Julio Cortázar, Inmiscusión terrupta

Julio Cortázar

Inmiscusión Terrupta

Actividades

1. Localice todas las preposiciones que aparecen en el texto, subráyelas y anótelas en su cuaderno.

2. Localice los adverbios del texto, subráyelos y clasifíquelos en su cuaderno según sean de modo, tiempo, lugar, cantidad, negación, afirmación o duda.

3. Localice las conjunciones que hay en el texto, subráyelas y diga, en cada caso, si se trata de una conjunción coordinante o de una conjunción subordinante.

4. Localice en el texto cinco nombres que usted conozca (y crea que existen en el sistema de la lengua española) y escríbalos en su cuaderno junto al determinante que lo precede.

5. Analice morfológicamente los nombres del ejercicio anterior.

6. Localice en el texto tres adjetivos que usted conozca (y crea que existen en el sistema de la lengua española) y analícelos morfológicamente.

7. Localice en el texto diez formas verbales que usted conozca (y crea que existen en el sistema de la lengua española), subráyelas y anótelas e su cuaderno.

8. Analice morfológicamente las formas verbales del ejercicio anterior.

Como no le melga nada que la contradigan, la señora Fifa se acerca a la Tota y ahí nomás le flamenca la cara de un rotundo mofo. Pero la Tota no es inane y de vuelta le arremulga tal acario en pleno tripolio que se lo ladea hasta el copo.

–¡Asquerosa! –brama la señora Fifa, tratando de sonsonarse el ayelmado tripolio que ademenos es de satén rosa. Revoleando una mazoca más bien prolapsa, contracarga a la crimea y consigue marivolarle un suño a la Tota que se desporrona en diagonía y por un momento horadra el raire con sus abroncojantes bocinomias. Por segunda vez se le arrumba un mofo sin merma a flamencarle las mecochas, pero nadie le ha desmunido el encuadre a la Tota sin tener que alanchufarse su contragofia, y así pasa que la señora Fifa contrae una plica de miercolamas a media resma y cuatro peticuras de ésas que no te dan tiempo al vocifugio, y en eso están arremulgándose de ida y de vuelta cuando se ve precivenir el doctor Feta que se inmoluye inclótumo entre las gladiofantas.

–¡Payahás, payahás! –crona el elegantiorum, sujetirando de las desmecrenzas empebufantes.

No ha terminado de halar cuando ya le están manocrujiendo el fano, las colotas, el rijo enjuto y las nalcunias, mofo que arriba y suño al medio y dos miercolanas que para qué.

–¿Te das cuenta? –sinterruge la señora Fifa.

–¡El muy cornaputo! –vociflama la Tota.

Y ahí nomás se recompalmean y fraternulian como si no se hubieran estado polichantando más de cuatro cafotos en plena tetamancia; son así las tofifas y las fitotas, mejor es no terruptarlas porque te desmunen el persiglotio y se quedan tan plopas.