Viñetas de prensa y grabados: sus combates y errores

Viñetas de prensa hoy y dibujos de ayer: Carlismo, Liberalismo y nacionalismos.

 

(Por José Fermín Garralda Arizcun)-

(Imagen 1). “La Flaca” hacia 1872 (hace 151 años).

I.Un error simplificado, deprime.

No es fácil que el tal Puebla, ilustre autor de la viñeta del diario ABC (8-VIII-2023) que recogemos en la segunda imagen, rectifique sus personales clarividencias y regocijos, o bien que ABC haga pública la queja recibida de quien lamenta con mucha razón que en sus páginas se divulgue que el nacionalismo separatista procede del Carlismo.

Al periódico ABC le importará plim…, quizás le reste la importancia que la viñeta tiene y afirme que a nadie quiere ofender.  Le creemos, pero este tema llueve sobre mojado, por repetitivo entre cierto periodismo liberal conservador. Todo esto quita las ganas a cualquiera, pero lo cierto es que da mucho de sí y se vuelve contra sus mantenedores. Ojalá rectifiquen, pero quizás sea pedir demasiado a quien  busca algún tipo de provocación, y a quienes tienen poder económico y no les importaría vencer de nuevo al vencido en 1876. Ser carlista hoy tiene un  precio algo, y nada más por eso merece la pena.

Quienes piensen de una manera diferente al contenido de la viñeta, porque conocen el error que transmite, deben mantener la dignidad ante los españoles, los tradicionalistas en general, los propios carlistas, y decir la verdad del pasado para que, quien quiera entender, entienda.

Ojalá se deje de manipular el ayer histórico, y de utilizarlo al servicio del presente, como hace nuestro ilustre dibujante. Ya no nos extraña que la secular producción impresa de tendencia liberal, culmine en la falsa “memoria histórica” y “democrática” del PSOE, que no en vano mantuviera Rajoy.

¿Es que debemos aguantar callados, silentes y sin remordimiento, la interpretación liberal que “ilumina” el presente y maltrata a los enemigos ideológicos de ayer? Pues no; siempre fue necesario sacudirse la comodidad y dejadez para atajar a quienes, con bobadas y exclusiones, abusan de su posición de dominio.

El problema está cuando los historiadores que investigan, claudican de la verdad. Luego encasillan y apartan a otros historiadores que ejercen su libertad política en un sentido distinto a ellos, sin que por supuesto lo mezclen con la ciencia. El problema también está en los descendientes de familias carlistas, que hacen la vista gorda y callan con la excusa de “no enredar”, otras razones más prácticas, o se han contagiado del “laisser faire, laisser passer”. De ahí que los liberales hagan lo que se les antoja, el error y la injusticia se consoliden, y, claudicando, se pierda hasta el eco de la voz no ejercida.

Una clarificación. Carlos VII advirtió lo que iba a ocurrir: la distorsión, el  silenciamiento y el menosprecio que iban a sufrir “los mejores españoles” tras la guerra. Les reconoció el enorme sacrificio que, por los más nobles ideales -incluida la religión perseguida-, hicieron los “niveles populares”, ese pueblo que los liberales ilustrados llamaban -y sus historiadores llaman- “analfabeto y sentimental”. Aún más, Carlos VII les fue fiel en el destierro.

 

Tras 1876, se siguió una línea política con varios ingredientes. Se  divulgó  la presencia de carlistas en todos los sectores sociales, destacando los más en alza, con más prestigio social y mayor capacidad, como eran la burguesía y la nobleza, con o sin muchos dineros, los ilustres periodistas, pensadores y parlamentarios –ah, esto no lo aguantan sus contrarios-, los muchos militares que sirvieron a la Causa, y los nuevos títulos como marqués de Marichalar, marqués de la Fidelidad (Ramón de Argonz) y tantos otros. Los carlistas estaban en las aldeas y pisaban los palacios. También se dio la imagen que el Carlismo no era un movimiento clerical sino de laicos y dirigido por ellos. El rey mantuvo sus derechos con independencia de la política vaticanista. Menos mal, así no cayeron en las trampas clericales de la Unión Católica política, de los conservadores marqués de Pidal, o del ralliement y otras más sutiles posteriores. Más aún, se siguió una política de retraimiento electoral hasta 1890, para proteger la memoria de los muertos en la guerra y otros importantes motivos prácticos evidentes, a pesar que las trampas del sistema se mantuvieron hasta 1923. Carlos VII dispuso la fundación de El Correo Español, alentó la prensa y la organización de la sociedad tradicionalista, y la posterior presencia en las elecciones por sufragio universal masculino.

