Cuando se baila marinera...

CUANDO SE BAILA MARINERA...

El sol abrasaba, el calor era infernal. Linda vio cómo el aire caliente se elevaba del suelo. Los adoquines de cemento, ásperos como lija gruesa, estaban calientes, como brasas ardientes.

No le importó, tenía que hacerlo, quería hacerlo. La marinera es así, se baila descalza. Sin dudarlo, sonriendo, se quitó las sandalias y posó sus hermosos pies desnudos sobre el hirviente suelo.El piso caliente le dio la bienvenida, empeñándose en derrotarla. Sintió cómo el suelo le quemaba los pies, cómo literalmente le freía las plantas, abrasándolas.

Oleadas de dolor recorrieron sus piernas y su columna vertebral hasta llegar a su cerebro. Tembló un poco, pero no se rindió.

Imaginó cómo le quedarían las plantas de los pies al terminar de bailar. Enrojecidas, ardiéndole...felizmente ya estaban curtidas, podría soportarlo. Sonrió y empezó a andar, lentamente, hasta el centro de la pista, en donde su pareja la esperaba, atónito, observando sus pies descalzos que grácilmente se movían sobre el quemante suelo.

Ella lo miró y le sonrió, susurrándole:

"Cuando se baila marinera no existe dolor"

La música empezó, los pañuelos se elevaron y empezó el ritual de conquista en el que un adinerado chalán con zapatos de charol trata de conquistar, de vencer a una campesina descalza, el ritual en el que el chalán desafía a la campesina a bailar a pie desnudo en los peores suelos, la aparentemente injusta competencia entre las gruesas suelas de sus costosos zapatos y la piel indefensa de los pies descalzos de ella, en la que, increíblemente, es la campesina la que vence, derrotando con sus pies al chalán, conquistándolo una y otra vez, como diciéndole "Mira lo que le hago a mis pies por tí, mira lo que mis pies aguantan para tí".La pareja se movía con gracia, el público aplaudía sorprendido, totalmente consciente de lo ardiente que era el piso de ese paseo a orillas de la playa, bajo el inclemente sol del medio día norteño."Cuando se baila marinera no existe dolor, no existe dolor, no existe dolor" se repetía a sí misma, sin dejar de sonreir.El suelo le abrasaba las plantas de los pies.. dolía, sí...pero ella sabía cómo convertir ese dolor en arte, en pasión, en danza, en coquetería...en placer. Sus hermosos pies eran para eso, para bailar marinera en los peore suelos. Era, como siempre decía, un doble placer: el placer de bailar y el placer del desafío, del reto, de someter a sus pies a pruebas cada vez más duras, más difíciles, como si, voluntariamente, hubiese decidido torturarlos una y otra vez al ritmo de la música. "La marinera es la forma más hermosa de torturar los pies de una mujer" le habían dicho alguna vez...¡cuánta razón tenían!

La música llegaba a su fin, el ritual había concluído...el chalán yacía derrotado ante los pies de la bailarina, había sido vencido una vez más, conquistado por una guapa dama descalza. Había lanzado un desafío y habia regresado vencido, pero con honor. El público estalló en aplausos, algunas chicas se acercaron diciéndole "muéstralas, muéstralas".

Ya era como una tradición para ella... sonriendo, levantó un poco el vuelo de su falda y se arrodilló en la silla que le alcanzaron para mostrar al público, a SU público, las plantas de sus bellos pies.

A pedido del público, hacía ya unos meses, ella le había mostrado las plantas de los pies a la gente luego de bailar. Desde entonces se lo pedían siempre y ella accedía gustosa. Todo por su marinera ,todo para difundir a las nuevas generaciones esta hermosa pasión que era su vida. Incluso tenía un álbum en su página de Facebook con fotos de las plantas de los pies, pies que eran la admiración y la inspiración de muchas bailarinas a lo largo y ancho del país.

"¡Ohhhh!" Dijeron las muchachas, al ver sus plantas totalmente enrojecidas...bueno, casi....sus arcos pronunciados seguían blancos. La piel enrojecida dibujaba bellamente la silueta de su huella, de la huella de aquéllos pies delicados, bellamente formados, delgados, largos y esbeltos, de arcos pronunciados y deditos largos.  Como si fuese algo sagrado le tocaron las plantas de los pies, sintiéndolas calientes, duras y ásperas. No habían ampollas, sus plantas ya estaban curtidas, duras, fuertes.

"¡Gracias, Gracias!" dijeron las chicas, mientras Linda, sonriendo, bajó de la silla, se acercó a donde había dejado sus sandalias, las tomó en la mano y se fue caminando descalza,lentamente, hacia los improvisados vestuarios, sobre los adoquines calientes a los que, al igual que su chalán, sus pies habían derrotado.

"Cuando se bala marinera no existe dolor" pensó...y agregó "Sólo placer y pasión"

FIN

Con admiración y aprecio para Linda Elizabeth Reyes Troncos, hermosa y valiente dama de nuestra Marinera Norteña

Perú, 10 de junio de 2013.