Señorita Simpatía

SEÑORITA SIMPATÍA

(Una historia real)

"¡Bienvenidos a Monsefú

Tierra de hermosas flores

Donde nuestras costumbres y tradiciones

están en mi Fexticum de mi amores!"

Con este hermoso alegre pregón, Yasury empezaba su reinado como Señorita Simpatía del Fexticum 2019.  El camino había sido arduo, pero había valido la pena.  Luego de una reñida y larga competencia, durante varios días, había demostrado su conocimiento de las tradiciones y la cultura de su pueblo, de su amado Monsefú, para coronarse finalmente como Señorita Simpatía.  Las tradiciones de su pueblo, y sobre todo su amada Marinera Norteña, eran su pasión, su motor, lo que le daba fuerzas y alegría para continuar y para, ahora, asumir el reto de representar al Fexticum en numerosos eventos y actividades a lo largo de todo un año.  Yasuri había tomado una decisión, había hecho una promesa:  asistiría descalza a todos los eventos y actividades programados, como señal de respeto a las tradiciones ancestrales de Monsefú.  

Desde muy niña le había gustado caminar sin zapatos, en el campo y en la calle.  Le encantaba ponerle toda clase de retos a las plantas de sus pies, ¡lo que sea!:  cascajo, tierra, piedras puntiagudas, espinas, desmonte,pistas muy calientes.  Le encantaba caminar descalza al medio día por la carretera, que de tan caliente que estaba se sentía casi como caminar sobre brasas ardientes, sobre carbones encendidos... Esos desafíos la motivaban para bailar mejor la marinera norteña.  A Yasury le gustaba sentir el calor intenso de la pista bajo el sol de medio día, realmente le gustaba quemarse las plantas de los pies en el suelo ardiente...sentir ese ardor en sus plantas la inspiraba para dar todo de sí, para bailar con más ganas, para coquetear más a su pareja durante el baile.  Sus amigos lo sabían muy bien, y entendían que Yasuri le hacía todo eso y más a sus pies por su amor, por su gran pasión por la marinera.

El ardor, el dolor en las plantas de sus pies, las ampollas la hacían entregarse mejor y dar un buen baile.  Yasury amaba tanto la marinera norteña que había llegado al grado de transformar el dolor de las plantas de sus pies en placer, en motivación para bailar mejor, había aprendido a disfrutarlo y a desearlo.  En muchas presentaciones de marinera al aire libre habían vidrios rotos en el suelo, pedazos de botellas de cerveza de reuniones, fiestas y eventos anteriores.  Al ver los vidrios brillar bajo el sol intenso, sobre el piso ardiente, Yasuri sentía algo de temor... pero también de emoción, de ganas de hacerlo, de probarse a sí misma y a sus pies, de retar, de desafiar a sus plantas a soportarlo todo, a hacerse cada vez más y más fuertes, hasta convertirlas en cuero, hasta curtirlas y volverlas duras y ásperas, para que soporten de todo por su amada marinera.  

Sus amigos, al ver las heridas de las plantas de sus pies, a veces le gritaban, la resondraban por no curárselas, por no cuidárselas...Pero para Yasury, lastimarse las plantas de los pies en los ensayos y presentaciones, tenerlas llenas de heridas, era algo normal...eran como sus condecoraciones de guerra.  Le gustaba ver las plantas de sus pies así, encallecidas, lastimadas, le recordaba que la marinera norteña era la razón de su vida, su amor, su felicidad... y se sentía feliz y orgullosa de tener las plantas de sus pies de ese modo, y de lucirlas.  

A lo largo de todo el concurso del Fexticum Yasury había dejado siempre los zapatos en casa.  Llegaba caminando descalza a todos los eventos, sin importarle lo caliente de la pista, las piedras ni nada... al contrario, disfrutando sentir cómo el suelo caliente le abrasaba las plantas de sus pies.  Durante más de 4 horas se había quemado las plantas de los pies, por su marinera, por el Fexticum.  Le gustaba verlas así, enrojecidas, sentir el ardor...y todo eso había valido la pena.  

Y ahora, que era la Señorita Simpatía, sabía muy bien lo que le esperaba:  un año arduo, emocionante, intenso y lleno de actividades.  Y había hecho una promesa:  dejaría siempre los zapatos en casa, llegaría descalza a todas las actividades, a todos los eventos, caminaría por las calles descalza, sobre pistas calientes, sobre piedras, sobre cascajo y vidrios rotos.  Lo haría por Monsefú y por su gente.  Lo haría por el Fexticum.  Lo haría por la Marinera Norteña, y lo haría con gusto, con amor y pasión, como hacía siempre todas las cosas.

FIN

20190721