Características de los textos literarios

La literatura utiliza un medio que usamos de forma automática cotidianamente para comunicarnos, la lengua. Pero el modo de emplearla en literatura tiene unas particularidades sobre las que lingüistas y críticos literarios han mantenido muy variadas teorías. Hace casi veinticinco años Fernando Lázaro Carreter resumía así el estado de la cuestión sobre el uso literario del lenguaje:

Como advertirán ustedes, no es mucho lo averiguado acerca de qué es literatura, pero las perspectivas semiológica y lingüística algo ayudan a perfilar su figura, tan evanescente si queremos aprehenderla con criterios estéticos. Si resumimos lo que con trazos muy generales y sin matices llevo dicho, nos encontramos con la posibilidad de definir la literatura como un conjunto de mensajes de carácter no inmediatamente práctico; cada uno de estos mensajes los cifra un emisor o autor con destino a un receptor universal, constituido por todos los lectores potenciales que, en cualquier tiempo o lugar, acudirán voluntaria o fortuitamente a acogerlo. Ese mensaje conlleva su propia situación; lo cual implica que, para adquirir sentido, debe instalarse en la peculiarísima de cada lector, constituyendo una situación de lectura apropiada. Por último, la obra literaria, en función de que debe mantenerse inalterada y ser reproducida en sus propios términos, se cifra o escribe en un lenguaje especial, cuyas propiedades generales se insertan en las del lenguaje literal1, y cuyas propiedades específicas deben investigarse (1980:190).

Los elementos que intervienen en ese acto de comunicación que es el texto literario (emisor,receptor, contexto, canal, mensaje y código) tienen unas peculiaridades que los diferencian de los de los actos de comunicación no literarios. En la investigación y definición de sus características se han centrado en los últimos años otras ramas de la lingüística como la pragmática2, que pone en primer plano la situación prototípica de uso de la lengua, la conversación, en la que dos sujetos que comparten un contexto intercambian información cara a cara. Así, emisor y receptor no comparten el contexto situacional, por lo que no pueden establecer el diálogo que permite preguntar, corregir ocambiar el tema sobre el que se habla. El texto literario es un mensaje que el emisor ha codificado en ausencia de necesidades prácticas inmediatas que afecten a cualquiera de los dos sujetos.Y, como afirma Lázaro Carretes (1980: 180), «aún la literatura más informativa se opone al mensaje ordinario en que es prescindible», ejemplificando así esta afirmación: «El Llanto por Ignacio Sánchez Mejías era excusable apenas se difundió la noticia de la muerte del torero. Lorca no actuaba urgido por una demanda de información ni por la necesidad de darla» (Vi.), con lo cual no cumple el objetivo principal del acto de comunicación.

No se produce la alternancia de tumos propia de la conversación, y cada uno de los sujetos que intervienen mantienen, de principio a fin, su papel de emisor o receptor. El emisor, el autor en este caso, no tiene un interlocutor concreto en un momento concreto:

Pero se dirige a receptores sin rostro; muchos no han nacido: tal vez acojan el texto cuando él ya no exista. A diferencia de lo que ocurre con los otros mensajes, que actúan en un espacio y un tiempo definidos, el literario es atópico y acrónico: aunque lo dicte un acontecimiento bien localizado, puede ocurrir que siga siendo válido cuando ya no quede noticia de aquello que lo motivó (Ib.).

Sin embargo, puede advertirse una mutua influencia entre emisor (escritor) y receptor (lectores)en una doble dirección: el emisor modifica el universo cognitivo del receptor por medio del mensaje que transmite, y este está influyendo en el proceso de codificación del mensaje ya que el emisor ha de tener en cuenta su horizonte de expectativas3 para que se produzca el acto de comunicación de manera adecuada. Existen otras peculiaridades de este peculiar acto de comunicación. A diferencia de lo habitual, la iniciativa no corresponde al emisor, sino al receptor, que es quien decide cuándo y cómo se aproxima al texto literario.

Otra característica ya mencionada y que conviene recordar es el uso no referencial del lenguaje en el texto literario. Es por ello que es ahí, en el mismo texto, donde se haya el contexto que comparten ambos sujetos participantes en este tipo de acto de comunicación. El poema, la narración o el texto dramático crean sus propios espacios literarios, y solo en ellos es posible situar cuanto allí se comunique. Si no fuera así, ciertos tipos de literatura, como la fantástica, serian inconcebibles por la ausencia de referencialidad a algo externo a la obra literaria. Esto, sin embargo, no es radical, y podemos

encontrar una amplia gama de grados, desde textos con una máxima referencialidad, categoría en la que se encuadra lo que se ha denominado literatura realista, a un grado mínimo, ejemplo de lo cual lo encontramos en lo que se ha denominado la literatura hermética de algunos grupos vanguardistas o experimentales.

Como vemos, por tanto, la literatura se define por una serie de características en las que intervienen la intencionalidad del emisor, pero también la del receptor a la hora de acercarse al texto; la modalidad del lenguaje utilizado, que tiene una finalidad estética y que no puede ser modificado; la ausencia de referencialidad externa, y la creación de una referencialidad interna propia, que es recreada por el receptor por medio de la lectura; y, por tanto, de la aceptación tanto por parte del emisor como del receptor de las normas de descodificación implícitas en el texto literario, normas que conforman el individuo interioriza como un tipo de competencia que se adquiere dentro de una cultura determinada en el espacio y en el tiempo a través de un proceso en el que tiene una enorme importancia la educación reglada.

1 «...lenguaje literal, es decir, el destinado a reproducirse en sus propios términos. Ya he aludido a que esta es una característica importante de la lengua literaria, pero no le pertenece en exclusiva, porque la comparte con otros muchos tipos dé lenguaje que no son artísticos» (Carreter,

1980:165).

2 Vid. Escandell Vidal (1993) y con referencia a la literatura Mayoral (1987b).

La información de esta página procede del artículo La construcción del significado en el texto literario. Aproximación a su tratamiento en el aula de ELE, de Antonio Ubach Medina (Universidad Complutense de Madrid)