 

II. Viñeta para los “peces grandes”, pero con errores.

(Imagen 2). ABC, 8-VIII-2023 (tras 151 años)

Que llueve sobre mojado con este viñeta lo expresa la tradición histórica liberal, la trayectoria del periodismo de hoy, y los libros de texto de nuestros hijos. Desde hace tiempo se actúa sobre todas las edades, sea sobre los peces grandes o bien los chicos. Mostrar esto, explica lo largo de este artículo interdisciplinar de derecho político e historia, siguiendo los dos ingredientes de la viñeta de Puebla.

En esta viñeta, la figura del gracioso literario en ABC repite una bobada tan vieja como poco original y nada creativa, según diremos.

Sabemos que, para Ortuzar, la “derecha” son PP, Vox, UPN y otros, pero de todos ellos, el gordico -como él- es el PP. Así en estas líneas me remitiré al PP.

A la derecha de la viñeta hay una afirmación referida a 2023 ("Hemos parado a la derecha"), en el centro un personaje de hoy revestido como si fuese de 1872, y a la izquierda una bandera muy utilizada en 1936.

Que el PNV de Ortuzar niegue que sea de “derechas”, o que esté en la “derecha”, es querer engañar a los demás, por lo mismo que el PP tampoco quiere ser de “derechas”.

Tampoco esta viñeta es muy creíble, pues ni los Ortuzar ni los Feijóo son frailunos, ni sus amigos lo fueron..., y si lo fueron aquellos, dígase de ambos por igual, porque: ¿no han estado el PP y el PNV sostenidos por muchos católicos, haciendo gala de tales, y apoyados indirectamente por la vaguedad malminorista del “voto en conciencia”, término éste de corte clerical? De todas maneras, lo cierto es que ni la Iglesia ni el hombre como tal, tienen que agradecer algo a ambos partidos políticos: en todo caso la casilla de la declaración de hacienda.

Nuestra tesis es que el PP y el PNV son liberales, que el liberalismo del PP y del PNV es nacionalista, que por contestón y radical el PNV es más nacionalista que el PP, y que ambos son igualmente estatistas, siéndolo más el comunismo-nacionalista que, como criatura de nuestra época, radicaliza al PNV. Hoy día, a Feijóo y al PNV les une mucho más de lo que les separa frente al Carlismo.

Vamos a ser algo prolijos con perdón del lector. La caricatura de ABC no es rigurosa ni muestra la verdad, y se vuelve contra quien la dibuja y el periódico ABC que la publica. ¿Por qué?

Primero ofrecemos cinco afirmaciones sobre historia. 1ª) En el siglo XIX y en contra de los carlistas, hubo liberales en el País Vasco amigos de Madrid y que se decían "fueristas”. 2ª) En  segundo lugar, difícilmente  el ricacho liberal de la Sota, que con otros más salvó al PNV de su extinción, se iba a poner boina roja. 3ª) Asimismo, Pi y Margall, liberal progresista, republicano y federalista, fue "separador" de España. Sabino Arana habría conocido algo de don Francisco y hasta parece que quiso superarlo decidiendo su ruptura total con España. También conoció las modas centroeuropeas, radicalizándose él en una dirección centrífuga inversa a la italiana y alemana. 4º) Exagerar por cabreo como hizo Sabino Arana, e intelectualizar como su amigo Engracio de Aranzadi (Kizkitza) en La nación vasca, es una manera de pretender ser más que otros y contradecir a todos, ser los número uno en algo, pero desde luego en contra de la Tradición y lo propio vasco. Lo de siempre en Vizcaya nada tenía que ver con soberanías y voluntarismos, con desviaciones confundiendo Fueros con soberanía moderna, con autocomplacencias y vanaglorias, ni con utopías románticas, más tarde marxistas y hoy ambas a la vez, pues la economía “no llena” el espíritu. ¡Ah, no lo llena ni la nación, que ha pretendido sustituir a Dios! También la diferenciación del yo-colectivo, idealista, muchas veces arbitraria, soberbia y caprichosa por subjetiva del nacionalismo del PNV, es algo típicamente liberal. Por cierto, que exagerar por rechazo, es lo más propio de un hispano cuando don Sabino se desquicia.  5º) También sabemos que, antaño, los liberales alfonsinos de Madrid veían bien al PNV para combatir al Carlismo.

