Tres sucesos en una concentración Pro vida

Tres sucesos -no está mal- en una concentración "Aborto No. Dios ama al embrión"

25 de julio de 2017. La concentración “ABORTO NO. Dios ama al embrión” ha tenido lugar - según lo previsto- enfrente del parlamento de Navarra a las ocho de la tarde del 25 de julio, día de Santiago Apóstol.

Media hora mensual de testimonio, media hora de protesta (más explícita y rotunda cuanto menos sean los que llevan la pancarta, cuyo mensaje es el que importa), media hora de oración a Dios, media hora expuestos al debate social cuando tiene lugar…

Esta tarde, la calle estaba semi vacía a la vez que había pocos en la concentración debido a las vacaciones estivales y a ser una fiesta de Santiago. Un buen grupo de viandantes, aunque pocos en comparación de otros días, ha leído la pancarta, que es lo que importa.

Junto a los concentrados, una cámara exterior de la policía vigila al ciudadano, al grabar todos los eventos y sucesos que puedan ocurrir. Más, el nuevo Ayuntamiento EH Bildu ha colocado muchas otras cámaras por el Casco Viejo de Pamplona y eso produce comentarios llenos de hilaridad

A pesar de la poca gente, y a diferencia de otras veces, esta vez han tenido lugar tres novedades.

Por la primera, un grupo de chicos y chicas adolescentes han cruzado la pancarta y, ya algo lejos, un grandote de ellos muy “valiente” ha dicho de forma audible una blasfemia. Sí, seguramente porque Dios ama al embrión, según reza la pancarta. ¡Pues fíjese Vd. qué peso tiene el embrioncito que nos mueve ante Dios! ¡Pobre desgraciado! La contestación ha sido: ¡alabado sea Dios!

Por la segunda, un matrimonio que colabora con un grupo antiabortista se ha acercado y ha hablado un ratito diciendo que éramos pocos y que había que unirse. No es que lo dijese para que la pancarta no saliese a la calle, pero eso es lo que ocurriría de depender de otros. De alguna manera este simpático matrimonio tenía razón, pues lo mejor es ser muchos junto a cada pancarta. Sin embargo, varios razonamientos les han convencido de que lo importante es no guardar silencio.

El tercer lugar ha ocurrido algo divertido quizás para compensar la tristeza que a su vez produce. Mientras hablábamos con este simpático matrimonio, un muchacho mayor con pintas “muy contrarias” (aquí le llamaríamos “jurru”, con piercing, tatuajes, bermuditas, muy dejado y sin lavar no sé si para dar miedo) se coloca a cinco metros del grupo para hacernos una fotografía con todo desparpajo. La hace como si no se le viese. Mientras se iba de espaldas, precisamente es un pancartista el que le hace una fotografía a él como medida de protección. Como apercibido de ello por un sexto sentido, nuestro hombre da la media vuelta, se encamina hacia la pancarta, permite así que se le haga otra fotografía frontal, y se encara muy de cerca con su fotógrafo. Ante la amarga amenaza que el “jurru” lanza al sentirse fotografiado, su fotógrafo le dice con toda paz: “- Pues tu ya nos has hecho una fotografía antes”. ¿Y la respuesta? La respuesta ha sido alucinante de toda alucinación: “Yo sí os puedo hacer fotos pero vosotros a mí, no”. La risa que ha provocado no ha llegado a ser de campeonato para evitar líos. O sea, uno puede hacer fotografías al otro, y después éste otro no puede hacerla al primero. Lógicamente se le ha llamado “fatxa”, quedándose -el pobre- como la leche cortada. Aunque hay que tener cuidadín con gente así. Al decirle que podíamos llamar a la policía, suelta eso de que la policía está con nosotros, ignorando como ignora qué ocurrió en el boicot que los suyos hicieron al mitin de Impulso Social en las escuelas de San Francisco, en el que la policía estaba de “mirona”. Sí, boicotearon un mitin en período electoral, hubo denuncia, y nada ha ocurrido después. Al ofrecerle ahora una pegatina de la concentración con la vida, donde se dice que “Abortar es matar”, el tal vuelve a amenazar diciendo que éramos nosotros los que teníamos que ser eliminados. Por lo visto ese muchacho es conocido, aunque ha adelgazado mucho. Hace unos pocos años, un cartel “abertzale” enemigo del señor arzobispo sacó a colación una fotografía de nuestra pancarta y del grupo. Así que, si se nos vuelve a molestar de alguna manera, diremos a quien convenga quien es el tal “jurru”.

