Intentar cambiar nuestra sociedad

MOTIVOS ANTE DIOS PARA SEGUIR

Era previsible cómo están España y los españoles. Nadie puede extrañarse. Ha sido la crónica de una muerte anunciada y el suicidio colectivo, consecuencia de una siembra anterior muy útil para el Gobierno mundial: “elemental, mi querido Watson”

Acostumbrados a los corruptos, estos ya no levantan ampollas. Bajón moral y cabreo se dan la mano tentando a cualquier don nadie para que los largue, eche o expulse de aquí. Gracias a un guión de guiñol, el desamparo y desorientación sociales se difuminan con la TVE, el fútbol, promesas vanas, guirigay político, e insistentes y arcaicas utopías.

Los líderes de las masas pro vida y familia, se pliegan a la partitocracia y a un poder oligárquico de apariencia democrática. De nuevo nos convocan a una gran manifestación en Madrid el día 14, que será inútil si de nuevo (esto ya es antiguo) queda fagocitada por el entorno del PP, y si no expresa la institucionalización de la sociedad con una voz política reconocida. ¿Tercio familiar? ¿Se utilizará el día 14 para presionar a Rajoy alias “Pinocho” en el sentido de hacer una reformita abortera?

Sabemos lo que pasa. Todas las promesas de reconciliación, concordia y fraternidades desde la década de 1970 -¿por qué todavía siguen? ¿para seguir engañando y oprimiendo?- han sido un fiasco. Eran innecesarias tales promesas porque lo que pretendían ya se vivía; realmente quienes las realizaba buscaban otra cosa: la discordia entre los españoles y el todos contra todos. Fueron promesas trampa para deshacer todo lo bueno. Unos, para volver todo al revés, querían que el Bien no arraigase en las costumbres, en los corazones, y que los españoles no obtuviesen la ventaja social –bien común- que aquel produce. Otros, que debían defender la verdad inherente al Bien, no quisieron o no supieron decir las cosas claras ya por error ya por cobardía. Por rendijas y brechas se desparramó el Bien acumulado, viviendo España de rentas durante décadas hasta su dilapidación. ¿Y ahora? Pues bien; los ayer condescendientes con el Mal hoy quieren volver a empezar y –además- desde un imposible Cero, desde un mundo descarnado y “de razón”, como si España –es un ejemplo- no fuese un gran bien moral a transmitir a los hijos.

Llevamos décadas de desmantelamiento pagano, sistemático y sofocante, contra todo lo cristiano, humano y español. La corrupción llega a lo más alto del país. El filibustero saca su tajada, mientras que si chupa cárcel no devuelve el dinero. El hampa campa a sus anchas. Sólo nos sorprende la rapidez de la expansión mal. ¿Se llevarán las manos a la cabeza quienes –hipócritas- han traído tantos males?

Es penoso que la llamada derecha sociológica –católica, españolista y perezosa hasta la tontuna- esté fagocitada por líderes peperos. Estos errores se pagan caro. Si ha dado al PP una mayoría absoluta para sacar a España del gran ensayo masónico de ZP, resulta que España sigue bien atada a todo un Programa sectario. Más: llegando el PP al poder, a éste le salen ríos de corrupción, amplificados por alguien, surgiendo sospechosos competidores emergentes que pretenden cambiar todo sin que realmente nada cambie. Tal derecha sociológica, vagüeta y acomplejada, recibe continuas calabazas seguro que bien merecidas. Sí, la Revolución prefiere al PSOE y los separatistas y utiliza al PP para esclavizar el voto de los “buenos” y del todo confiados. Roma no paga traidores.

“Lindeza” de Rajoy ha sido, entre otras, cargarse (el ministro de educación Wert) una asignatura de religión católica, reducida en los ciclos de Primaria y Secundaria y anulada en Bachillerato. Ha sido también la vergonzosa mini reforma de Ruiz-Gallardón relativa al aborto, para no ser ahora ni eso. ¿Y el grupito del PP que apoyó la reformita abortera? ¿Y los doce diputados que ahora plantean a Rajoy votar en contra de la Proposición de Ley sobre el consentimiento paterno obligatorio para las menores de 16 años? Sí, el PP ha mantenido todas las leyes deletéreas, incluida la de “Memoria histórica”. ¡Oh, grandes éxitos de esos supuestos genios metidos en la política liberal! Lo de menos es el sistemático incumplimiento electoral del PP –esto y la manipulación es costumbre en nuestro sistema político, origen de corrupciones de todo tipo-, sino la existencia de católicos en el liberal-socialismo. Sus batallitas son una entrega de antemano -política y espiritual- al mal que dicen combatir. Ahora Celia Villalobos -¡ah, el oráculo!- dice que no se puede ser del PP y contrario al aborto, mientras su esposo Pedro Arriola asesora a Rajoy en cuestiones electorales.

En Cataluña el valiente Somatemps planta cara a la mitad nacionalista, muy hostil y convencida de obtener la independencia en las elecciones del 27-IX-2015. El separatismo no lo promueven los partidos políticos –¡oh contradicción!-, sino la llamada Asamblea Nacional de Cataluña (sobre todo ésta) y Ómnium cultural, para mostrar que todo surge de la sociedad. Es como si de repente se hiciesen antipartido para demostrar que defienden algo que es absoluto (argumento que no es suyo). El separatismo persigue a los españoles que precisamente lo son porque son muy catalanes, y rebuscan en su pasado personal a ver si encuentran algo de qué acusarles. ¿Vamos al Estado policíaco? En Cataluña, Vascongadas y hasta en Navarra, el miedo lo meten los etarras y el marxismo, marxismo que apuesta por el nacionalismo y está detrás de él. El marxismo comunista ha tomado la bandera del secesionismo… para lograr pequeñas Albanias, Cubas y Nicaraguas, ya como ejemplo de lucha entre “naciones”, ya como poder fáctico ya por su odio contra España. La herencia moscovita y el espíritu maoísta están aquí. Y los burguesitos separatistas tan contentos por ahora.

Sin nervios ni rebajar exigencias, no tonteemos con los católico-liberales. La crisis se debe al abandono de la tradición española, católica de veras, españolísima y foral, representativa y monárquica de verdad, como comunidad que reverencia la verdad de un legado concreto. El cambio necesario se llama conversión, teniendo que cambiar más quien haya colaborado más en el paganismo materialista de las leyes, la política y la sociedad.

José Fermín de Musquilda

Texto publicado con modificaciones en “Siempre P’alante”,

nº 736 (16-III-2015) pág. 14