Si abordamos los aspectos ideológicos, la reflexión es más amplia aunque la abreviamos.

1º) Hoy al PP y PNV les unen temas de fondo, como cacarear la soberanía nacional. Todos los liberales defienden la soberanía nacional o popular.

2º) El Liberalismo es estatista, ya centralista y autonómico, en ambos casos antiforalistas. También es nacionalista con diversos perfiles: centralista "español", autonomista o cuasi federalista, o abiertamente separatista. Un “Vitoria” independiente hoy, sería muchísimo más centralista y uniformista que el odiado “Madrid”.... decimonónico. Ojo pues con la aparición del actual comunismo separatista.

3º) También les une el laicismo (el PNV ha roto con su pasado confesional),  el estatalismo y la administración pública. El PNV reproduce en sus instituciones el centralismo y estatismo de las instituciones del Estado liberal que dice rechazar, y hace lo mismo que el PP cuando gobierna –salvo el tema de la lengua y la relación con Bildu-, unos en un espacio grande, y ellos en un lugar chiquitico, cuyo territorio agitan con ánimos imperialistas sobre el tan ansiado y milenario Reyno de Navarra.

4º) Pues sí, el PNV y la otra "derecha" han llegado a hacer suyos todos los principios del Liberalismo ideológico, y además aceptan por igual la "Agenda 2030".

Una segunda pregunta: ¿es posible ésta amistad de fondo entre los liberales del PP y PNV, a pesar del rechazo visceral de éste al PP? Sí, es posible, debido a la tradicional variedad de grupos liberal-conservadores y grupos liberal-progresistas luchando unos con otros. Ahora ambos buscan el apoyo del PSOE, lo que estaría lejos de la práctica política del Carlismo. Que ahora el PNV haya optado por segunda vez por el PSOE de Sánchez,  sólo indica su afán de poder propio de toda partitocracia, y su rechazo a España misma, no por el actual liberalismo que hay en ella, sino por cualquier forma de unidad y grandeza de España.

El Liberalismo une al PP y PNV hasta mitad del camino, lo suficiente para el rechazo frontal de ambos al Carlismo. Desde luego, hoy ninguno de ellos necesita al Carlismo para acercarse a él y ocultar sus muchas y radicales diferencias.

Si es cierto que a los amigos los elige uno, también hay cuatro grandes  diferencias entre el PP y el PNV para que éste rechace al PP. Tal es el amor a España y la aceptación de la lengua vasca por parte del PP, aunque a su manera, la falsa historia del nacionalismo, y la buena relación del PNV y el PSOE con Bildu, amigos de los terroristas etarras.

En tales puntos, el PNV sería lo más contrario a los carlistas, que aman España hasta dar la vida por ella, tienen la lengua vasca como materna, la defendieron siempre, la hablan con naturalidad y no la utilizan políticamente, y nunca admitirían ni permitirían la separación del País Vasco y Cataluña…, a diferencia del Liberalismo, que hoy sí, siempre que sea dentro de la ley… liberal. No nos hagamos tontos. Los carlistas honran a sus mayores y dejan la historia para los historiadores.

Se ha creado una falsa historia en el País Vasco y Cataluña, y ahora utilizan el latiguillo miserable de España nos persigue, España nos roba, y tontadas –“toca narices”- como éstas. España son sus Reinos y Señoríos firmemente vinculados –tal es el Carlismo-, mientras que el absolutismo de época y sobre todo el Liberalismo los repudió y anuló, como el separatismo repudia y anula España y –no se escandalicen- la configuración natural –principio de subsidiariedad- y naturaleza histórica de los pueblos que dicen defender.

