La primera vez

LA PRIMERA VEZ

Hoy era el gran día, su día.  Se alistó para las clases, tocaba laboratorio así que debía calzarse las pesadas botas de seguridad...¡cómo le incomodaban!  Colocó su mameluco en el bolso y enrumbó a clases, absorta en sus pensamientos...¿cómo sería él? ¿sería amable? ¿O quizás muy frío y profesional?

Tuvo la suerte de conseguir asiento, todo un lujo realmente.  En el trayecto a la universidad recordó sus inicios en la marinera...era gracioso, ella era la única a la que le gustaba estar sin zapatos hasta cuando no ensayaban, la que se ofrecía para ir a comprar las gaseosas y los refrescos a la tienda de la esquina.  Le encantaba salir sin zapatos a la calle, sentir la vereda lisa y la pista áspera como lija.  Las plantas de sus pies terminaban negras, pero mami, previsora, llevaba siempre pañitos húmedos para limpiarla.  Le causó gracia recordar eso.

Había llegado.  Bajó del bus y atravesó la puerta de la universidad.  Enrumbó al laboratorio y se enfundó en el overol.  El ruido de los motores, el olor a combustible y a humo, el sentir el zumbido de los pistones subiendo y bajando...todo eso le encantaba.  Sí, le gustaba la mecánica, había elegido bien.  "¿Ingeniería mecánica? ¡Pero si eres mujer! ¿Qué vas a hacer en los fierros? ¿te vas a ir a una mina?"  Eso y otras cosas le habían dicho, pero nada la desanimó.  Sería ingeniera mecánica, eso estaba decidido.

El laboratorio estuvo interesante. Era bueno ver la aplicación práctica de lo visto en el salón, en la pizarra.  En fin, había llegado la hora.  La clase había terminado.  Se quitó las botas, las medias y el mameluco. Guardó todo en su bolso.  Se sentía extrañamente feliz.  Era la primera vez que caminaba descalza dentro de la universidad, su universidad.  Sí, antes ya había estado sin zapatos, estudiando o almorzando, pero simplemente sentada.  Ahora era distinto, estaba caminando sin zapatos atravesando el enorme campus rumbo a la puerta de salida.  Las texturas eran diferentes...suelos lisos, suaves, otros rugosos, ásperos.  Era bonito sentir todo eso con los pies desnudos.  Algunas personas la miraban de reojo, otros se quedaban mirando sus pies sorprendidos, los más ni caso, no se daban cuenta o simplemente la ignoraban.  Quizás pensarían que era alguna estudiante medio hippie de la facultad de arte, o alguna chica excéntrica.  No le importaba.  Nunca le había gustado ser normal, era algo que le cansaba, le aburría...pero no iba descalza por salirse de la norma, o por rebeldía... era distinto...era por comodidad, por pasión...sentía, sabía que los zapatos no eran necesarios, al menos para ella... simplemente se sentía bien descalza, se sentía cómoda, feliz... años de bailar marinera habían fortalecido sus pies, al punto que los suelos calientes no la molestan...al contrario, le gustaban, los sentía como tibios, aunque realmente estuvieran ardiendo.  En más de una ocasión hasta había caminado en esas tapas metálicas de alcantarilla...simplemente no la incomodaban, para ella era normal andar descalza.  En su barrio iba siempre a comprar sin zapatos.

Mientras cavilaba, ya había llegado a la puerta de salida.  La atravesó de lo más normal, como siempre, sólo que sin zapatos.  Se sentía bien, contenta, cómoda, libre.  ¡Qué tal cambio!  De los zapatones de punta de acero, pesados y toscos, a la libertad de los pies descalzos.  Esperó un momento y subió al bus.  Al rato bajó en una esquina y caminó a casa de Liz.

 

"¿Y tus zapatos?"

"En el bolso.  Los zapatos de ingeniero"

"Ah, laboratorio de energía"

"Sí. ¿Me acompañas?"

"Ya. Deja todo aquí. Vamos"  y agregó "Estás loca"

"Creo que sí"

"Pero yo te acompaño en tus locuras"

Rieron.  Liz era su mejor amiga.  Le había contado sobre las fotos y ella había aceptado acompañarla.  Total, era cerca a su casa.  Caminaron hasta Plaza San Miguel.  Ya empezaba el calor, y con él, la pista a calentarse.  No le importó, ni lo sentía, solo era algo tibio, agradable... iba percibiendo el camino con los pies. Algunas personas la miraban, pero a ella le daba igual.

