Un día especial

UN DÍA ESPECIAL

 

Con requiebres de cadera y moviéndose con gracia se acercó a su pareja.  El suelo ardiente, la pista áspera calentada bajo el inclemente sol trujillano se empeñaba en quemar las plantas de sus bellos y bien torneados pies.  Pero a ella no le importó.  Estaba acostumbrada a eso y a cosas peores.  Las plantas de sus preciosos pies estaban curtidas como cuero, eran duras, ásperas y flexibles y de una singular belleza.  Con la sonrisa en los labios y los ojos coqueteó, con extrema femineidad, al chalán.

 

Los pañuelos revolotearon. Cuando su rostro y el de él ya estaban cerca ella se retiró haciendo un rápido giro, sonriendo. El público aplaudió a la muchacha, aprobando el coqueteo entre sonrisas.  Era la Marinera Norteña en su máximo esplendor.

 

La música continuó y con ella las vueltas, zapateos, punta y taco y cepillados.  La gente aplaudía al ritmo de la música.  La hermosa muchacha de dulce mirada y tierna sonrisa continuó con la danza, sin importarle el calor abrasador del suelo bajo sus pies desnudos.  Entre giro y giro recordó los ensayos en el cuartel.  Sonrió al pensar en el teniente que prácticamente le ordenó usar las sandalias para no quemarse los pies, orden que ella desobedeció limpiamente en femenina rebeldía.  "Prefiero quemarme los pies a malograr mis sandalias" le había dicho al pobre militar estupefacto.  Los repiques y el aletear de pañuelos continuaron, ya venía el final.  Ella pareció aceptar los avances del chalán, pero se alejó nuevamente.  Finalmente, el clímax.  La música, los giros, ... sabía lo que venía.  Eso era la marinera, avances y escapadas, idas y venidas, coqueteos para, finalmente, llegar a la conquista.  El chalán se acercó y ella aceptó por fin. El sonreía, feliz de bailar con esta guapa muchacha y excelente bailarina.

 

La música cesó finalmente y la pareja se unió por fin. Cubriendo los rostros con su sombrero y bajo los aplausos interminables del público él finalmente le robó un beso.  Ella no supo como reaccionar, simplemente cerró los ojos y bajó el rostro.  El la cogió de la barbilla, levantándosela hasta que sus miradas se cruzaron, para finalmente decirle, en un susurro

 

-Feliz cumpleaños Ingrid.  Te quiero.

 

 

 

Para Ingrid Solange, gran amiga, excelente bailarina y dama a carta cabal.  ¡Feliz cumpleaños!

12 de Setiembre de 2012