La Agenda 2030 contra el pueblo. Un testimonio.

Charla con grandes “verdades” en medio de la plaza “mayor”. ¿Qué hay detrás de la Agenda 2030?

(Por José Fermín Garralda) -

Como preámbulo directo a cada cuál, proponemos un examen de conciencia: ¿Es que nosotros decimos lo que debiéramos decir sobre la Agenda 2030? ¿Por qué lo dicen otros y nosotros estamos como en Babia?

También adelanto, preocupado, mi pregunta final: ¿qué porción social se está moviendo desvelando este gran tema de la Agenda 2030? ¿Izquierdistas? No lo sé ¿Conservadores de la revolución mansa? Desde luego que no, por su paralización, más que despiste y tontuna. ¿Tradicionales o renovadores, ayer siempre valerosos y siempre muy libres? Quizás no tengan la fuerza que debieran, pues entre ellos hay mucho dormido, aunque tengan la sabiduría, la raíz y el entronque del que otros carecen. ¿Gente profesional sin adscripción alguna, que abre los ojos y siempre quiso ser libre…? Puede ser.

La charla sobre la Agenda 2030 ha sido junto al quiosco en la plaza del Castillo -aquí no hay plaza "mayor"-, corazón de Pamplona. Ahí hemos estado, plantados, quietos de 12 a 13:30 de este 6 de noviembre. El frío paralizaba a los pocos asistentes –que han ido a más- mientas apuraban no obstante el sol otoñal. La presentadora ha sabido mantener las expectativas del público, con gran soltura y acierto.

Lo que escuché y de lo que tomaba notas cuando era joven, hace 45 años, coincide en buena medida con lo que he escuchado hoy, y de lo que vuelto a tomar notas, como verá el lector. La diferencia es que hace 45 años había muy serios indicios, mientras que hoy tenemos realidades sufridas en la propia carne.

Por la presentadora nos enteramos que hay varios grupos trabajando con éxito en el Norte de España, y que son capaces de poner una Demanda y pedir medidas cautelares contra las Instituciones el País Vasco, Navarra y Aragón, con el objeto de parar ciertos protocolos de la administración pública.

ALFONSO LONGO es un doctor ingeniero industrial. Es analista de datos del Covid-19. Ha dado conferencias sobre 'El gran reinicio y la nueva normalidad', los cambios socioeconómicos y psicosociales del Covid-19, economía y salud, liderazgo y dirección de empresas. Es coautor de El arte circular. Cómo vivir los negocios, más allá de los éxitos y las dificultades (2012).

El charlista ha seguido unos hitos de la historia -¡desde hace tiempo todos hablan de Historia, sufrida ciencia...!- para ver el sentido no mecánico de lo que sucede en el presente. Sus calificativos, atribuidos a los hechos del pasado, retratan nuestro hoy, y nosotros los pondremos en cursiva. Sumados todos ellos -hacerlo lo dejamos al amable lector-, nos muestra un panorama sumamente inquietante. En su exposición de casi una hora, seguida de preguntas, Alfonso Longo ha explicado el origen y sentido de lo que llama el libro de la secta que es la Agenda 2030, hoja de ruta de las élites dominantes. (Aunque -añadimos- no toda élite lo sea). Con los datos del ayer, ilumina el hoy -lo que vemos y sufrimos-, para mostrar el sentido y la coherencia del conjunto. El ponente ha hecho, a los asistentes en la plaza, “viajar” del HOY al AYER para, desde él, entender mejor nuestro HOY. (No ha sido presentista, ni ha planteado el tras esto luego por esto, es decir, post hoc, ergo propter hoc). Es ahora cuando llamativamente las élites dominantes están buscando ciudadanos pasivos, sin propiedad y controlados absolutamente por medio de la tecnología.

He aquí el contenido –bajo mi exclusiva responsabilidad- de una charla de la que me he llevado una grata sorpresa. Por lo que he leído y escuchado al ponente en la Red–cree que pronto le censurarán algún video- , no parece que sea de los que pone tronos a las premisas y “cadalsos” a las consecuencias. No estaremos de acuerdo con él en todo, pero sí en lo que constata de la realidad que vivimos y que pocos -como él- tienen el valor de DENUNCIAR.

