Sana Competencia

SANA COMPETENCIA

(Esta historia está inspirada en la vida real)

El ensayo había terminado, y las chicas quedaron exhaustas.

-Esto no es fácil, ¿no?

-¡Para nada!

-Pero igual me encanta la Marinera, aunque este paso no me sale

-¿No te sale, en serio?

-Bueno, sí me sale, pero me duele, me voy a lastimar los pies

-¿Y eso qué importa? ¡La marinera es así!

-¡Pero duele!

-¿Quieres ver mis pies? Dijo Angélica

Y tras decir esto Angélica se arrodillo en la silla, mostrando las plantas de sus pies.

-¡Asu!

La muchacha miró sorprendida esas plantas ásperas y amarillentas, completamente encallecidas.  Los pies de Angélica eran pequeños y con arcos muy pronunciados, que los hacía lucir aún más bonitos.

-¡Flor, enséñale los tuyos!

Flor sonrió, se sentó en el suelo y levantó los pies para que la muchacha, que recién llevaba dos semanas en el grupo, pudiese verle las plantas.

Las demás chicas rieron, mientras la chica nueva miraba con atención las plantas de Flor.  A excepción de los arcos, la totalidad de sus plantas estaba encallecida.  Observó los pies de Flor, largos, algo delgados y de dedos largos también.  Pies elegantes, esbeltos, de plantas que lucían como cuero.  Como hipnotizada estiró la mano hasta que sus dedos tocaron esas plantas curtidas... se sentían muy ásperas, tremendamente endurecidas.

-¿Así acabarán mis pies?

-Sólo si ensayas bien - Dijo Flor, y todas rieron.

-Mira Flor, mi meñique tiene más callos que el tuyo - Dijo Angélica, en medio de más risas.

-¡Sí, pero mis talones son más duros!

¡Señoritas, fin del descanso!

El ensayo continuó, las muchachas estaban más animadas ahora. La chica nueva ya había entrado en confianza y se sentía aceptada por el grupo.  Mientras bailaba no dejaba de pensar en las plantas de los pies de Angélica y de Flor.  ¡Sí!  Eso es lo que quería, algún día, pronto, sus plantas serían así, duras y ásperas.  Esto la animó a probar el paso difícil y esta vez le salió.  Una y otra vez lo ensayó, perfeccionando su técnica, con entusiasmo y energía.

Al terminar el ensayo sintió una punzada.  Se sentó y revisó su pie, que lucía lastimado.  En fin, había valido la pena

-Esa es la primera marca en tus pies, ¡tómale fotos para que nunca la olvides! le dijo Angélica

La muchacha sonrió.  De su bolso sacó una cámara y se la dió a Flor

-¿Puedes?

-¡Claro!

Flor apuntó la cámara hacia la muchacha sonriente, que con un dedo señalaba la herida en su pie.  Luego tomó una foto de cerca, mostrando la planta del pie de la muchacha.

-Esta es la primera de muchas que vendrán, si decides seguir bailando.

-¡Claro!  Me encanta la Marinera, por nada la dejaría.  Sonaba sincera, y las demás chicas sonrieron.

El grupo siguió reuniéndose durante las semanas siguientes, y la muchacha nueva continúo mejorando y haciendo progresos.  En los descansos las chicas se reunían siempre alrededor de Flor y Angélica, para ver su pequeña "competencia" como a ellas les gustaba llamarla.

-¡Ya! ¿Comparamos?

-A ver, esta vez te gano

Ambas chicas se mostraban las plantas de los pies la una a la otra, en medio de la algarabía general.

-Sí, tus plantas están muy ásperas- Dijo Angélica, mientras tocaba los pies de Flor

-Pero tú me ganaste esta vez, ¡las tuyas parecen lija gruesa!  Dijo a su vez Flor, mientras sus dedos acariciaban la curtida piel de las plantas de Angélica

-¡No molestes!  Además a mi novio le encantan así.

-Pronto te ganaré... Ya empecé a salir a la calle sin zapatos, los fines de semana no los uso para nada, el sábado pasado me fuí al mall descalza con un grupo de amigas.

Las demás chicas rieron.  Les gustaba ver esta pequeña competencia amistosa que Flor y Angélica habían empezado algunas semanas atrás.  Se admiraban al ver la naturalidad con la que las chicas hablaban de sus pies, de sus plantas duras y ásperas, a vista y paciencia de todos.  Ver los pies de esas muchachas, totalmente entregadas a la Marinera, era motivo de admiración y las motivaba.

La marinera es así.  Las muchachas que la bailan son alegres y espontáneas, naturales, y sencillas, sin poses.  Aman este baile con pasión y valor, al punto de que no les importa tener las plantas de los pies duras y ásperas, curtidas como cuero, con tal de poder bailar y bailar, las más de las veces en pisos agrestes, ásperos e incluso calientes.  Sus pies son su orgullo y podrían pasarse horas hablando de sus ensayos y de los pisos difíciles en donde les ha tocado bailar.  Al momento del baile se olvidan de todo lo demás, sus pies pasan a segundo plano y hasta ignoran el dolor que les causa cuando el piso quema tremendamente o cuando la pista áspera les raspa los pies.  Si conoces a alguna bailarina, pídele que te enseñe sus pies.  Seguramente lo hará con una sonrisa, aunque quizás algo avergonzada pensando que no te parecerán bonitos... siéntete afortunado, porque esos pies que tendrás entre tus manos son joyas, admira esas plantas fuertes y duras, porque esa piel áspera y resistente es el fruto de horas de ensayo y esfuerzo, y esos pies, así, son realmente hermosos, y son el signo que identifica a una verdadera bailarina de Marinera Norteña.  Díselo, dile que sus pies son hermosos, que debe estar orgullosa de ellos y que debe lucirlos, y seguramente le arrancarás una sonrisa y un dulce "gracias".

FIN

Dedicado a Flor y a todas las bailarinas de Marinera Norteña que día a día, hora a hora, con pasión, se entregan a este hermoso baile nacional.