Haidy: Bailarina y Barefooter

HAIDY:  BAILARINA Y BAREFOOTER

Lo había decidido. Quería hacerlo.

Sentía la emoción en su corazón, que palpitaba más fuerte. Hacía frío, mucho frío, pero también había sol, ese intenso sol arequipeño que le recordaba su Trujillo natal.  Haidy sabía que la pista áspera se calentaría tremendamente bajo ese sol inclemente.

Sonrió mientras terminaba de vestirse. Miró los zapatos que estaban bajo su tocador. Allí se quedarían, los dejaría allí, hoy no los necesitaba...para nada.  No los quería.

Cogió el maletín deportivo en donde tenía su amado vestido de marinera. Llevaba jeans negros y ceñidos, un polo rosado con un alegre diseño y una casaca para el frío. Abrió la puerta y el viento helado le dio la bienvenida. Delicadamente, posó su pie desnudo en la pista áspera. ¡Estaba helada! Cerró la puerta tras de sí, ya no había retorno. Todo había empezado en este preciso momento, y jamás lo olvidaría.

Caminó descalza sintiendo la vereda helada y luego la pista, áspera como lija gruesa, bajo sus pies desnudos. Eso fortalecería más las plantas de sus pies, tal como quería. Luego de caminar dos cuadras llegó al paradero. Esperó un rato, los taxis no se detenían ¿acaso tenían miedo de una chica descalza?

Por fin un taxi se animó a parar. El taxista la miró algo desconfiado, ¿qué hacía esta guapa muchacha sin zapatos, en la calle, y con este frío? ¿Estaría loca, la habrían asaltado quizás?  Pero al verla, al mirarla a los ojos, sus ojos de chica buena, el amable caballero sintió que lo correcto era confiar  Acordaron la tarifa y finalmente llegó a la casa-academia.  Grecia, su amiga y maestra se sorprendió un poco al verla llegar descalza, pero no le dijo nada.  Sabía lo que se sentía y le daba gusto que ella también experimentara esto ahora.

La maquillaron y peinaron.  Lucía aún más hermosa ahora.  Hora de embarcarse nuevamente en un taxi, esta vez rumbo al cuartel Salaverry para la presentación.  Seguía descalza, pero por algún motivo ahora no le tomó tiempo parar un taxi.  Mientras iba camino al lugar recordó los ensayos, el piso helado pero suave, liso.  Las caminatas descalza por la calle...sí, había sido emocionante, difícil al comienzo, en especial al ver a la gente que la observaba, como si estuviese loca por caminar sin zapatos en la calle.  Recordó el dolor en las pantorrillas al día siguiente, el ardor en las plantas de sus pies, ver cómo día a día se le iban haciendo más fuertes. Sonrió...sí, estaba loca, loca de amor y pasión por la marinera.  Haría cualquier cosa por bailarla...y es por ello que caminaba sin zapatos en la pista áspera, en la calle, para curtir las plantas de sus pies, para hacerlas más fuertes, más duras, más ásperas.  Es lo que quería, convertir las plantas de sus pies en cuero, para prepararlas para cualquier suelo, para los peores... para preparar sus pies y su espíritu para esto...su primera gran presentación, su primer baile ante un gran público.

Finalmente llegó, pagó al taxista, le agradeció y entró al cuartel.  Algunas personas la miraron, asombradas de verla bajar de un taxi descalza, pero al verla maquillada y con tocado se dieron cuenta de que bailaría marinera y le sonrieron, amistosas.  Kevin la esperaba.  La miró, lucía hermosa, aún más linda con el maquillaje y el tocado.  Vio sus pies desnudos, y sonriéndole le dijo:

-¿Cómo, otra vez?

Ella lo besó tiernamente mientras le susurraba al oído, coqueta

-Sí, otra vez...acostúmbrate, así será en cada presentación, cada ensayo, siempre me verás llegar sin zapatos.

Sabía que a él le gustaba verla así.  Que estaba orgulloso de ir por la calle y tenerla descalza a su lado, de protegerla de las miradas y los comentarios. Era linda, y descalza lo era aún más, así, sin zapatos, lucía femenina, delicada, indefensa...pero fuerte y decidida a la vez, retadora, coqueta...

Se abrazaron con fuerza y luego se tomaron algunas fotos.El sol arreciaba.  Al mirar afuera vio las volutas de aire caliente elevarse de la pista en donde bailaría, que la esperaba amenazadora.  Sabía lo que le esperaba.  Por un momento tuvo miedo, ¿podría soportarlo? ¿Sus pies aguantarían?  Pero inmediatamente le volvió el valor... sí, podría aguantar, tendría que hacerlo...quería hacerlo...lo deseaba más que nada en este mundo, quería someter a sus pies a esta prueba de resistencia, por más dura que fuera, por la marinera, por ella misma...por Kevin.

Terminó de alistarse, hecha un manojo de nervios:  Lucía preciosa con el traje de marinera.  Las plantas de sus pies ya estaban negras como el carbón, lo que hacía un hermoso contraste con el blanco vestido.  El polvo realzaba las curvas de sus pies, la forma de sus plantas bien torneadas.  Sólo sus arcos permanecían blancos, suaves, tiernos...como un recuerdo de lo que alguna vez había sido toda la piel de las plantas de sus pies.  A ella le gustó lo que veía, le gustó ver sus plantas así, bien negritas, saber que estaban duras, que eran fuertes, que estaban listas para este baile, para cualquier cosa.

