OLENKA

OLENKA

(Basada en hechos reales)

-¿Tanto amas la marinera norteña?

-Sí, ¡es mi vida!

-¿Y qué tan fuertes son las plantas de tus pies?

-Bailo desde los seis años, mis pies ya están acostumbrados

-¿En serio? ¿A ver?

Olenka se arrodilló en la silla y sacudió las plantas de sus pies, para quitarles algo de polvo. El se acercó a mirarlas.  Eran fuertes, duras, ásperas...

-¿Puedo?   preguntó

-Sí, si quieres...

El tocó sus plantas... se sentían como cuero, gruesas, flexibles, resistentes.  Tenían una belleza especial.  Los ensayos, concursos y presentaciones las habían curtido y habían dejado la marca de la marinera norteña en ellas.  Sólo sus arcos seguían siendo suaves y delicados.  Eran en verdad el último vestigio, el último recuerdo de cómo habían sido aquéllas plantas alguna vez.

-¿No te duelen, no te arden?

-Qué crees, ¿que soy de fierro?  ¡Claro que arden y duelen!  Pero así es la marinera, y yo doy todo por ella.  Hasta he bailado bajo el sol, al medio día, en pista de brea

-¿Lo dices en serio?

-¡Claro!

Y empezó a recordar...  había sido hace algún tiempo atrás, en un concurso.  Era medio día, en Chiclayo... el hermoso sol norteño brillaba alegre en lo alto...calcinando el suelo.  Las otras concursantes lucían algo nerviosas, asustadas...sabían que esa pista negra de brea había estado absorbiendo el calor del sol durante toda la mañana, y que quemaría horriblemente.  Pero eran bailarinas de marinera norteña y estaban dispuestas a todo, al igual que Olenka.  Sentía como mariposas en el estómago, como cuando se había enamorado... sabía que esa pista ardiente le quemaría los pies...que las plantas le arderían, pero que eso la motivaría a bailar mejor, a coquetear con más ganas al chalán...

-¿Sabes?  Las mujeres siempre soportamos más que los varones

Su mente volvió a ese momento... la música empezó, estaba lista para dar todo de sí.  Ella y las otras chicas salieron a la pista.  ¡Quemaba terriblemente!  Más de lo que había esperado.  Sentía como si caminara sobre brasas ardientes, como si un verdugo se divirtiese quemándole las plantas de los pies con un hierro al rojo vivo... y en eso vio al público, expectante, emocionado...la música empezó y eso le dio la energía que necesitaba para bailar.  Idas y venidas, revuelos de falda y pañuelos... sentía el ardor en las plantas de los pies que recorría su espalda como si fuese energía y le daba los bríos para bailar. Miró coqueta al chalán...él sabía que ella se estaba abrasando las plantas de los pies, el intenso calor se sentía aún a través de las suelas de sus zapatos ¿cómo lo sentiría ella que iba con los pies desnudos?.  Pero verla sonreirle, coquetearle, sabiendo que le dolían los pies lo hizo seguirla, estar a su altura.

-¿No fue duro?

-¡Claro que sí!  Sentía que estaban a punto de salirme ampollas.  El dolor era intenso, un ardor terrible...parecía que tuviese fuego en las plantas de los pies.

-¿Fuego?

-Sí, así lo sentía, fuego... como si alguien me estuviese quemando los pies

-¿Y qué hiciste?

-¡Pues seguir bailando!  El ardor me daba fuerzas, era alucinante...

El público aplaudía, sorprendido al ver a estas hermosas muchachas entregarse íntegras a la marinera, sacrificando sus pies, inmolándolos... 

¡Tan tan!

La música había terminado. Las chicas tenían lágrimas en los ojos, a algunas incluso las sacaron en brazos, otras salían cojeando... se habían ampollado los pies.

Olenka miró sus plantas. Sentía como le palpitaban de dolor, estaban enrojecidas y algo hinchadas... pero no se habían ampollado, sus plantas ya eran como cuero. 

-¡Te luciste!  Le dijo su pareja, el chalán

-¡Gracias!

-¿Y luego?

-Al rato anunciaron a las parejas ganadoras...¡Y quedamos en primer puesto!

-¡Excelente, felicitaciones!

-Sí, fue hermoso.  Pero tuve que caminar lentamente sobre el suelo ardiente de nuevo, sonriendo, para llegar al podio... las plantas de los pies me ardían cada vez más, el corazón me palpitaba a cien...

¿Sabes?  La marinera es así...si no te quemas los pies, si no te arden las plantas, si no te las curtes y las vuelves como cuero, es porque no la estás bailando bien.

-¿Y no te da pena hacerle todo eso a tus pobres pies?

-Es parte de la marinera, ya estoy acostumbrada...¡y me encanta!

Se despidieron con un beso, ella dejó la academia y él la vio alejarse rumbo a su casa, descalza como había llegado, caminando con los pies desnudos sobre la pista caliente...

FIN

Perú, noviembre 2017

Para Olenka, chiclayana apasionada y bailarina de Marinera Norteña.

20171118