La Navarra real y la oficinal

(Por José Fermín Garralda) -

Quiero decir algo al amigo de veras, que esta mañana se echaba las manos a la cabeza de cómo está Navarra -que "no la conoce ni la madre que la parió"- al ver sus resultados electorales.

Sí, Navarra que está muy mal, como toda España. Es un bajón enorme, aunque los regionalistas hayan ganado: luego vienen los trucos o trampillas para quitar el éxito del ganador. Ya se sabe: todos contra uno....

Para situar bien "este bajón", recordemos que hay una amplia realidad social y por ello política, extraparlamentaria. Lo malo es que está intervenida por la administración, muchas veces está subvencionada, y desde luego no tiene voz ni representación política: por eso es tan débil.

Agradecemos a nuestro amigo que no se acostumbre a nuestros males. Tampoco nosotros estamos satisfechos. No esperábamos que los resultados fuesen mejores, porque el sistema es malo y directa o indirectamente corruptor. Además, aunque dichos resultados son una triste muestra de lo mal que están muchos navarros, tengo por seguro que Navarra y los navarros no son lo que para nosotros significan los resultados. Quizás sea un ingenuo, pero una cosa son los hechos que mandan, otra lo que dicen y aparentan los partidos políticos, y otra lo que es o desearía el votante. Ni el que vota a Bildu tiene que ser amigo de etarras y marxista -si supiéramos algunos móviles, nos asombraríamos-, ni el que vota PSOE tiene que ser amigo de los pobres -¿verdad que no?-, ni otras tantas cosas.

Tu decepción, amigo de veras, es la nuestra. Vamos al por qué. En Navarra, como en todos los sitios, hemos sufrido la traición de todas las élites significativas, nos han colado un liberalismo que es un gran mal, hemos confundido el bienestar y los buenos salarios de la industria, o bien el vivir en la ciudad, con lo que no es (el despego de todo lo recibido de nuestros padres y abuelos). Incluso algún intelectual muy "piadoso" empezó a decir que se podía ser carlista y ateo, y tantas otras cosas. No buscamos excusas, pero ni la gente es lo que sus políticos hacen -otra cosa es que sean responsables de ello- , ni falta un reducto de galos en cierta aldea muy al Norte de las Galias...

¿Qué vamos a seguir haciendo? Nosotros, los tradicionalistas y carlistas, a lo nuestro, que es para todos y en primer lugar para Dios Jaungoikoa. A perseverar, a recibir aportaciones humanas que las hay, a crecer en número, a no buscar y volver a buscar a quienes fueron de los nuestros, quizás sigan siéndolo, pero no se acercan ni a saludar. Nosotros, a señalar el buen rumbo a la sociedad en la medida de nuestras posibilidades, y a ofrecernos para ser faro de una luz mucho más potente que la nuestra. Nosotros, a poner esperanza donde no la hay, a resituar a quienes ponen sus esperanzas en partidos de nuevo cuño que no pocas veces declaran cosas muy buenas en las cámaras de representación,  pero no van a las verdaderas causas y además se subordinan a la constitución de 1978. A resituarles sin cortarles las alas,  precisamente para que sean prudentes y pongan su esperanza en la buena Causa que no en partitocracias, ni en el afán de  novedades aparentemente salvadoras pero parciales y con vicios de origen.

Mantenemos nuestra denuncia al laicismo (positivo, negativo o turbio) desde nuestro objetivo de la unidad católica de España; mantenemos nuestra denuncia a todo lo que empañe la belleza de la bandera de la Patria; mantenemos nuestra denuncia a todo lo que desmerezca la causa de los Fueros, el gobierno de lo propio y por derecho propio, unido al cómo hacerlo con saberes  heredados, reformados o de nueva planta. ¿Quién dice que no sabe que son los Fueros? ¿Tampoco sabe lo que es el fuero familiar? ¿Ni sus derechos personales? Mantenemos que la legitimidad es familiar, de origen y de ejercicio, lejos de principitis o de repúblicas presidencialistas.

Tenemos esperanza. Algo se mueve. Comienzan aires nuevos. La gente está muy harta, aunque actuar por hartazgo no es bueno. El sistema político distorsiona y cambia la realidad. De ahí tanta abstención y voto "contra". Hay trampas, siendo el "voto por correo" el nuevo teatrillo. A veces, por su propia salud psíquica, el ciudadano huye con su voto de ciertos posibles alcaldes, de apariencia jocosa pero brutos y amigos de lo peorcito. Otras veces busca que haya "alguien" en un foro político que diga con contundencia algunas grandes verdades que todo el mundo ha callado, y que la sociedad, para respirar, necesita escuchar alguna vez en los parlamentos. Aunque nosotros no seamos dicho "alguien" porque nuestra esperanza, origen y experiencia, nuestro camino y  trabajo, sea muy otro. 