 

 Ocurre que el pecado del separatismo es mayor, porque la Constitución de 1978 otorga estatutos de autonomía (federalismo práctico) mientras que los separatistas siguen rotundos en sus trece de ser “totalmente otros”; más aún, ellos son los que persiguen a España (los etarras con el asesinato, extorsión y diáspora) y roban a los españoles. El error de la Constitución es rechazar los Fueros (derechos propios anteriores y distintos al Estado, jurisdicción y una realidad jurídica, y el estatuto es una delegación del Estado, poder y algo político), y el error de los separatistas es preferir los estatutos a los Fueros, toda vez que los estatutos son algo político y les da poder.

Si la partitocracia caciquil liberal divide España formando un fenomenal  batiburrillo de reinos de taifas ideológicos o de feudos en tiempos de crisis, los estatutos de autonomía de hoy pueden conducir a una división territorial federal –sólo queda el duro paso de su reconocimiento- o confederal. El camino e federarse desde la separación (v. gr. las 13 colonias americanas) es inverso a federarse quebrando la unión pues esto último conduce a la separación total. Desde luego, sólo los Fueros como derechos propios anteriores al Estado y como una cuestión jurídica que no política, son la garantía de la unidad de España.

Lo anterior nos lleva a la siguiente reflexión. Cuando la “derecha liberal” llamadas española y vasca, riñen entre sí, "tiran" a su contrario donde más le duele; en este caso identificándole con su enemigo común, la Tradición o Carlismo, por “carcas, clericales, de otra época y vencidos”. Pues allá ellos. Penosa es la ignorancia y peor el menosprecio a la verdad.

Un PNV desprestigiado y egoísta, y un Feijóo PP fracasando en "su gran oportunidad" por los pactos de Sánchez PSOE con los separatistas y los amigos de etarras, pertenecen a la partitocracia de derechas por igual. Por eso, no es raro que en sus rifi-rafe algún artista ingenioso que figura como gracioso de comedia, aproveche la ocasión para intentar desprestigiar al enemigo común de ambos, utilizando al Carlismo “para hacer risas”… o para “dar doctrina”.

Como la ignorancia de hoy no tiene límites, de tanto repetir el cuento de que Carlismo antecede al nacionalismo, la gente se lo puede creer. Por eso pedimos al diario ABC que medite lo ocurrido. Sobre todo porque cuando se quiere se habla de continuidades y evoluciones históricas, o de rabiosas rupturas, o del “no tienen nada que ver”. Pues bien, dígase que liberalismo y PNV nada tienen que ver con el Carlismo, que no es tan difícil.

Ampliando la escala, y en esto ofrecemos alguna novedad al lector, digamos también que los liberales continúan arremetiendo contra el Carlismo en los libros escolares, con una mala memoria, que precede a la “memoria histórica” de los ZP-Jajoy.

III. Otras viñetas anticarlistas de prensa

(Imagen 3). Las nuevas Cruzadas. (Coloreado)

La manipulación de la historia no es nueva. Sospechamos que a Puebla, autor de la primera viñeta, le falta algo de creatividad. Que su viñeta tiene algo de  plagio, lo muestra su comparación con una caricatura anticarlista del siglo XIX, tomada de "La Flaca" hacia 1872. Es fácil que el lector se dé cuenta con éxito, aunque Ortuzar esté más “encogido” como ante “cosa hecha”, y el cura trabucaire de “La Flaca” esté animando al personal aborregado. No obstante, es cierto que el estilo de Puebla es más civilizado que la brutalidad de “La Flaca” aunque se tire en plena guerra civil.

También los carlistas del s. XIX tenían sus viñetas satíricas, pero una vez publicadas, nunca las utilizaron después para atacar. Ocasión y elegancia, mandan. ¿Es que los carlistas han de estar siempre el capachico de las bofetadas, aún sin venir a cuento? 

IV. Viñetas para los “peces chicos” en los libros de texto escolares.

La viñeta en ABC mantiene cierta mala uva y la displicencia abusiva hacia al Carlismo y los carlistas como ocurre en no pocos libros o manuales escolares de ESO y Bachillerato de algunas editoriales “conservadoras”. Ello contrasta con el respeto que se muestra a los restantes agentes del pasado, conforme a la naturaleza de un libro de historia. Por eso, ojo los padres con los libros que estudian sus hijos.

