Los libros de texto escolares enseñan: hacia la dictadura del proletariado

(Por José Fermín Garralda) -

Tres libros escolares de las editoriales SM, Edelvives y Vicens Vives para Historia de 4º ESO (2023),  se escandalizan porque el régimen de Franco no fuese desde su inicio una democracia liberal. Este escándalo –ajeno al historiador- genera un agravio comparativo, olvida el contexto y circunstancias de 1939 en adelante, e ignora que por entonces todos querían hacer algo nuevo para que el horrible sufrimiento de la guerra no cayese en saco roto. O Revolución o restauración –pero ésta ¿de qué?-. Unos impondrán la dictadura del proletariado o bien eran libertarios, y los otros sabían o fueron descubriendo qué hacer discrepando en el qué y el cómo.

Vicens Vives titula “Una generación dividida y sin democracia”, y Edelvives  el “retorno de la democracia” en 1978, pero lo hacen con graves errores:

Ignoran que la IIª República no fue una democracia real, pues no bastan las elecciones con partidos políticos. La democracia se quebró en la Constitución de 1931,  leyes y decretos, y la práctica político-social. En 1939 había motivos para tachar los partidos revolucionarios y golpistas de 1934, que caminaron hacia la Revolución desde febrero a julio de 1936 con la dialéctica del doble poder seguida en la URSS en 1917, que socavaron su propio Gobierno y todo procedimiento legal, utilizaron la máxima violencia, y prepararon la Revolución para mediados de 1936. Luego hicieron la guerra, con la terrible limpieza de católicos, y hasta de trotskistas y anarquistas. El PSOE, PC y POUM buscaban la dictadura del proletariado, y la CNT-FAI su ideal libertario, siendo hipócrita y cínico exigir a los sublevados lo que aquellos no harían.

Pocos meses después de estallar la guerra, la líder Clara Campoamor (PRR) escribió La Revolución española vista por una republicana (París, 1937). Decía que los republicanos no contaban en un Frente Popular que iba hacia la dictadura del proletariado: “si el futuro tiene que depararnos el triunfo de los ejércitos gubernamentales, este triunfo no traerá consigo un régimen democrático, pues los republicanos ya no cuentan en el grupo gubernamental”. Iba a gobernar, como buscaba Largo Caballero -principal líder del PSOE- una “dictadura del proletariado, más o menos temporal en detrimento de la República democrática”. Además, previno un hecho patente hoy: “La victoria total, completa, aplastante de un bando sobre el otro, cargará al vencedor con la responsabilidad de todos los errores cometidos y proporcionará al vencido la base de la futura propaganda, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras”.

Los dos bandos se proponían hacer, tras la guerra, algo distinto, nuevo y que no fuese un fracaso. Sin embargo, al saberse derrotados en 1939, los marxistas pidieron una cabeza de puente: la democracia (paso previo a la dictadura del proletariado).

En 1939 Europa atravesaba la gran crisis parlamentaria de Francia e Inglaterra entreguerras, la falta de democracias, los abundantes gobiernos autoritarios de emergencia al estilo Primo de Rivera, tan presente en la conciencia española del momento, o bien dictaduras totalitarias como el comunismo, nazismo y fascismo. ¿No es manipular al alumno el sesgar que la URSS (Stalin) era totalitaria y antidemocrática, omitir sus similitudes con la Alemania de Hitler, y minusvalorar el pacto Ribbentrop-Mólotov del 23-VIII-1939 para repartirse Polonia y otros países? ¿Y olvidar las enormes diferencias entre Primo de Rivera y Franco con  Mussolini?

La Junta de Defensa Nacional, a la que no pertenecía Franco, instauró una dictadura soberana revolucionaria el 24-VII-1936. El 29-IX-1936 los militares otorgaron a aquel un poder comisorio plenario o absoluto. Los tres libros que comentamos inflan tácticamente la inspiración, rasgos, y estética fascista o cercana al fascismo de los primeros años (SM, p. 230-231; VV, p. 178, 180-182; E, p. 210-211), aún sin ser tal fascismo, y caen en la posterior contradicción de no reconocer que su temprana moderación en las formas (VV, p. 180) era aplicable a la misma gestión de gobierno. Quizás busquen así  confundir el régimen posterior a 1942 (no a 1945), para llamarle lo que no fue. En fin, el filo fascismo inicial de Serrano Súñer fue rechazado por Franco ante la decidida oposición de los obispos, la firmeza carlista (Fal Conde, los incidentes de Begoña en 1942, de Pamplona en 1945), los sindicatos católicos perjudicados por la Ley de Unidad Sindical (1940), los alfonsinos, y la mayor parte de los generales alzados. La cruenta guerra y el conflicto mundial crearán una situación de  encrucijada a resolver en un sentido u otro.

Los españoles diferenciaban bien entre España y el generalísimo Franco. Este, ensalzado como general victorioso aplicado a la política, no fue un líder carismático, ni cayó en el mesianismo, sino que respetó militarmente el mandato recibido por los generales sublevados. Su personalidad estuvo muy lejos del arquetipo autoritario en psicología, y es el anti esquema psicológico del dictador.

Durante la Guerra Fría, el régimen de autoridad militar –ni autoritario y menos totalitario- derivó en un largo proceso de autolimitación del poder e institucionalización del Estado, silenciado en los libros SM, Edelvives y Vicens Vives. También silenciarán la paz y la enorme reconstrucción moral, material y religiosa.

Un engaño muy útil a la opinión, ha sido identificar al PSOE y PC revolucionarios en 1934-1939, con el PSOE socialdemócrata de  la transición de 1978. Pues sí; hagan crítica los centros escolares que han colado unos libros que tergiversan y escamotean la verdad a los alumnos al servicio de la mejor praxis comunista.

Hoy, ZP y Sánchez buscan volver a 1934-1936 -sostenella y no enmendalla-, “superando” así la democracia de 1978. Tras caer Moscú, miran a Venezuela y Cuba con la Ley de memoria democrática (2022) y en clave  comunista.

Publicado en "Siempre P'alante", IIª época, nº 29 (1-IV-2024) pág. 14; en Ahora-Información, 26-IV-2024