La mejor decisión de su vida

LA MEJOR DECISIÓN DE SU VIDA

(Una historia real)

"-Cuéntanos Madeleine, para el público, ¿no es muy difícil bailar sin zapatos?

Madeleine miró sus pies desnudos, y sintió de repente cómo le palpitaban... hacía tiempo que no les prestaba atención, ya no le importaba el dolor, los ensayos repetidos...todo lo que importaba era bailar."

Karla hizo lo mismo... miró sus pies descalzos.  Eran bonitos, y también fuertes.  Miró sus plantas y las tocó... duras, ásperas, resistentes.  Sólo sus arcos se mantenían suaves y delicados.

"-Antes me daba mucha pena ver mis pies así, pero ahora ya no. Tener las plantas callosas, curtidas es el reflejo de un buen trabajo, de mucho trabajo, como no te lo imaginas. A mí me gusta que las plantas de mis pies estén llenas de callos para bailar donde quiera bailar. Una bailarina debe de estar siempre preparada."

Sonrió.  A ella le ocurría lo mismo.  La marinera era su vida, su pasión, la amaba.  Y amaba sus pies, le gustaba también tener sus plantas curtidas.  Era gracioso, esta historia, este cuento, tenía mucho de verdad.

"-No volveré a usar zapatos hasta ser Campeona de Campeonas."

¿Qué?  ¿Había leído bien?  Eso sí que sería duro... cerró los ojos un momento y se imaginó cómo sería no tener zapatos.  No solo no usarlos, si no no tener ni un solo par, no poseer zapatos, vivir descalza.  Ir sin zapatos a todas partes...al trabajo, al mercado, de compras, de paseo, al campo...

"Y así transcurrió el tiempo, entre ensayos y ensayos, clases y exámenes, trabajo y más trabajo. Madeleine se acostaba exhausta por las noches. En clases sus amigos le hacían bromas de vez en cuando sobre sus pies, pero eran de buena fe y ella sólo se reía o les hacía bromas también. En el verano tuvo que caminar rapidito en la calle al medio día, el piso quemaba como una plancha y a ella no le quedaba otra opción que irse a la sombra o apurar el paso para no quemarse demasiado. Era rico llegar al supermercado y sentir el suelo fresco y pulido que le aliviaba los pies cansados."

Sí, seguramente sería duro... pero también interesante.  Sentir las texturas del suelo, sentir el piso fresco a veces, otras caliente, ardiente.  Liso, áspero... sería como tener un sentido adicional, sentiría su ciudad, su Cusco amado con los pies, tocaría la piel del Ombligo del Mundo y absorbería a través de sus pies desnudos la energía de la Pachamama...

"Y pensó...otro año más descalza... Sonrió. Volvería a ensayar. Volvería a intentar. El próximo año sería SU año. Lo sabía. Y, después de todo...no era tan malo vivir sin zapatos. Realmente, le gustaba.

FIN"

La historia de Madeleine había terminado...pero realmente era otro comienzo, Madeleine iba a vivir un año más sin zapatos...¡y lo había disfrutado!  ¡Todo un año!

Karla amaba la marinera.  Amaba sus pies, le gustaba tener las plantas fuertes, ponerles desafíos.  Recordó cuando bailó en las calles de Trujillo, descalza.  Le gustó sentir la pista áspera y caliente bajo sus pies desnudos.  Se sentía bien, era agradable...

Ya estaba a punto de irse a dormir cuando leyó la historia de Madeleine.  De repente el sueño se le había ido, y la había leído de un tirón, pero saboreándola. En eso, sin pensarlo, como por instinto, escribió en el chat

-Bueno, seguiré como Madeleine

-¿Lo dices en serio?

-¿Tú qué crees?

-Que es posible que sí.  ¿Te gustaría vivir descalza, te gustaría vivir sin zapatos?

-Sí

-¿Lo vas a intentar? ¿Empezarás a ir descalza a todas partes, Karla?

-No habría nada de malo. Sí, claro. No tengo vergüenza. LO HARÉ.

Y había cumplido.  Al día siguiente estuvo buen rato sin zapatos en el trabajo. Y al salir paseó descalza por la Plaza de Armas.  Hasta grabó en video sus pies descalzos caminando sobre los adoquines de piedras.  El calor se sentía rico, se sentía bien, le gustaba.  Se sentía libre, realizada, completa otra vez.  Entrenaría sus pies así, fortalecería sus plantas para la marinera caminando sin zapatos, viviendo descalza.

Llegó a su ex-academia, sin zapatos.  Algunos se sorprendieron.  Los niños la recibieron con cariño.  Las mamás se le acercaron.  No, no tenía miedo.  Sabía muy bien lo que hacía.  Había empezado una nueva vida, su decisión estaba tomada, no había marcha atrás.  Les demostraría quién era, de lo que era capaz, lo que sus pies podían soportar.

YO SOY BAREFOOTER

Se dijo a sí misma.  Eso la hizo sentirse mejor, le dio ánimos, le dio fuerza y paz.

Se quedó en la puerta de la academia, no la invitaron a pasar.  Una de las chicas se le acercó

-¡Hola profe, a los tiempos!  ¿Y tus zapatos?

-Ahora camino descalza

-¿Sin zapatos?  Agregó la mamá de la joven

-Sí, mis pies no necesitan protección.  No merezco zapatos, y me siento espectacular

Varias de las mamás se rieron, en son de burla, pero eso no la afectó.  Caminar sin zapatos la hacía sentirse más fuerte, más segura de sí misma.  No era solo el poder desafiar suelos calientes, ásperos, pedregosos...era más.  Sentir la energía del suelo.  Saber que podía superarse a sí misma. 

Había demostrado quién era.  Se lo había demostrado no sólo a los demás, a quienes la lastimaron, a quienes la habían usado, sino sobre todo a sí misma.  Caminar sin zapatos la hacía parecer indefensa, expuesta, pero al mismo tiempo la hacía saberse y verse fuerte, decidida, valiente.  Miró sus pies desnudos.  Eran bonitos.  Le gustaban.  Y sabía que descalza lucía bien.  Sonrío.  Su nueva vida había empezado.  Sí, era barefooter, y estaba feliz de haber tomado esta decisión.  Lo demás quedaba atrás.  Todo estaría bien de ahora en adelante...

FIN

20160216