Comillas. En el diálogo

Pues bien, en el caso de aceptar pulpo como animal de compañía es todavía muy fácil dar una explicación, y conviene por ello darla antes de que pase más tiempo. El origen de la cosa está —como también, seguramente, muchos lectores aún saben— en el spot publicitario televisivo de un juego de mesa llamado Scattergories. Es un viejo y conocido juego en el que los participantes deben ofrecer, para distintas categorías o grupos de realidades (por ejemplo: animales, colores, prendas de vestir, etc.), palabras que comiencen por una determinada letra.

Recordemos el anuncio. Vemos en él a un individuo que va abrazado a su Scattergories y acaba de marcharse de una casa. Detrás de él, desde la puerta del chalet, una pareja le grita: «¡Aceptamos barco!». El tipo que se marchaba, con actitud de niño mimoso, pregunta sin volverse: «¿Como animal acuático?». Respuesta: «Sííí». Se deduce que el ofendido dueño del juego regresa a la reunión y que la partida se reanuda. Se introduce un plano explicativo de la mecánica del juego: «Un dado, una letra y miles de horas de diversión con Scattergories», oímos, mientras vemos un dado en el que ha salido la letra p y una hoja de papel en la que un concursante ha escrito, junto a «Medicinas», penicilina, junto a «Lenguas o idiomas», polaco, etc. Siguiente plano: una jugadora —seguramente la misma que había salido junto con su marido hasta la puerta de la casa— se pregunta, con voz melosa, de tonta, y mirando su hoja: «Empezando por p, un animal de compañía». A su lado, muy pegado a ella y mirándola con ojos libidinosos, está el dueño del juego, que, insinuándose, le dice: «¡Pulpo!». Ella da un gritito, al tiempo que el marido, que está al otro lado del ligón, exclama con extrañeza e indignación: «¿¿¿Pulpo???». Rápidamente, el dueño del juego se vuelve hacia él con mirada muy seria y amenazante. No dice nada más, pero el significado de esa mirada es inequívoco: ‘O aceptas pulpo como animal de compañía o me marcho, como he hecho antes, y me llevo el juego’. El marido, resignadamente, mirando a cámara, dice: «Vale», y termina el spot. Como se ve, la frase «aceptamos pulpo como animal de compañía» no llega a pronunciarse, pero está implícita. En verdad el anuncio, de ritmo muy rápido, es muy bueno, dice mucho más de lo que expresamente en él se dice. El insufrible dueño del Scattergories tiene chantajeados con sus caprichos a los demás jugadores, pero a estos les gusta tanto el juego que transigen con todo, porque de lo contrario el insufrible se marcha y se lo lleva. Obviamente, en el anuncio se aprovecha también el doble valor de pulpo —‘molusco cefalópodo’ y ‘tocón, sobón, manos largas’—; y nótese el absurdo añadido que implica, existiendo perro, la elección de aquel sustantivo para animal de compañía con p.

Pedro Álvarez de Miranda, Aceptar pulpo como animal de compañía. Publicado en la sección Rinconete de la página CVC (Centro Virtual Cervantes)