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ALFONSO LONGO parte de que la palabra tiene importancia por el sentido y resonancias que despierta en cada oyente. También existen unos antecedentes que dan sentido a la Agenda 2030, que al parecer ésta condensa y asume. Preguntemos: ¿de qué antecedentes se trata y qué sentido adquiere la Agenda 2030? La pregunta no es improcedente porque todos los gobernantes locales de Comunidades Autónomas y países se hacen eco de ella, la siguen al pie de la letra y en su nombre actúan como “mamporreros” -dice- del Nuevo Régimen postdemocrático?

En 1715 el escocés John Law, jugador y pendenciero, fue el padre de las finanzas modernas. Huyendo de la justicia recaló en Holanda. Fundó el primer Banco General Privado de Francia en 1716, y, transformado en Banco Real con la garantía del Rey en 1718, fue encargado de imprimir dinero en papel o fiduciario y lo hizo por un valor mucho mayor al oro y plata de los depósitos en moneda. A su vez, especuló con las acciones de una compañía comercial de la que era director. Su banco y compañía se unificaron de facto con el Estado por entonces absolutista. Creó una burbuja financiera cuyas consecuencias y quiebra logró frenar, haciendo para ello desfilar a unos vagabundos como si fuesen obreros que iban a trabajar a dicha Compañía que buscaba oro en Luisiana. Descubrió que el dinero fiduciario no vale nada, y que se puede imprimir el papel moneda que se quiera. Al final, cinco años después, en 1720, la inflación produjo la quiebra, estalló la burbuja, y llegó la crisis a Francia y a la Europa contaminada de las falsas expectativa. Pues bien, ¿qué aporta John Law a nuestra historia?: arronconar el dinero-mercancía o de pleno contenido, crear dinero fiduciario y manipular el dinero-papel, la importancia de la propaganda, vender expectativas e inventarse una historieta para que la gente trague, cómo el Estado puede vincularse a corporaciones privadas, el Banco Central como propiedad privada, la inflación galopante o estanflación, la creación de una burbuja financiera, el crack, y el mal generado por ciertas élites dominantes (que lo son cuando utilizan a los demás en provecho propio). A todo ello hoy se le suma -dice- la pandemia asociada con la muerte, la eliminación del patrón oro, y un falso ecologismo.

Nathan Rothschild hizo una gran fortuna en 1815 mediante la especulación. Contó en Londres que Napoleón había ganado a los ingleses en Waterloo -aunque por un informador suyo sabía que había perdido-, de manera que cuando los títulos financieros cayeron en picado, él los compró a bajo precio, revalorizándose muchísimo después cuando se supo que Napoleón había sido vencido.

En 1776 surgía la Asociación secreta de los perfectibilistas o illuminati de Baviera. Algunos dicen que fueron financiados por los Rothschild. Para ellos el hombre es perfectible, será feliz si es bueno, entendiendo como bueno ser obediente como lo es el niño pequeño (esto es, a ciegas y en cuanto absolutamente dependiente). Su fraternidad universal viene a ser como el deseo y anuncio de un gobierno mundial.

En 1798 Thomas Malthus, clérigo protestante británico, publicaba su Ensayo sobre el Principio de la población. Para él, la población absoluta crecerá geométricamente mientras que los recursos del planeta lo harán de forma aritmética. ¿Cómo lo sabía? Pues se lo inventó para decir que el ser humano está condenado a la hambruna, y que su mera existencia ya es una amenaza.

En 1859 Charles Darwin publicó El origen de las especies… donde formula la teoría de la evolución mediante la selección de las especies.

En 1869 Francis Galton, naturalista y matemático, primo de Darwin, escribe El genio hereditario, otorgando una gran importancia a la herencia, a la selección de las especies, y defendiendo la eugenesia que pretende seleccionar a los mejores. Como las virtudes se heredarían, el hombre es a modo de un ganado que se puede seleccionar. Así, al llegar la segunda guerra mundial, ya hay diferentes sociedades eugenésicas apoyadas por varios Estados como en Reino Unido (no citó a Churchill), Alemania con los nazis etc.

Fijémonos que todos los personajes anteriores pertenecen a la élite dominante, y que además quiere -expresa y conscientemente- dominar.

