El monólogo interior

Son muchos los términos relacionados con el monólogo interior, nos centraremos en tres: el soliloquio, el stream of consciousness y el monólogo interior propiamente dicho.

El soliloquio es un monólogo en situación de soledad,

es decir, es un pasaje en

el que un personaje expresa sus pensamientos y sentim

ientos en voz alta.

Formalmente, es un discurso bien estructurado tanto léx

ica como

sintácticamente y el personaje lo pronuncia teniendo e

n cuenta a un público que

lo está escuchando; es una enunciación orientada dialógicam

ente, hacía un tú

no explícito. Se podría decir que el soliloquio carece

de "intimidad”, aunque

aparentemente la suponga. El personaje y el oyente compar

ten la misma

información contextual.

Este recurso fue aceptado como una convención dramática,

sobre todo,

en el teatro de los siglos XVI, XVII y XVIII. Un ejemp

lo de soliloquio es el

famoso

To be or not to be

de Hamlet. Esta técnica empezó a caer en desuso

después de haber sido sobre-utilizada en las obras teatrale

s de la Restauración

(1660-1685), pero aún sigue siendo muy útil para desvelar la vi

da interior de los

personajes.

5.2 El

stream of consciousness

y el

monólogo interior

El

stream of consciousness

es un concepto que aparece por primera vez en la obra

The Principles of Psychology

(1890) de William James, hermano de Henry James.

James explicaba la conciencia con la metáfora de la corrient

e y afirmaba que lo

que ocurre dentro de la mente es un flujo de imágenes

e impresiones, pero

también pensamiento verbal. Este pensamiento verbal fluye

sin cesar y no se

presenta de manera articulada, o sea, es irracional, espontáneo

y caótico. El

stream of consciousness

crea la impresión de que el lector está metido en la m

ente

del personaje y se presenta algo que no es enteramente

verbal o textual, sino un

pensar presentado de forma incoherente, construcciones

agramaticales, libre

asociación de ideas, imágenes y palabras a un nivel pre-discursivo.

El monólogo interior fue una técnica utilizada por prim

era vez por

Édourd Dujardin en

Les Lauriers sont coupés

(1887), y luego fue recuperada por

James Joyce en su obra

Ulysses

(1922) y por otros autores, como, William

Faulkner o Virginia Woolf. Según la definición de la Ency

clopæ

dia Britannica

(2009), el monólogo interior es un tipo de

stream of consciousness

en el cual se

presentan los pensamientos de los personajes como una

forma de discurso

interno en silencio, como una corriente de pensamiento

s verbalizados. Sólo se

reflejan la mitad de los pensamientos, impresiones y asoc

iaciones, presentados

de manera racional. Como esto supone algún tipo de restri

cción, no se puede

decir que el monólogo interior represente completame

nte la corriente de

conciencia del personaje. De hecho, se focalizan unas ideas

o sensaciones y se

descartan otras.

Cabe destacar aquí que la tradición anglosajona utiliza

stream of

consciousness

y monólogo interior indistintamente. En cambio, algun

os autores

distinguen entre uno y otro término, distinción que

será respetada en este

trabajo. Ofrecemos aquí los comentarios de algunos autore

s sobre este tema,

aunque para más información, véase el anexo 4. Según Eduardo

Aznar (1996:

38), para unos el

stream of consciousness

constituye la materia prima del

monólogo interior y para otros la distinción es sólo d

e rango terminológico.

John Mepham (2003) también explica que ambos términos suele

n utilizarse

como sinónimos cuando no lo son. Asimismo, Salvador Garc

ía (2007) y Dolores

Oller (2002) consideran que el

stream of consciousness

es el fenómeno psíquico

propiamente dicho y el monólogo interior es la formul

ación verbal de ese

fenómeno. En definitiva, podríamos decir que el

stream of consciousness

es el

hiperónimo del monólogo interior.