* * *

Pero vayamos a lo que importa. Ante el comentario del citado matrimonio han salido los argumentos siguientes. Primero, que ha llegado un momento en que importa más la acción de un enjambre de mosquitos que la ronca pisada de un elefante sin eco en la política. Muchas manifestaciones millonarias por la familia y la vida, y nada se ha conseguido en las leyes. (¡El PP -masónico, sin duda- es tan abortero como la izquierda más radical!). Segundo, como lo que importa es que se lea la pancarta, ojalá haya muchas pancartas simultáneas y continuamente por muchos lugares de Pamplona. Ser pocos -tercero- no afea la causa de la vida. (¿Es éste el temor de algunos?). En efecto, todo el mundo sabe por las manifestaciones millonarias que hay muchísimos que piensan lo mismo. Además, imagine Vd. cómo los pocos porteadores de la pancarta sentirán el tema del aborto que siendo pocos salen a la calle a testimoniar su rechazo, lo que muestra la gravedad del tema.

Al margen de los deseos de nuestro simpático matrimonio, digamos que el aborto es el enorme tema silenciado. Algunos sólo hablan de él “un pelín”, quizás para que no se diga. Alguno ha dicho que “no hay que dar la lata”, que es “un tema muy feo” como para hacer que la sociedad desespere, que “el tema se desgasta” como para estar todo el día con él, y que se debe superar este enorme mal desde el exceso de bien más que desde la crítica.

Esta es la apostilla del perezosín, y del que separa la vida pública y la privada. La apostilla de quien cierra los ojos a la realidad, y de quien quiere congraciarse con los ambientes por otra parte impuros y asesinos. La apostilla de quien da la lata con otros temas mucho menos graves. La apostilla del semipelagiano que dedica todos sus esfuerzos a medir grados de atracción del desviado. La apostilla de quien sonríe ampliamente al medioambiente y no al centro del mismo que es el hombre -el nasciturus-, sobre todo si es el más inocente y del que depende todo el futuro. La apostilla de quien desgasta la verdad y credibilidad cuando habla mucho de asuntos mucho menos graves. La apostilla de quien aísla las acciones humanas para tomar la que más le conviene: ¿quién ha dicho que la denuncia del aborto en la calle cierra las puertas a la ayuda de la madre, la feminidad, la promoción de la natalidad ante la hecatombe del envejecimiento de la población, etc.?

Creo que hoy día no estamos hechos para entender estas y otras apostillas y bobadas, sino para actuar de manera que cada palo aguante su vela. Que por los carlistas que no sea, y que Santiago nos asista.

En cada época, los Santos valedores tienen su trabajo. El trabajo del Señor Santiago será -suponemos- quebrar el haber silenciado a Dios y su santa Ley en la política y desde ahí, y por imitación, en la sociedad. Será también quebrar el silencio ante el aborto como el mayor crimen de la historia, mucho mayor al de la esclavitud en épocas de Roma o el Islam. ¿Sabe Vd. también que asesinar al que “no se ve” va unido a la esclavitud al que “se ve”? ¿Por qué hoy hay cada vez más esclavos de todo tipo?

El silencio en la calle sobre el aborto es desgarrador. Ojalá cada grupo poblase de pancartas la calle cada poco tiempo: no hace falta que haya mucha gente, tres por pancarta y pancartas diversas por doquier. Los que guarden silencio se llevarán un susto de muerte, tendrán un herpes continuo, cuando salga a la luz la MISERIA y EXPLOTACIÓN del inocente que supone la existencia del aborto en la sociedad, legalizado y sufragado por el Estado y las administraciones autonómicas. A su debido tiempo, la realidad pesará horriblemente en la conciencia de aquellos que hayan guardado silencio en la calle. Entonces que cada palo aguante su vela, y que no vengan las excusas, aviso éste que por los carlistas no quede.

Y acabo. Cada vez me escandalizan más aquellos sermones y celebraciones religiosas en las que se habla mucho del amor, del diálogo y la alegría… y nada se dice del asesinato que supone el aborto en las leyes, la sociedad (promovido por la Ley y la administración pública), y además no se promueve la acción. Y luego a quien critique algo se le llamará hipócrita. A lo mejor nuestra vocación es estar en casa, en el trabajo y en la calle.

J. F. Garralda

Pamplona, 26 de julio de 2017