Finalmente llegaron.  Angel las recibió con una sonrisa.  Se pusieron a conversar, de todo, de distintas cosas.  Era fácil, la conversación fluía, era como si se conocieran de años.  Le hizo sentir bien, cómoda, le inspiraba confianza.  Las dudas que había tenido se disiparon en un momento.  Le contó cómo se había vuelto barefooter, cuánto le gustaba la marinera y cómo le encantaba caminar sin zapatos.  El escuchaba atento, sonreía, asentía.  Era genial... nunca antes en su vida se había sentido valorada, apreciada por caminar descalza, por ser barefooter.  Bueno, su familia, sus amigos, Carlo incluso aceptaban esta "peculiaridad" suya.  Pero no era algo que les gustara o que incentivaran, simplemente lo aceptaban, o lo soportaban...a veces a regañadientes, como cuando su mamá le recriminaba por parar perdiendo las medias y a veces hasta los zapatos.  En cambio ahora era distinto.  Angel la comprendía y le parecía fantástico que ella caminara descalza en la calle de lo más normal.  Le contó que había otra chica que hacía lo mismo y que él había conocido hacía poco.  ¡No estaba sola, había otras!  Sí, había otras, muchas... en otros países, pero ya habían empezado también en Perú. 

Milagros estaba feliz... Angel les había invitado un desayuno a ella y a Liz en el Starbucks mientras conversaban, luego de haberles tomado las primeras fotos juntas ni bien llegaron.  Algunas fotos más aqui y allá, mientras ella y Liz paseaban por el centro comercial.  Le encantó subir las escaleras mecánicas sin zapatos... sentía cómo el metal se incrustaba en las plantas de sus pies...le causaba gracia, por un momento recordó las marcas que deja el tenedor al prensar la papa para el puré...¡ja ja ja!  Levantó un pie para mirar su planta, llena de rayitas, "indentada" como dirían en su facultad.  Lucía bien, se sentía bien. El piso del centro comercial era agradable, liso.  Entraron luego a Saga, a ver perfumes...el piso helado le dio la bienvenida, se sentía rico, aunque era completamente liso, sin texturas interesantes.  Le gustaba sentir las texturas del suelo con los pies, las temperaturas, caminar en piedritas, en pista rugosa, en pasto.  Angel tomaba fotos de cuando en cuando.  Al rato salieron del centro comercial y cruzaron hacia la zona de los juegos mecánicos.  Había una zona con pasto y se tendió allí para más fotos.  Se sentía bien, natural, era agradable.  Angel era una persona en la que podía confiar, con la que podía conversar y sentirse cómoda, ser ella misma.  Por primera vez alguien verdaderamente apreciaba que ella fuera barefooter.  Milagros se sentía feliz, se sentía completa, se sentía tan ella misma... había encontrado algo que le hacía falta, algo que necesitaba sin saberlo, el aprecio por eso que era tan suyo, el disfrutar andar sin zapatos, algo que la identificaba y la hacía sentir distinta.  Ese era su don, y ahora lo sabía.  Tenía que compartirlo, tenía que contarle a otras chicas lo lindo que era andar descalza, lo feliz y libre que ella se sentía así. Ahora se sentía segura, no era ninguna locura, estaba bien, era algo bueno ser barefooter...¡Y habían otras como ella!Había terminado... Se despidieron de Angel como buenos amigos...sí, eso era lo que eran...amigos.  Era el principio de una bonita amistad. Y no era despedida, sólo un hasta luego...harían más fotos juntos, de hecho, muy pronto, en otros lugares, retos, desafíos, aventuras...todo un mundo nuevo estaba ahora, literalmente, a sus pies. El le prometió enviarle pronto las fotos, y ella compartirlas en su muro, divulgarlas, difundirlas...no en vano era Administradora de "Lindas Descalzas", el grupo que habían formado para difundir este estilo de vida entre las peruanas, y que estaba despegando muy bien. Sí, era su misión, ella difundiría con su ejemplo y su voz el ser barefooter.Mientras ella y Liz caminaban rumbo a su casa iban conversando animadamente.  Milagros no podía ocultar su emoción, todo había salido perfecto, a pedir de boca, había superado sus expectativas."Ya te dije, estás loca, pero yo te acompaño en tus locuras"

"Soy barefooter.  Y tú eres mi BFF"

 

FIN

 

Con aprecio y admiración para Milagros Kam Martínez, dedicada bailarina de marinera norteña y auténtica y apasionada barefooter, con motivo de su primera sesión de fotos para el grupo "Lindas Descalzas" que ella admiinistra

 

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