Ya con el traje se tomó algunas fotos con su pareja.  "Allí, allí" le dijo a él, señalándole un espacio de tierra lleno de piedras, "quiero pararme allí"  dijo, para luego, feliz, posar sus pies descalzos, indefensos, sobre las piedras ásperas y duras, para sorpresa de su pareja de baile y alegría de su enamorado que era también su fotógrafo oficial. El piso ya quemaba, pero a ella no le importó... al contrario, con sorpresa, se dio cuenta de que eso empezaba a gustarle y de ver cómo sus pies ya se estaban acostumbrando.El momento había llegado, ya los habían anunciado.  Felices, sonrientes, ambos salieron a la pista entre aplausos del público que se había puesto de pie para recibirlos.Sintió cómo el piso de cemento áspero como lija gruesa, lleno de piedrecitas puntiagudas y ardiente como brasas encendidas le daba la bienvenida a sus pies desnudos, indefensos.  Le dolió. Sintió como si las plantas de sus pies se le estuviesen friendo en una sartén.  Respiró hondo y siguió caminando, sin dejar de sonreir, con paso elegante, con porte, con gracia y encanto.  El dolor de sus pies era intenso, pero eso le daba más fuerzas.  Se sorprendió a sí misma de verse capaz de soportar tremendo dolor, de poder convertirlo en motivación, en pasión, en alegría y placer.

Llegaron al centro de la pista y la música empezó, y con ella el eterno ritual de coqueteo, los machetes y cepillados, las idas y venidas, los giros.  El dolor en sus plantas empezó a aumentar, cada vez era más intenso, pero podía soportarlo, se había preparado para eso, es lo que quería, podía vencerlo y vencerse a sí misma, enseñarse a disfrutarlo, a gozarlo.   De rato en rato, en alguna vuelta, veía con alegría como  su amado Kevin le tomaba fotos y eso le daba más fuerzas para seguir.Terminó el baile:  la campesina descalza había conquistado una vez más al chalán de alcurnia. Eso era la marinera, un baile de pareja, de cortejo, de coqueteo.  El público, otra vez de pie, les dedicó una larga ovación mientras ellos hacían la reverencia, reconociendo su esfuerzo y su dedicación, así como la belleza del baile que acababan de interpretar, justo para Fiestas Patrias.  Las plantas de los pies le palpitaban, le ardían, sentía cómo si estuviese en una mazmorra y se las estuviesen quemando con un hierro al rojo para hacerla confesar un crimen que no había cometido.  Pero los aplausos, las sonrisas, las miradas y los rostros de cada persona del público la hicieron sentir que todo eso valía la pena...sí, lo haría otra vez, mil veces más. 

Finalmente se retiró.  Kevin la abrazó con fuerza mientras le decía-Bailaste lindo, hermoso, me siento orgulloso de tíy le dio un beso.  Ella rió de buena gana, con el labial le había dejado a él los labios y el cachete rojos.Fue nuevamente al vestuario para guardar su vestido y ponerse su ropa nuevamente.  No había traído zapatos, no los necesitaba, ¡era bailarina de marinera, era barefooter!En grupo salieron a comer, a celebrar.  Se fueron a disfrutar de unos deliciosos anticuchos y unos dulces buñuelos en el parque Mayta Cápac, en las cercanías del cuartel.  Ella seguía aún con el peinado y el tocado y vio que como por arte de magia eso hacía que la gente la mirara diferente al verla descalza... era obvio que iba a bailar, ese peinado y ese tocado de marinera eran como la llave mágica que le daba licencia para salir a la calle sin zapatos, para ir descalza a donde quisiera.  Las plantas de los pies le ardían, le dolían, al cambiarse había visto que hasta tenía un pequeño corte, pero no le importaba...ese ardor, ese dolor era como el ají en el ceviche, le daba sabor, la hacía sentir viva, la hacía sentir como si siguiera bailando, la ponía eufórica, alegre.  El lo notó, le gustaba verla así, saber que ella, descalza, era más feliz.  Se sentía orgulloso de tener a su princesa descalza, de verla caminar en la pista caliente y áspera, en la tierra con los pies descalzos, de ver cómo el polvo realzaba las huellas de sus bellos pies.

-"me gustas más descalza" le susurró bajito al oído

Haidy sonrió, le encantaba eso, saber que a él le gustaba verla caminar descalza... eso le daba más fuerzas, más ganas.  Ser barefooter era lo correcto, se sentía bien. Sus amigos la aceptaban así, ya sabían que no sólo le gustaba bailar sin zapatos, sino también caminar descalza.  Ya se estaban acostumbrando a verla sin zapatos aquí y allá, eso haría todo más fácil, el apoyo de su grupo, el cariño y la aceptación de su enamorado, de su familia.

  Sí...sólo usaría zapatos cuando fuese indispensable, inevitable...siempre que pudiese, estaría descalza.  Con las plantas de sus pies percibía una nueva Arequipa, sentía el suelo que la había acogido vibrar debajo de sí, era una nueva inspiración, como si un nuevo sentido hubiese despertado en ella, llevar los pies libres la hacía sentirse bien, ser más creativa... ya estaba pensando en nuevas ideas para pintar, para hacer fotografías, para expresarse... ir descalza la hacía ser libre, la hacía ser feliz.

Recordó como hacía solo unas horas atrás había cerrado la puerta tras de sí y había sentido, descalza, la pista helada.  Recordó el momento exacto en que todo había empezado. Había nacido una nueva barefooter... ya nada volvería a ser igual, no había vuelta atrás.

FIN