Cómo empezó

CÓMO EMPEZÓ

(Una historia real)

-¿También salías descalza a la calle en Moche?

-Sí, en Moche lo hacía lo aveces, mi Abuelita siempre me regañaba por andar sin zapatos, pero iba a los negocios sin zapatos, en el colegio me sacaba los zapatos mientras estaba sentada en mi pupitre, en mi casa en Moche aveces escondía mis zapatos para no usarlos, cuando niña me encantaba sentirme libre y qué mejor manera de sentir el fresco o ese ardor en las plantas de mis pies, pero eso se acababa cuando mi abuelita me tiraba de las orejas por andar descalza...

-O sea que era algo ocasional...

-Sí, al principio.  Todo comenzó un día.  Estaba caminando en las calles de Moche, donde nací.  Ví a un grupo de jóvenes, hombres y mujeres, caminando sin zapatos y eso llamó de inmediato mi atención, porque yo sólo caminaba descalza en mi casa o para ir a comprar a las tiendas cercanas... pero en el centro de Moche...¡Guau!  Me llamó tanto la atención que me acerqué a ellos, algo tímida, y les pregunté

-"¿Por qué no usan zapatos?".  Ellos me preguntaron

-"¿Tú bailas marinera?" y les dije

-"Sí, ¿por qué?"

Y ellos me explicaron que caminar sin zapatos era una forma para entrenar las plantas de los pies, y que hacían muchas cosas más, y así fue como todo empezó.

Comencé a caminar descalza a escondidas de mi abuelita.  Me paraba sin zapatos en las pistas muy calientes para tener más fuerza al bailar y para aprender a soportar el dolor y el ardor.  ¡Una vez bailé en una fiesta patronal de mi pueblo sobre vidrios rotos! El suelo estaba lleno de vidrios porque la noche anterior había habido una pelea y habían roto botellas y una ventana.  Además de eso era medio día y la pista quemaba muchísimo.  Yo simplemente bailé, como si nada, y la sentí fresca.  Ni cuenta me dí, hasta que mi pareja me dijo "¡Estás sangrando!" y claro, los vidrios me habían cortado las plantas de los pies, y yo ni cuenta me había dado.

Desde entonces bailo siempre sin zapatos, en toda clase de suelos, en los peores que te puedas imaginar, sin miedo.

Y al decirlo me enseño las plantas de sus pies.  Eran fuertes, encallecidas, curtidas como el cuero.  Sus arcos eran pronunciados.  Era increíble, tenía pies hermosos, era como si mientras más les exigiera a sus pies, más bonitos se volvían.  Sus plantas fuertes, duras, ásperas, poseían gran belleza.  Era algo admirable en verdad.  Luego le pregunté:

-¿Y en Chile, en Santiago?

-Y bueno, en Santiago un tiempo estuve descalza, claro la gente se impresionaba al verme descalza, muchas personas se acercaban a preguntarme ¿Por qué no usas zapatos? ¿Te encuentras bien? o muchas cosas más. 

A veces sentía mirada de lástima o rechazo, pero a las personas que se atrevían a preguntar les contaba que soy Peruana y que nuestra danza se baila sin zapatos y que era una manera de fortalecer mis plantas.

Como te contaba ahora por algunos problemas he vuelto a usar zapatos, pero espero que pronto todo se arregle y ya volveré a salir descalza a la calle.  Sólo usaré zapatos para trabajar, el resto del tiempo voy a vivir descalza, ya te contaré.

-Realmente quieres hacerlo, vivir descalza, ser una barefooter ¿no?

-Sí, totalmente.  La marinera norteña no es solo un baile, es un estilo de vida, una forma de vivir. Y yo quiero vivir descalza.  Y voy a lograrlo, ya verás.

Y claro, yo le creo...porque Ana Lucía es una apasionada de la marinera norteña, una cultora y difusora de nuestro baile en tierras sureñas, y porque caminar sin zapatos es una forma de hacerlo.  Verla andar descalza en la calle, feliz, segura de sí misma, libre, es casi como verla bailar marinera.  Ella es un espíritu libre, indómito, una fuerza de la naturaleza, y nació para vivir descalza.

FIN

Para Ana Lucía Montoya, gran bailarina de marinera y excelente ser humano.

20180521