En 1884 surge en Londres una sociedad discreta, la sociedad fabiana. Sería secreta como discreta son hoy los think-tank (los llamados "laboratorios de ideas", similitud que nosotros creemos exagerada). Esta sociedad, con gente de élite y muy influyente, fue la cuna del socialismo no marxista y puso los cimientos del partido Laborista inglés. Querían implantar el socialismo de forma gradual, sin hacer la revolución violenta (con la que otros parecidos amenazaban, pues hay que tocar todos los palos). Eran pragmáticos. Establecían un camino social de domesticación, para lograr el actual Estado del bienestar pensado tras 1945 -¿y por qué no para alcanzar el ser?-. Esta domesticación sería la etapa intermedia para llegar al dominio mundial. Serían como los actuales “socialistas de caviar”. ¿Su emblema?: el lobo disfrazado con piel de cordero.

Hay otros hitos que por falta de tiempo se deben omitir, hasta acercarnos a 1936, que es cuando aparecen farmacéuticas con mucho poder e intereses en estos ámbitos.

Abreviemos. En 1945 surge la ONU, sucesora de la Sociedad de Naciones, que responde a la idea del Gobierno mundial, del gobierno o gobernanza -así se dice hoy- mundial de las élites, que ya estaba anidando en el Imperio británico.

Ese mismo año aparece la UNESCO, a modo de ministerio de educación mundial, el que dice lo que tus hijos deben pensar. El primer director de la UNESCO fue Julián Huxley, hermano del famoso Aldou Huxley (no en vano el autor de Un mundo feliz conocía el ambiente que hizo posible la novela). Ambos eran fabianos. El transhumanismo está en los entresijos de Un mundo feliz.

En 1968 aparece el Club de Roma, de élites y directivos internacionales, que hacen encargos concretos a profesionales selectos y seleccionados. Por ejemplo, en 1972 encargan un libro a Meadows titulado Los límites del crecimiento: informe al Club de Roma sobre el predicamento de la humanidad, que es pro malthuisano. Son -dijo el charlista- unos charlatanes. Vienen a considerar que el hombre –esto es, nosotros- es a modo de la peste para el planeta, y que se debe hacer algo para evitarlo. ¿Cómo?: pues siguiendo el sistema de palo y zanahoria.

Al fin, en 1992 surge la Agenda 2021 de la ONU. Era el programa de la ONU para el siglo XXI. Se proponía inventariar toda la riqueza de la tierra: demográfica, medioambiental, de recursos, y los grupos y sectores principales. ¿Para qué?: para controlar todo. Se trata de un Programa de control absoluto para ser adoptado universal, nacional y localmente. La Agenda agita el palo.

Ahora ha llegado a Agenda 2030, que es un paso parcial de la anterior Agenda 2021. Apuesta por un cambio más paulatino. La Agenda es la zanahoria. De por sí, lo que dice y cómo lo dice, es una "milonga". Esta Agenda 2030 tiene la marca de la secta, de modo que todos los presidentes etc. se ponen el emblema de los colorines circulares en la solapa. Es el Gobierno mundial. Uno de sus objetivos sería concentrar la gente en las ciudades inteligentes, y dejar la naturaleza libre del hombre y para ellos.

Ahora bien, ¿cuál es el sentido de todo esto? Simplemente, que élites imperialistas controlan la riqueza del mundo y quieren controlar todo. Y el control es apropiación de facto, incluidas las personas. (Añadimos nosotros: un comunismo planetario, como en China, cuyo presidente, en el foro de Davos de este enero, ha proclamado la Democracia y Libertad para el planeta).

Hasta el lenguaje de la Agenda 2030 adquiere un significado más allá del propio que le otorga el diccionario de la RAE. Es un lenguaje melifluo, dulzón, de la utopía del Paraíso. Ejemplos: ”inclusivo” significa para ellos “obligatorio”, “sostenible” es “rentable”, “verde” es “elitista”, “cuidado” es “controlado”, “digital” significa fiscalizar y controlar, “resilente” no es la capacidad de superar una crisis, sino un darwinismo social, es decir, la eugenesia, o lisa y llanamente afirmar que si tu negocio se hunde en la pandemia es que no estaba preparado. Asistimos a una ingeniería lingüística, el neolenguaje, dar sentido nuevo a términos con un sentido inicial saludable, por ej. el término “abolicionismo”. Nosotros pensamos que se trata de abolir la esclavitud, pero en realidad vendrá un mundo de esclavos (de facto).