5.2.1 Las características del monólogo interior

En este apartado, presentaremos los rasgos más característi

cos del monólogo

interior basándonos en diferentes fuentes bibliográfic

as, aunque la más

relevante es el libro de Eduardo Aznar (1996):

El monólogo interior: un análisis

textual y pragmático del lenguaje interior en la literatura.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que en el mon

ólogo interior el

discurso no va dirigido, ni directa ni tácitamente, a nadie

, sino a un alter ego,

como si la persona estuviera hablando con ella misma, caracte

rística que lo

diferencia del soliloquio en el que no se dice explí

citamente, pero se presupone

que va dirigido a un público. En este tipo de narración,

suele emplearse el estilo

indirecto libre o el estilo directo libre. Entre ambo

s, éste último es el más

relacionado con el monólogo interior y en él no aparece

n verbos de lengua ni

intervención explícita del narrador—un discurso directo

en el que el narrador

renuncia a su papel de mediador. Encontramos, también, una alt

ernancia entre

los pronombres de la primera y la segunda personas en re

ferencia al mismo

hablante, aunque esto no siempre sucede.

En cuanto al tiempo de la narración, el presente coinci

de con el presente

de la actividad mental, pero hay que tener en cuenta que e

xiste una oscilación

entre lo que es propiamente recuerdo y lo que en real

idad es proyecto;

oscilación entre lo real y lo posible, y entre particu

lar y general. Además, un

gran desorden cronológico se hace patente en la rememor

ación de la historia

pasada y se elimina toda exposición o información respect

o de los hechos

pasados y de la situación presente: el pasado sólo debe

darse a través de

alusiones indirectas; los gestos deben ser inferidos por el lec

tor.

Otro rasgo muy relevante es el alto índice de autorre

ferencialidad en las

frases y todo un seguido de pronombres de referencia

implícita, por lo cual es

muy corriente el uso de deícticos: aquí, ahora, éste, etc.

Esta característica lleva

a un predominio de la retórica afectiva y expresiva (subj

etividad lingüística) y a

la utilización de muchos supuestos.

En el plano sintáctico, son muy comunes las abreviacion

es y la carencia

de conectividad. Por eso, los conectores discursivos s

on mínimos o in

inexistentes, ya que no se trata de formular un texto co

hesionado, sino de todo

lo contrario: emular el pensamiento del personaje (cuan

to más primitiva sea la

fase del pensamiento, menos cohesionado estará el texto).

Además, es frecuente

la interrupción de la coherencia mental mediante los pro

cesos asociativos de

carácter totalmente egocéntricos donde el personaje pas

a de un pensamiento a

otro sin establecer un vínculo visible, sin cerrar una

puerta antes de abrir otra,

por eso suelen aparecer frases inacabadas. La puntuación es

tá a merced del

personaje y no responde a criterios formales tradicion

ales, es decir, podemos

encontrar un fragmento muy puntuado y otro con la mínima puntuación

.

En lo que al léxico se refiere, se produce una aglutinac

ión de palabras

como forma de simular la imparabilidad del discurso de la c

onciencia. A su vez,

aparecen ciertas palabras que resultan totalmente opacas para e

l lector, el cual

no tiene por qué entender el texto al cien por cien,

puesto que ése no es el

objetivo. Asimismo, el monólogo interior se caracteriza t

anto por el uso de

abreviaciones y apócopes, y la ausencia de verbos de acción

, como por las

repeticiones de palabras, frases o estructuras. De ahí, que

la figura del

leitmotiv

cobre una gran importancia. También es importante destacar l

a utilización de

diminutivos, aumentativos y adjetivos que dejen a la vist

a la subjetividad del

discurso. Como el tono de los personajes en el monól

ogo interior suele ser

informal porque, aunque un personaje hable muy formalmen

te, cuando habla

consigo mismo no necesita formalidades ni convencione

s, es habitual el uso de

palabras coloquiales, e incluso, vulgares. La lengua que uti

liza debe ser

identificada como su idiolecto.

Por otro lado, los sentidos adquieren una importancia v

ital en el

discurso del monólogo interior, puesto que, a través

de ellos, se nos muestran

las sensaciones y percepciones de los personajes, de

ahí que las onomatopeyas,

los colores, las formas y los olores estén casi siempre

presentes en este tipo de

discurso. También suelen ser habituales las imágenes y s

ímbolos cuyo

significado es inferible por el contexto global de la

novela o que se presentan de

forma totalmente opaca para el lector, ya que es un element

o de la vida privada

del personaje que no tiene por qué explicarse y, de h

echo, es una manera de

hacer más verosímil la intimidad.