La caminata

LA CAMINATA

(Inspirada en hechos reales)

El viaje en combi desde el trabajo a casa era largo y cansado.  Y más aún un viernes por la noche como hoy... por momentos el tráfico parecía no avanzar.  El día en la oficina había sido cansado, pero felizmente ya había terminado y empezaba el fin de semana.

Estaba algo nerviosa, pero lo había decidido.  Luego del largo viaje, finalmente bajó de la combi.  Se agachó y se quitó los zapatos y luego las medias.  Hacía algo de frío, pero eso no la desanimó.  Sintió el pavimento helado bajo las plantas de sus pies desnudos.  Miró sus pies:  eran bonitos.  Sus arcos eran muy pronunciados.  Parecía que mientras más les exigía, mientras más difíciles eran los retos que la Marinera Norteña le ponía a sus pies, más bonitos se volvían.  Repentinamente recordó a su buena amiga Alexandra, la que la fastidiaba diciéndole que tenía pies feos por lo encallecidas que tenía las plantas de sus pies.  "Yo he hecho famosos tus hermosos pies de hobbit, son tema de conversaciones" le decía, para luego agregar "Sabes que te quiero pinky, a tí y a tus pies hermosamente feos" Madeley sonrió al recordarlo.

Levantó un pie y luego el otro, para mirar sus plantas.  Estaban limpias aún, pero sabía que eso duraría muy poco tiempo.  La marinera le había curtido las plantas de sus pies, las había convertido en cuero.  De tanto ensayar y bailar en suelos ásperos y extremadamente calientes sus plantas habían creado su propia protección.  Se habían encallecido ya, estaban duras y ásperas, correosas...Sus arcos, que nunca tocaban el suelo, aún permanecían suaves y delicados.  Las plantas de sus pies tenían personalidad, eran fuertes, resistentes, muy duras pero flexibles... y muy hermosas también, ya se lo habían dicho.  Madeley sonrió y empezó a caminar.  Algunas cuadras separaban el paradero de su casa.  Sentía algo de vergüenza por caminar así, con los pies desnudos por la calle... pero sin embargo también sentía emoción, libertad... sus pies se deslizaban por el suelo áspero y rugoso, liso en otras ocasiones, a veces algunas piedras y el suelo roto se empeñaban en lastimarle los pies, sin éxito... las plantas de sus pies eran su armadura.  Felizmente no había gente en la calle, eso hizo su primera aventura descalza mucho más fácil.

Luego de algunas cuadras, se detuvo para mirar nuevamente las plantas de sus pies.  El polvo se había adherido a ellas y lucían negras como el carbón.  Eso realzaba aún más la silueta de sus plantas, sus arcos blancos y perfectos, y las hacía verse aún más bonitas.  El corazón le palpitaba de la emoción. Caminar sin zapatos por la calle era emocionante, se sentía casi como algo prohibido, pero también sus pies sentían la misma libertad que sentían al bailar marinera.  Estaba en paz consigo misma, se sentía feliz de haberlo decidido.

Finalmente, luego de varias cuadras, llegó a su casa. Abrió la puerta y entró sin hacer ruido.  Descalza se movía con mayor agilidad y sigilo, como una gata.  Una gran sonrisa adornaba su bonito rostro, y sus hermosos ojos brillaban de felicidad.  Entró a su habitación, dejó sus cosas y se arrodilló en la cama, para apreciar las plantas de sus pies. Sonrió satisfecha, le gustaba lo que veía:  sus plantas ennegrecidas por el polvo, sus huellas lucían nítias, bien definidas.  Sacó su celular y empezó a tomarles algunas fotos.  Se sentía orgullosa de sus pies, de lo fuertes que eran, de todo lo que sus plantas eran capaces de soportar.

Mañana, temprano por la mañana, saldría nuevamente descalza a la calle.  Esta vez no sólo tomaría fotos, sino que grabaría un video de su aventura descalza.  Sí, lo haría a diario, caminar sin zapatos en la calle no sólo fortalecería aún más las plantas de sus pies, sino que también templaría su espíritu, su carácter, y le daría más confianza en sí misma.  Y si alguien le preguntara por qué caminaba sin zapatos, por qué iba descalza, tenía la respuesta correcta:  "Es que bailo marinera norteña, y así fortalezco mis pies".

Fue al baño, se lavó los pies a conciencia, sintiendo la áspera y dura textura de sus plantas, y luego fue a acostarse, contenta, satisfecha, y soñando con marinera norteña.

FIN

20190504