En los últimos cinco lustros, hay dos extremos en el tratamiento del Carlismo en los libros escolares. Demos una pincelada.

Primer extremo. Hay veces que los libros sólo se recogen viñetas de “La Flaca” y otras revistas satíricas del s. XIX, aunque no como mera información, sino con una intencionalidad evolucionista a lo Darwin aplicada a la sociedad, que no justifican, salvo que el lector suponga que lo respetable, lo atendible, lo bueno y el “deber ser” es lo que de hecho triunfa.

 (Imagen 4). "Identifica a la caverna"

Lo recuadros de “la caverna del escriba” son para relleno de críos: bandera religioso-política, tea incendiaria, boina al completo, escapulario de la Virgen del Carmen, cartuchera para munición, trabuco de 1800, alpargata de aldeano y zapato de cura. Faltaría la etiqueta de cara de mala leche. A ello se le añade lo tendencioso del título y la narrativa del texto que omito.  Llama la atención que en este libro tan elegante, son raras las imágenes de este mal gusto.

 (Imagen 5). La Santa Causa. (Coloreado)

Segundo extremo, un libro para mayores y de mayor calado crítico. Pasemos a un libro de texto escolar más complejo de 2º de Bachillerato de hace 25 años. Hoy los libros son menos reflexivos, no llegan a tanto como el que comentaremos, y no tienen tanto interés como éste en exponer una tesis general sobre la historia contemporánea de España.

Se trata de un tratamiento intencionado, fruto de una tesis ideológica que se presenta ecléctica pero sin serlo, en un libro de 1998. Es el libro más anticarlista que hemos encontrado en nuestra profesión. Si lo criticamos no es por las ideas de los autores, sino por contrastar el anticarlismo con el respeto que le merecen otros movimientos políticos, por hacer una caricatura del Carlismo, y por diversos elementos singulares en su tratamiento externo que citaremos. En este libro, la presencia del Carlismo a partir de 1839 es imperceptible y no se corresponde con su importancia social (p. 158, 215 y en adelante prácticamente inexistente), incluida la fecha de 1936.

Fijémonos en el segundo plano del grabado, que es una matanza algo similar a la dibujada por Goya y que pocas páginas antes recoge el libro. Además, dice la leyenda:

(Imagen 6). "Celebración de una victoria carlista en Burjasot. Alicante.  El odio y la crueldad descritos por Goya vuelven a repetirse en la primea guerra carlista. La madre del general carlista Cabrera fue fusilada -gesto innecesario y cruel- por orden del general isabelino Francisco Espoz y Mina, antiguo guerrillero frente a las tropas napoleónicas y afamado liberal" (p. 125)".

(Imagen 7). Compárese este grabado de Goya con el segundo plano de la gran juerga a todas luces inhumana del grabado anterior. El fusilamiento de la madre de Cabrera a sus 80 años raya en lo anecdótico y hasta comprensible en semejante situación.

¿Qué elementos singulares y harto displicentes hemos observado?

Es singular la violencia del grabado que adjuntamos y la sutil leyenda y contrasta con el banquetear de los soldados. Se trata de la imagen más violenta de todo el libro por “cruel”, y no hay otra similar aunque desgraciadamente pudieran encontrarse muchas a lo largo de nuestra historia (VV.AA. Historia de España contemporánea. 2º Bachillerato, Zaragoza, Edelvives, 1998, 399 pp., p. 125 y 94). También es singular que parezca como si la misma Historia rechazase a los carlistas, superados por “inmovilistas”, opuestos a cualquier tipo de reforma, en general analfabetos y sentimentales, y “ultras”, caricaturizándolos así y poniéndolos con diferencia en el peor lugar de todos los movimientos sociales de España (p. 124-128). Claro es que el libro omite las abundantes reformas de los gobiernos ilustrados de Fernando VII en la última década. Es singular que la actividad carlista se reduzca a las guerras, siempre tan impopulares y desgraciadas, con la omisión  de lo que hicieron repetidamente sus enemigos. Es singular que se omitan sus éxitos periodísticos (salvo el nombre de algún diario), sociales, el cumplimiento de sus “avisos”, y su relativo éxito electoral –que se minusvalora (p. 215)- en un sistema caciquil y turnista creado por los Gobiernos liberales. Por último, es singular que el redactor reúna toda la actividad carlista hasta 1876, (en adelante casi ni se cita) en la narrativa previa a Martínez de la Rosa y al triunfo del Liberalismo en 1839, como una realidad sociopolítica “superada” enseguida pero no por su ferocidad sino porque no se pueden poner barreras al progreso. Así se cuentan las cosas.