A su vez, hoy sufrimos la llamada pandemia (efectos a corto plazo o agudos), nos amenaza el “gran apagón”, y la prédica del “cambio climático mundial”, que es un invento que apuesta a largo plazo. Sentimos palos tras zanahorias. Pero esto reventará, como anteriormente reventó. Han quitado los referentes como la libre movilidad de las personas, la intimidad, la libertad de expresión etc. Para nosotros estos son derechos propiamente dichos, mientras que ahora quieren relativizar (creemos que el autor se lía cuando habla de derechos absolutos, relativos y bien común). Pues bien, así no hay sujetos, así no hay personas. Todos seremos esclavos. Todo esto tiene una base luciferina. Hasta un tal José Luis Cordeiro dice que se va a conseguir la inmortalidad, que en 2045 el ser humano será inmortal. Estamos en plena soberbia del hombre. La Agenda 2030 es muy siniestra.

Termina el ponente diciendo que ha hecho una mera observación de la realidad, y que todo lo explicado está en la red, al alcance de cualquiera (conforme, yo sí lo he comprobado). Lo ultimo que ofrece es una máxima para la acción: si no hay movimientos de base con perfil político, nada hay que hacer.

Hasta aquí la exposición, que suscribimos al 95% -además en algún momento el charlista arremetió con los monjes medievales…-.

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Nos alegra que alguien diga todo, con toda libertad y en voz muy alta, con el desparpajo de quien quiere influir en la calle y sabe que dice la verdad. Ahora bien, me pregunto: ¿qué sentido tiene que se digan estas cosas hoy, en la plaza “mayor” de Pamplona, cuando hace 45 años nuestros educadores políticos nos lo enseñaban en petit comité y la generalidad era ajena a ello? ¿Sólo es “él” -el charlista y sus acompañantes- quienes se dan cuenta? ¿O son los únicos osados, los únicos libres…. y preparados? ¿Hay Alguien que escribe derecho con renglones torcidos? ¿Están algunos y al fin, “de vuelta”?

Mi conclusión es que, a estas alturas de la película, eso que llaman “derecha” sociológica y ayer bienpensante –no la cuota de políticos que en cada caso le corresponde-, se ha convertido en algo amorfo, finalmente desorientado y está afectada por una singular parálisis. Derecha más o menos sincera pero cada vez más ignorante, siempre perezosa y algo tonta.

A su vez, parte de la izquierda sociológica cultural –la gente más o menos sincera que hay en casi todos los lugares-, tiene un gravísimo problema. ¿Por qué?: porque ha estallado aquello que le aupó, que le dio los medios y el eco para crear un nuevo ambiente, que le dio el poder de la calle sobre el que -desde luego- siempre se alzó su cuota correspondiente de “vividores” del Gobierno, y que paralizó la acción de la llamada derecha sociológica. Izquierda más o menos sincera ésta, que ha sido utilizada hasta hoy por los mismos que corrompieron a la derecha social -y sincera- desde su propia cuota de políticos, promovidos por los mismos que promovían a los de la izquierda. Ahora, la izquierda sincera y por ello más o menos despierta, se ve en la obligación de criticar las consecuencias de lo que predicó, consecuencias que desfilan ante sus ojos atónitos, sintiendo el reto de tener la valentía de denunciar las causas. Como ella, la derecha sociológica debe rebobinar lentamente los errores de su pasado para advertir el error de sus propias premisas, en cada caso algo distintas. Porque como decía Vázquez de Mella: es absolutamente ilógico poner "tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias".

De aquí que los tradicionalistas hayamos sido ajenos a la calculada dialéctica de derecha-izquierda. De ahí que los carlistas esperemos que unos inicien la marcha con empuje, y estos y los otros entonen el mea culpa con buen sentido, reconociéndose todos ya curados de espanto. Los errores de los dinosaurios deben arrinconarse. Sus enemigos son sus propios políticos, puestos indirecta y sutilmente por el NOM desde hace tiempo. Así se entienden muchas cosas, desde Suárez –y antes- hasta Sánchez. El reino de la mentira se desvela al fin.

Ojalá los carlistas sean "intendencia" ideológica de la sociedad, según aprobaron en su Congreso de la unidad, celebrado en El Escorial en 1986. "Intendencia" no significa ir de acompañantes sino estar en primera fila, lo que han olvidado muchos.

José Fermín Garralda