la categoría gramatical y la función del nexo.

6. Di de qué tipo son estas oraciones subordinadas adverbiales.

• • ... no es extraño, [puesto que a fin de cuentas || no tenía los diez.]

  • ... [si le perdona la brutalidad || de los mayores], él sabe aprovecharla.

  • [Cuando por fin volvimos || a Barcelona], me quedó unos meses || la nostalgia de aquello ...