Angie

ANGIE

(Inspirada en hechos reales)

-Los pies se destrozan poco a poco, ¡Pero la sensación que te deja la marinera te hace olvidar de todo!

Sus ojos brillaban mientras decía esto.  Era lo que verdaderamente sentía.  La marinera norteña era su vida, su pasión, y no dudaba ni un segundo en literalmente destrozarse las plantas de los pies, una y otra vez, por este amor.

-¿Tanto así, lo dices en serio?

Angie levantó los pies para que él le pudiese examinar las plantas.  El se arrodilló para poder mirarlas más de cerca, y así pudo observar la textura de esa piel:  estaban encallecidas, duras, ásperas.  Mostraban signos de algunas ampollas que ya habían sanado y se habían endurecido.  Las plantas de los pies de Angie estaban curtidas, como si fuesen cuero.  Sin pensarlo acercó la mano para tocarlas, para sentir su textura... eran duras pero flexibles, gruesas, ásperas.  Sólo los arcos se conservaban suaves y tersos, delicados.  Eran realmente el último recuerdo de cómo habían sido alguna vez esas plantas, antes de entregarlas, de ofrendarlas a la marinera norteña.

-Hay un refrán que dice: "La marinera norteña es la forma más hermosa de torturar los pies de una mujer", y es totalmente cierto.

-¿De veras?

-Sí, pero es una tortura voluntaria.  No nos importa bailar descalzas en suelos extremadamente calientes, en pistas ásperas, en pisos de cemento roto, en cascajo...una bailarina de verdad le pone estos retos y más a sus pies, por la marinera.

El observó sus pies con respeto, con veneración.  Esas plantas duras, encallecidas, torturadas una y otra vez, contaban una historia.  Así, fuertes, ásperas, poseían realmente una belleza especial, única, tenían personalidad, mostraban el valor, el coraje y la pasión de Angie por la marinera, por SU marinera.

20191017