DESCALZA

DESCALZA

Su alma había sido lastimada, herida... pero ella era fuerte.  Dolía, y mucho.  Era duro.  Sería difícil, lo sabía, pero podría superarlo, salir adelante.

La marinera norteña sería su refugio, su catarsis.  Sería la forma, el canal para cicatrizar y sanar su dolor, aquél dolor que llevaba dentro de ella.  Sus pies harían que su alma sanara.  Las cosas sucedían por algo, y quizás esta era una señal.  El momento de volver a la marinera había llegado.  Era el tiempo y el lugar.  La clase fue un reencuentro con una vieja amiga, fue como volver a casa, una liberación, un dejarse ir, volver a ser ella misma.

El ensayo había terminado, pero no era el fin, sino el comienzo.  Era noche ya, las nueve.  Guardó sus cosas en el maletín, y también su calzado.  No lo necesitaba.  Esta noche volvería a casa con los pies desnudos.

El camino era largo y hacía frío.  Sentía a cada paso las texturas de la vereda y luego de la pista áspera y rugosa.  Algunas personas miraban sus pies descalzos, pero a ella no le importaba.  Cada paso era como sentir un mundo nuevo, como volver a vivir una y otra vez la marinera que tanto amaba.  Miró sus pies.  Eran hermosos, y ella lo sabía.  Ya se lo habían dicho antes.  Sentía los pies helados, dolía...pero era justo lo que quería, lo que necesitaba en ese momento su espíritu, lo que su alma anhelaba. 

Llegó a casa.  Habían sido diecisiete cuadras.  Y sentía que aún le faltaba más, muchos más kilómetros por recorrer, mucho más tiempo para decir "lo logré".  Miró sus plantas encallecidas.  "Así son más hermosas, créeme" le habían dicho.  Y empezaba a creerlo, a darse cuenta de que era así.  Las convertiría en cuero: fuertes, duras, ásperas.  Sólo sus arcos se mantendrían suaves y delicados, serían el único recuerdo de cómo fueron alguna vez las plantas de sus pies, antes de entregarlas a la marinera, antes de inmolarlas para cicatrizar las heridas de su alma buena.  Le pondría retos duros a sus bonitos pies:  suelos pedregosos y agrestes, pistas ásperas y calientes.  Cada día saldría a caminar descalza, cada vez más lejos, cada vez más tiempo, para templar su espíritu, para demostrarse a sí misma que podía hacerlo.  Acababa de nacer una barefooter, acababa de empezar una nueva vida, que viviría a su manera.  ¡Sí!  Que la gente la viera descalza en la calle, en el centro comercial, de paseo...así sería libre, así sería feliz.  Esa era la respuesta que estaba buscando.

Miró nuevamente sus pies.  Eran hermosos. Sonrió, y empezó a alistarse para dormir, pensando a dónde iría descalza al día siguiente.

FIN

20170926