(Imagen 8). Senadores y diputados tradicionalistas, Cortes de 1871 (Wikipedia)

Desde el comienzo (omitimos lo anterior a 1833) hasta el final del libro de texto, los autores no entienden al Carlismo ni a los carlistas, rara vez mencionados a partir de 1876. Lo más llamativo es que se minusvalore totalmente su fuerte componente religioso, refiriéndose a la inmadurez religiosa de la época, y por la crítica implícita que el libro parece hacer al derecho público cristiano expuesto en el s. XIX por la Iglesia, como si fuese un modo de “fundamentalismo católico”.

El tratamiento de los s. XIX y XX en este libro ni sigue al liberalismo  “conservador”, sino que va más allá y tiene una raíz filosófica e incluye una tesis interpretativa. El libro se preocupa mucho por lo político, destacando las instituciones del Estado y las grandes novedades políticas. En paralelo, se preocupa por lo social como la demografía, economía, educación, cultura e ideas….  Esta conlleva la omisión de la verdadera posición de la Iglesia ante el Liberalismo y efectúa una crítica a la cultura católica del momento, nuclear en España.

En el libro hay que rebuscar las relaciones del Estado liberal con la Iglesia. Por ejemplo, la trascendencia religiosa de la desamortización pasa desapercibida (p. 132-133); el “insigne latrocinio” ni se contempla, y se prefiere el término nacionalización al de robar –sería condenar a los liberales- para vender. También se rebaja mucho la importancia de lo relativo a la religión en los s. XIX y XX, y su valoración por la Iglesia (por ej. Constituciones de 1876 p. 201 y 215, de 1931 p. 296 ss., y de 1978 p. 383-385).

El libro comentado hace una crítica constante al tradicionalismo político, cultural y religioso, denominado éste último “fundamentalismo clerical”, anterior y paralelo al laicista (p. 263). En contra de lo que podía esperarse, esta crítica es sumamente superficial y llega hasta la caricatura, lo que pone en entredicho la interpretación que se hace de la España del s. XIX y XX. Cuando afirma que el conflicto lo generaran dos “concepciones de España” erradas y basadas en sendos “fundamentalismos”, ignora que el problema sustentante era la crisis del racionalismo “europeísta” –como en el s. XVI el protestantismo-, y el arraigo en España de la revelación cristiana o católica.

A Menéndez Pelayo se le cita una sola vez y “como dirigente indiscutible” de dicho tradicionalismo cultural, pasando su Obra desapercibida entre una multitud de nombres propios a los que se les da mucha más importancia. No les cae simpático. La interpretación del “fundamentalismo católico”, primero achaca a los españoles más castizos –suponemos que los carlistas- “la ferocidad  en la manera de defender lo propio” (p. 182), y luego hace responsables de la última guerra civil al fundamentalismo católico y al laicista (p. 263). Esto parece un exceso filosófico que se olvida de la Revolución social, del marxismo (PSOE, PC y POUM) y anarquismo (CNT, FAI), como causas principales de la guerra.

El tachar las formas de pensamiento y actuación católica de los s. XIX y XX, lleva a “poner pegas” a los católicos anteriores y en tiempos de la IIª República (p. 300 ss.), a huir del término Cruzada,  a mantener aquellas con el “franquismo” (p. 334, 337, 359), y a mostrar la democracia liberal de 1978 como liberadora. Parece que se sigue la huella de la segunda etapa de Calvo Serer y de cierta minoría de pensamiento profesoral, laico pero de inspiración clerical e intención religiosa (p. 340, 360-361).

