ALEZANDRA
(Inspirado en una historia real)
Mientras caminaba descalza sobre el piso de tierra, apresurada por llegar a tiempo al colegio y bailar para su aniversario, vio a lo lejos el patio en donde sería el baile.
El suelo quemaba, pero a ella no le importó...ya estaba acostumbrada, tanto que había preferido dejar los zapatos en casa y salir descalza. La pista de baile, se veía, era de arena suave, no sería difícil, se dijo a sí misma.
Conforme se fue acercando, su expresión cambió... Lo que a la distancia parecía arena fina era tierra compacta
llena de piedrecitas.
bajo el sol, brillaban multicolores cientos de trocitos de vidrio, botellas rotas de cerveza de incontables reuniones anteriores
Su corazón se aceleró. Sería imposible bailar allí, sus pies no lo resistirían. Miró a su pareja, suplicante.
Ya habían llegado, el público esperaba el baile.
El sólo atinó a ir a los camerinos. Volvió sonriente con algo en las manos
"Misión cumplida" le dijo, mientras le entregaba un par de ojotas.
"Una chica me las acaba de prestar. Le expliqué lo de las piedras y los vidrios y de inmediato se las quitó para que tú las uses. Pontelas"
Ella se las puso presurosa. Felizmente le quedaban, aunque algo sueltas. Sus pies delgados, esbeltos, de arcos pronunciados, bailaban un poco dentro de las ojotas toscas
Ya más segura, se acercó a la pista de baile junto a él, su pareja desde hacía tiempo
La música empezó, el redoble de tambores y la trompeta característica que llamaba al baile.
Empezaron a bailar, mientras el público aplaudía al ritmo de la música.
Pero algo no estaba bien, algo no era igual.
Sentía los pies como de plomo, pesados, torpes
los pasos no le salían, no tenía gracia
Le faltaba algo
¡No! Era al contrario, le sobraba algo....
Sus pies se sentían prisioneros en las ojotas
Les faltaba libertad, estaban aprisionados en las toscas sandalias de llanta
"¡Ohhhhh!" se escuchó entre el público, mientras la guapa muchacha se descalzaba y tiraba las ojotas a un lado
Sus pies desnudos se posaron sobre el piso de tierra y piedras, sobre las astillas de vidrio
pero a ella no le importó....¡era libre!
siguió bailando, ahora con más brió
el vuelo de la falda se movía con gracia, el pañuelo aleteaba, ella sonreía mientras sus pies raspaban con fuerza el suelo agreste.
Las piedrecitas puntiagudas, los vidrios afilados se empeñaban en arañar sus plantas curtidas, que parecían cuero vivo. Dolía, pero ella ignoró el dolor. Su mente estaba en otra parte, en el baile.
La adrenalina fluía y la hacía bailar más y más
La marinera era su pasión, y sólo podía bailarla descalza, a pie desnudo, sin importar en donde.
La gente emocionada aplaudía, viendo a esta muchacha hermosa bailar sobre las piedrecitas y los vidrios rotos sin dejar de sonreir.
La música terminó y con ella el baile. La pareja se retiró lentamente hacia los camerinos.
Bajo una salva de aplausos que no se detenían.
Al llegar se sentó y revisó las plantas de sus pies. Le latían y estaba asustada de lo que podría encontrar.
Sólo algunos arañazos aquí y allá, ningún corte profundo. Sus pies, nobles, fuertes, habían soportado el tormento valientemente.
Sonrió, mientras miraba los ojos asustados de su pareja.
"Eres increíble" le dijo él
"Tú también" dijo ella. Ambos rieron y empezaron a caminar rumbo al paradero del bus que los llevaría de vuelta a casa.
FIN