7 de octubre

7 DE OCTUBRE

Todo estaba listo, lo tenían todo planeado. Con precisión milimétrica, el plan se llevó a cabo el 7 de octubre, desde las 7 de la mañana.

Empezaron a llegar a las clases, a los distintos salones de las diferentes facultades de la universidad.  Las clases se desarrollaban con normalidad, pero en varias de ellas se veían a jóvenes vestidos de blanco y a muchachas en blusa y falda llegando a las aulas de manera puntual, según sus respectivos horarios.

El Elenco de Marinera Norteña de la Universidad lo había planeado todo.  Había salido como una idea suelta, que todos habían recibido con entusiasmo.  Sí, el día 7 de octubre, para celebrar el Día de la Marinera, los estudiantes que formaban parte del Elenco asistirían a sus clases con sus trajes típicos de marinera norteña.  Ellos, de chalán, ellas, descalzas y con anaco.  

Sus compañeros de clases los habían recibido con risas en algunos casos, con aplausos en otros, los profesores habían sonreido.  La misión había tenido éxito.  Habían sido bombardeados con preguntas, y tanto los chalanes como las bailarinas habían contestado que ese día se celebraba el Día de la Marinera.  Muchos se habían mostrado interesados en el taller, en aprender, en formar parte del elenco gracias  esta iniciativa.  Había sido un buen día para el taller y para el elenco.

El 8 de octubre era feriado, así que no habían clases. 

9 de octubre, ya todo había vuelto a la normalidad... o casi

-¿Sigues celebrando?

-Yo siempre, respondió la joven

Ya no vestía el anaco ni llevaba los aretes ni la peineta, tampoco la blusa.  Ahora llevaba un polo y jeans, como la mayoría de compañeras de clase

-¿Y tus zapatos?

-En casa, bailo marinera ¿te acuerdas?

-¡Claro!

Sí, iba con su ropa usual, pero descalza, tal com lo había estado todo el día el 7 de octubre, el día del evento.  El campus universitario era moderno, limpio y seguro, no había ningún peligro en caminar sin zapatos, y el código de vestimenta no decía nada sobre ello, así que estaba en todo su derecho de asistir a clases descalza.

Los días pasaron, y ella continúo yendo sin zapatos a clases. Sus compañeros y profesores se acostumbraron a verla así, siempre descalza, en la cafetería, en la biblioteca, en las exposiciones.  Era parte de la libertad de expresión, y sobre todo en la carrera de Comunicaciones esta libertad era muy apreciada y valorada.  Habían chicas con el cabello pintado de distintos colores, otras con jeans rasgados, otras que usaban piercings...pero una, sólo una que iba siempre descalza.

En casa no sabían nada de su aventura.  Ella salía con las zapatillas puestas de casa...pero una cuadra más allá se las quitaba, las guardaba en la mochila y emprendía sin zapatos el camino a la universidad.  Viajaba descalza en el transporte público, caminaba descalza por la calle y entraba así al campus.  El clima era cálido y las plantas de sus pies, de tanto bailar marinera norteña, eran fuertes y resistentes, así que luego de un par de días de estar siempre sin zapatos ya se había acostumbrado a ello.  La libertad que sentía era única. Cada paso que daba descalza era como seguir bailando la marinera norteña que tanto amaba, que tanto la apasionaba.  Al volver a casa, faltando una cuadra para llegar, se ponía las zapatillas de nuevo antes de entrar y listo.

Estar descalza en la calle y en la universidad era como su aventura personal, algo "prohibido" pero que disfrutaba hacer. A sus amigos ya no les sorprendía para nada el verla sin zapatos en todas partes.  Algunos le habían preguntado si no le dolía, y ella respondía que no mientras levantaba los pies para que le vieran las plantas, fuertes, duras y resistentes.  Ir descalza se había vuelto también una forma de difundir la marinera norteña, cuando le preguntaban por sus zapatos, ella respondía que bailaba marinera norteña y que le gustaba caminar sin zapatos, y que además así fortalecía sus pies para bailar mejor en los suelos que le tocara.

No había sido la primera, gracias a las redes sociales se había enterado que muchas bailarinas de marinera acostumbraban salir sin zapatos a la calle a manera de entrenamiento, para fortalecer las plantas de sus pies.  Y eso justamente fue lo que la había animado, durante la reunión del Elenco, a proponer que el 7 de octubre todos fuesen a sus clases con vestimenta de marinera. La idea había sido suya, y lo de continuar descalza se le había ocurrido en el momento, como algo natural.  La marinera norteña era su pasión, su vida, su alegría.

FIN

20190325