Sin duda sólo el profesor advertirá la tesis del libro como un “corrector histórico”, como un pretendido “desenganche” de las adherencias temporales en la Iglesia aunque a la vez parezca desengancharse de otras propias del derecho público cristiano. Todo indica que esto último lo hace elevando a lo intangible la libertad de hecho dentro de las reglas de la democracia moderna, el igualitarismo de todo y todos ante la ley, y la tolerancia como antídoto a todos los males, desde 1931 a 1978. Esto es más una interpretación filosófica y utópica, así como pretendidamente “pastoral”, que hacer historia. Si esta perspectiva es mariteniana, va más allá de la posición conservadora y pidalista posterior a 1876, pues exige un cambio más radical al ser de cambio de paradigma.

V. Colofón

Pasemos al desmemoriado ABC. Cuando mantiene cierta mala uva y displicencia en una viñeta que llega a todos los rincones de España… ahonda el mal camino tomado en la prensa en general y los libros de texto escolares. Aquí hemos querido vincular ambos frentes. Cada equis tiempo se deja caer una boñiga de esas que vulnera el prestigio de la prensa escrita. Pues tengan ojo los mayores al leer el monárquico ABC. Ojo también al desagradecimiento, porque, sin los requetés –aunque no sólo ellos- España y desde luego el ABC, se hubiera perdido, engullida por el estalinismo.

(Imagen 9 y 10). Los que salvarán a España del comunismo

Supongamos un pensamiento a los hombres del pueblo formados de la imagen. ¿Qué diría cada miembro de ésta formación, a Pabla, autor de la segunda viñeta de este artículo? El requeté –el carlista en armas- vivía en una sociedad organizada y desarrollada según su época. Es imposible pensar en estos soldados en formación, sin una sociedad amplia y activa en todos los ámbitos, aunque esto no lo vean los políticos liberales –es lógico-, ni algunos historiadores.  Movidos por ideales, los requetés sobrepasaron las épocas. Los carlistas no fueron los últimos románticos y su núcleo vital sobrepasa y une las diferentes etapas. Hasta hoy. Optan por el iusnaturalismo y el derecho público cristiano, por la concreción más allá de la abstracción, y no por el fluido romanticismo, aunque vivan virtudes como la fidelidad y el honor tan caras en la literatura romántica. Hombres de familia y arraigados, poco o nada tienen que ver con el navarro Xavier Mina (el joven) o los camisas rojas del italiano Garibaldi. Muchas veces en tiempos de paz, los carlistas vieron desfilar delante de ellos los cadáveres políticos de sus enemigos.

No sin intención, se ha querido confundir el Carlismo con la guerra y reducirlo a Navarra. Ahora bien, siempre que pudieron y quisieron, lucharon en el parlamento o Cortes, y eran muy activos en la prensa, las asociaciones, los sindicatos, los clubes sociales etc. Actuaron en toda España aun con diferente implantación. Vivieron con ilusión en su propia época.

(Imagen 11). "Nuestros diputados y la nueva cámara" en el Boletín de Orientación Tradicionalista (1936). Últimas elecciones en la República.

Llama la atención que en el comentado libro de Edelvives 1998, se dé por casi desaparecido al Carlismo en 1876 al decir que “Carlos VII (por lo visto sólo entonces no eran “pretendientes”) cruzó la frontera para no volver” (p. 128). Habrá que esperar a la pág. 310 cuando, una sola vez, la última y entre otros nombrados, se cite una vez el término  requeté. Pues bien, interesa recordar a los autores que don Carlos VII regresó en su hermano don Alfonso Carlos I,  que luchó con él en la tercera guerra, pues dio la orden de alzamiento a decenas y decenas de miles de requetés en toda España en 1936. Los autores ya saben por qué tienen que agradecerles su esfuerzo. Cualquier omisión ante la opinión pública puede eximir de preguntarse el por qué y el para qué. Claro que también se omite la persecución del Carlismo por el régimen nacido en 1938 y a su final.

Lean dos aportaciones de interés y breves de nuestros amigos sobre la viñeta  (Imagen 2) de ABC, 8-VIII-2023

https://www.ahorainformacion.es/blog/el-separatismo-euskadiano-no-nace-del-carlismo/

https://www.ahorainformacion.es/blog/carta-abierta-al-director-de-abc/