Volver la mirada a la Señora, a Garabandal. Son momentos límite


(Por José Fermín Garralda) –

“Esto se va, esto se ha ido”… y muchas veces. Lo avisó tiempo atrás Aparisi Guijarro en las Cortes hacia 1864. Pero ahora se va a pasos agigantados. Entonces ¿qué hacer? La degeneración hoy muestra su brutalidad. Un ejemplo; en Vitoria, tres mujeres abortistas espetaron a cuatro pro vida que rezaban ante la Klinika Askabide de la calle Rioja: “somos el 51% de mujeres”, “¡Qué vergüenza!”, “Rezad, rezad: tenéis el alma podrida”. Pues sí, el dicho puesto al revés. Era la noche del 3 de noviembre.

El comunismo reinante –con varias caras a izquierda… y derecha- muestra que el mensaje de Garabandal (1961-1965) es actualísimo, aunque hay quienes fingen no conocerlo para no parecer crédulos y exagerados, y para no dar pie al llamado escándalo de los débiles. Pero “tranquilos -les diré-, que muchos no tan débiles ya están escandalizados por una parte del alto clero”.

Malo es que no creamos de veras el bien que proclamamos, y sí el mal que los enemigos nos atribuyen; que nuestro ánimo complaciente y “buenista” ignore las nuevas víctimas de hoy; que ansiemos llevarnos bien con quien nos combate aunque humillemos a los propios hermanos; que no dudemos mantener las obras apostólicas a toda costa por compartirlas con el enemigo. Hoy está todo invertido.

Nos inquietan varias preguntas. ¿Por qué el Señor repitió tanto “no tengáis miedo”? Pues porque llegará cuando lo tendréis y muy agudo. ¿Por qué León XIII, en pleno auge del Liberalismo y avances del marxismo, compuso la oración al arcángel San Miguel pidiendo su amparo contra la malignidad e insidias de satanás, que con los demás espíritus malignos “vagan por el mundo para la perdición de las almas”? Pues porque el señor oscuro ya invade el mundo. ¿No está en los altares Pablo VI para quien el humo de Satanás había entrado en la Iglesia? ¿Por qué Juan Pablo II enfatizó en el “no tengáis miedo”?

Nuestros formadores y maestros -don Ignacio de Orbe, Miguel Garisoain, Teófilo Andueza, Felipe Vives, Arellano, Mª Carmen Lafuente…- avisaron hace 40 años lo que vivimos; íbamos a ser probados en la Fe, y lo somos. El capitán Carlos Etayo advirtió sobre la revolución mundial, que vemos desfilar ante nuestros ojos. En otro ámbito, el Rvdo. P. Dallo escuchó voces de caridad y la proclamación de la “misericordia”, pero no le ha llegado. Carlos González anunció la víspera de su muerte, en 2019, el enorme estallido actual en la Santa Iglesia, y nos vacunó de espanto. No, no debiera extrañarnos de lo que ocurre, aunque duela tanto.

En Navarra, la desgraciada del expediente Royuela imparte lecciones “maravillosas” a sus ciudadanos. En España “(…) se quiere reformar la Constitución por la gatera. (…) Y los españoles estamos asistiendo, impávidos, y pasado de todo, en general, a este golpe de estado constitucional, promovido por el partido sanchista, con el acompañamiento coreográfico, en el papel de tontos útiles, partido para ayudar a los partidos de izquierdas…, del PP” (Ramiro Grau Morancho, 2-XI-2022).

En el ámbito mundial, “Las palabras son armas: cuando se manejan con destreza, modelan el campo mental de batalla. (…) la soberanía nacional y los derechos naturales e inviolables están siendo atacados frontalmente en todo Occidente (…) como «egoístas» y contrarios al «bien común». Si los gobernantes convencen a los ciudadanos de que los derechos personales no existen, o de que no deberían existir, entonces los regímenes autoritarios que adoptan diversos tonos de comunismo o fascismo llaman a la puerta (…) Lo contrario de la tiranía no es la democracia, sino la libertad y los derechos individuales. ¿No resulta sorprendente, pues, que los dirigentes occidentales exalten la democracia pero rindan tan poco homenaje a las libertades personales? (…) Es como si un juego de manos lingüístico hubiera despojado a los ciudadanos occidentales de su patrimonio más valioso” (J. B.Shurk, 1-XI-2022)

Según el P. Gerald E. Murray, en el Documento de trabajo para la Etapa Continental del Sínodo para una Iglesia Sinodal, “se cuestionan sin reparos varias doctrinas católicas con el pretexto de escuchar al Espíritu Santo que, sorprendentemente, habla de alguna manera a través de las quejas y críticas de quienes rechazan lo que la Iglesia enseña y ha enseñado siempre”. El cardenal Sarah advierte: “A pesar de que más y más voces de prelados de alto rango afirman en forma obstinada los obvios errores doctrinales, morales y litúrgicos que fueron condenados cientos de veces, y trabajan para destruir la poca fe que queda en la gente de Dios, la barca de la Iglesia surca el mar embravecido de este mundo decadente, las olas la golpean y ya se está llenando de agua”.

Pues sí, ¡no tengamos miedo! Hoy el papel todo lo aguanta, y la palabra se tuerce y retuerce… Por eso, andemos en verdades, y “que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no” (Santiago 5, 12).Más; al católico de a pie y al español raso, la doctrina y vivencia católica de siempre le hacen clarividente, frente a los habladores y trepas, la falsa humildad, la guerra psicológica, y las palabras talismán y vacías.

¿Será porque sólo la Palabra divina es firme, todos los obispos menos ocho y el cardenal primado, dejaron a la Iglesia y a N.S. Jesucristo fuera de la Constitución de 1978, convirtiéndose por ello, ésta última -palabra sólo de hombres-, en la gran mentirosa? Ante la mentira sistemática que es propia del mal, el sistema democrático-antidemocrático que vivimos, la verdad lleva las de perder. En consecuencia, como el mal miente y engaña, decir que en la Constitución del 78 hay igualdad de oportunidades para el bien y el mal… es tentar a Dios. Sobre todo hoy. Este es un engaño y mentira más del liberalismo. Así hemos llegado a unos momentos limite. Avisados estábamos.

Durante 30 Jornadas por la unidad católica de España, hemos jurado junto al Pilar de Zaragoza –¡y en 1989 en la cripta de nada menos que el alcázar de Toledo!-, defender nuestra unidad católica. Como durante la IIª República. Aunque sabemos que no por proclamar la unidad católica en la plaza pública, ésta va a ser realidad en los corazones e instituciones –cada vez hay más que explicar a la sociedad-, lo cierto es que la unidad católica es nuestro Norte, el santo y seña, anima el porqué de la resistencia y el máximo esfuerzo, ilumina cada afirmación y actuaciones, y, a medida que nos alejamos de ella, todo se va perdiendo, y, si nos acercamos, todo se va ganando.

Agrupados en torno a la Señora de Garabandal, (”el Hijo del hombre, cuando venga, ¿encontrará fe en la tierra?» (San Lucas 18, 8), “¡Virgen Santísima, no nos desampares!”, que eres la Generalísima de nuestra bandera.

José Fermín Garralda

Tomado de «Unidad Católica de España» nº 13, 15-XI-2022, pág. 14 (se incluye alguna corrección). Recogido en "Ahora-Información" 26-XI-2022.

Libro conmemorativo editado por Pablo Gasco de la Rocha en 2022.