Cholita

CHOLITA

(Una historia real)

Cuando comencé a bailar marinera, mis amigas se quejaban porque cancelaba salidas sólo porque tenía ensayos, pero luego, poco a poco, fueron entendiendo que la marinera no es sólo un baile, menos un capricho, sino que es una forma de vida, que te marca, te cambia para siempre.

Quiero que las plantas de mis pies se vuelvan cuero, y bailar mi marinera en cualquier suelo, en los peores, demostrar que puedo. Voy a hacerlo, sé que lo lograré.  En casa nunca usa zapatos, haga frío o calor, y el otro día, reunida con mis amigas, ellas miraban las plantas de mis pies, duras, ásperas, y me preguntaron:

-¿Por qué tienes así los pies?

-Es por la marinera, a mí me gustan así

Se quedaron calladas, así que les dije:

-Voy a volverlas aún más duras, más ásperas...Las voy a convertir en cuero.  Quiero caminar sin zapatos en la pista caliente y áspera, en la nieve, en vidrios rotos y que me apaguen cigarrillos en las plantas, como si fuesen ceniceros

-¡Estás loca!

-Sí, estoy loca por la marinera. A que no se atreven a quemarme los pies con cigarrillos, les dije, mientras levantaba mis pies para que vieran mis plantas

-¡No gracias, qué miedito!

-¡Si no quieren ayudar, lo haré sola! les dije

Luego me paré y me fuí al patio. Ellas me siguieron.  Era medio día, el sol estaba fuertísimo y el falso piso de cemento quemaba un montón.  Me paré en medio del patio, a pleno sol.  El suelo quemaba tremendamente

-¡Una apuesta, a que no aguantas más de tres minutos parada allí!  Dijo una, mientras retiraba la mano del suelo para notar cuánto quemaba.  La palma de su mano estaba roja y sólo la había apoyado un ratito.

-Diez soles a que sí

-¡Hecho!

¡Y se pusieron a cantar!  Bueno, nos pusimos, yo también, y cantamos "Cuando llora mi guitarra", el vals.

No fue fácil.  Fue doloroso, y mucho.  El piso áspero quemaba un montón. Las plantas de los pies me ardían muchísimo, sentía como si estuviese parada en carbones.  Mis pies querían salir de allí, pero me obligué a no moverme, era una cuestión de autocontrol, de fuerza de voluntad.  Y en eso pasó. Fue como magia.  Luego de dos minutos, que parecieron eternos, todo cambió. Se sentía rico, cómodo.  Sentía un calorcito picante en mis pies, que me gustaba cada vez más. Sentía como mariposas en el estómago, como cuando ves al chico que te gusta, como cuando te besan, como cuando te enamoras.  ¡Estaba feliz!  Empecé a sonreir.  Mis amigas me miraban embobadas, como diciendo "¡Esta está loca!" "La perdimos"

Había perdido la noción del tiempo, hasta que me dijeron

-¡Ya, ya, suficiente, ganaste!

¡Había durado cuatro minutos y medio!

-¿A ver?

Me senté en la silla para revisar las plantas de mis pies, una a una.  ¡Estaban rojísimas!  Me gustó verlas así, ver cómo los arcos destacaban, blancos, sobre el resto de la planta, totalmente roja. ¡Ardía un montón! Pero me gustaba sentir eso, ese picante

-¡Están quemadazas! ¿No te duelen?

-¿Qué crees, que soy de fierro? ¡Duele!...Pero me gusta... es rico... agregué

-¿Te gusta quemarte los pies? ¡Estás loca!

-Pero así loquita te queremos   Agregó la otra, mientras tocaba las plantas de mis pies

¡Queman, están calientes!

Ahora me deben treinta soles, y estoy esperando a que me los paguen.  Me han dicho que para la próxima apuesta el reto será más duro.  Pero estoy segura que les ganaré igual.

FIN

20160705