Blas de Otero, "Lo eterno"

La tierra (Lo eterno)

(Ángel fieramente humano --1950-)

Un mundo como un árbol desgajado.

Una generación desarraigada.

Unos hombres sin más destino que

apuntalar las ruinas.

Romper el mar

en el mar, como un himen inmenso,

mecen los árboles el silencio verde,

las estrellas crepitan, yo las oigo.

Sólo el hombre está solo. Es que se sabe

vivo y mortal. Es que se siente huir

—ese río del tiempo hacia la muerte—.

Es que quiere quedar. Seguir siguiendo,

subir, a contra muerte, hasta lo eterno.

Le da miedo mirar. Cierra los ojos

para dormir el sueño de los vivos.

Pero la muerte, desde dentro, ve.

Pero la muerte, desde dentro, vela.

Pero la muerte, desde dentro, mata.

...El mar —la mar—, como un himen inmenso,

los árboles moviendo el verde aire,

la nieve en llamas de la luz en vilo...