En segundo lugar, no es lo mismo la Navarra real (la sociedad actual, su conexión histórica, la vida religiosa, económica, educativa, cultural...) que la Navarra oficial (electoral e instituciones partitocráticas).

En el siglo XIX y XX, con sus aledaño dieciochesco del "todo para el pueblo pero sin el pueblo" -despotismo ilustrado se llamaba-, fue evidente el cada vez mayor abismo entre la España real y la oficial . Y así seguimos hoy.

Por ejemplo: para aportar algo en el ámbito político, la Navarra oficial dice que tenemos que votar, y hacerlo aquí y así o asá. Para ella no cuenta otra realidad sino el voto. Ni siquiera la abstención y los votos nulos o en blanco. Ni siquiera la sociedad organizada. Ahora bien, si el sistema actual es la bicoca, no parece normal que haya cifras tan elevadas de abstención.  Añada Vd. que no pocas veces, la realidad del votante no es lo que aparenta ser. E

s decir, detrás de un voto socialista hay gente que sigue confundiendo socialismo con atención al pueblo llano, y lógicamente están muy equivocados. Detrás del voto a Contigo zurekin (Podemos, Batzarre, Alianza Verde, Berdeak equo, independienteak), que la gente no lo ha querido, hay algo parecido a lo anterior, pero más radicalizado, y, en este caso, sobre todo hay una deriva de un marxismo "progre" que ya no sabe qué decir: lo verde, los colores y, eso sí, son los únicos que dicen que va a derribar el monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada, por muy glorioso y digno que sea, convirtiéndolo en una gran parque público (ya me gustaría saber a quienes dedicarán las estatuas que pongan...). Esta es su última mueca de su sonrisita hipócrita. Sería interesante ver la cuenta corriente de sus dirigentes, lo que ingresan al mes y en qué se lo gastan. ¿Y qué hay detrás del voto de... Bildu, Geroa... ? Seguiríamos analizando, en la medida de nuestras fuerzas, pero lo omitimos. A veces no es fácil, no queremos arriesgarnos.

No cabe duda que, por un lado, lo "oficial" distorsiona la realidad social. La partitocracia busca mercado y sabe mucho de marketing. Está especializada en esto. La partitocracia busca diferencias y oposiciones, tergiversa, agudiza y extrapola, enrarece el ambiente, y nos hace creer que somos lo que votamos. Con ocasión del acto de votar, es fácil que alguien mueva las elecciones entre bambalinas; de entrada, no hay recuento final de votos. Y cualquiera dice a los días siguientes que lo anunciado en la TV estaba equivocado. Tampoco somos lo que leemos. Pues miren, la gente es mucho más maja, sociable, natural de lo que nos dice la política de hoy... aunque no quiero caer en el buenismo, porque los reatos del pecado original los tenemos todos.

Los navarros me preocupan por lo que votan, pero mucho más que estén a merced de lo establecido pues, además de ser malísimas importantes cosas actuales, ya parece que son para siempre. Todos o casi todos los partidos aceptan la horrorosa legislación existente, que es de una miseria humana y una corrupción digna de la mayor vergüenza. ¿Cuál es el motivo fundamental de esta desorientación? la descristianización. Los hombres y mujeres del futuro nos sacarán los colores, y cuando corresponda se nos caerá la cara de vergüenza.

Por otra parte, lo real se separa de lo oficial, pero debiera transformarlo, sobre todo cuando lo oficial quiere fagocitar y disolver la navarra o sociedad real que tanto molesta al "pijerío y brutalidad progre". Navarra ofrece su realidad en el día a día de las instituciones sociales, laborales y económicas, en las parroquias e iglesias, en la vida escolar de los niños y juventud, la Javierada, la Semana Santa, las romerías populares, el Camino de Santiago, las fiestas del pueblo y los Sanfermines, el Osasuna y el frontón, la jota y el bertso y el aurresku... Los navarros llevan muchos años de ignorancias y maleamiento, de dejadez. No podemos encontrar una persona fenomenal en las Javieradas, pero que luego vota cosas raras.

Pero, como dice mi amigo, lo carlistas somos sanamente rebeldes, y no estamos parados, ni callados. Esto no es por psicosis de inadaptados, ni por cabezonería, sino por conciencia del deber, lealtad y eso que llaman rasmia. Si nos desviamos algo, esto se dirige al mal camino, y así es como estamos. Repetimos: ¿el motivo fundamental de esta desorientación?: la descristianización.

Tenemos amigos, y tenemos hijos..., y ya se sumarán o aparecerán otros con los mismos objetivos. Nosotros, a trabajar, sabiendo que en sus aspectos más importante, la sociedad es como la viña es del Señor. ¿Quién como Dios? ¿Qué otra patria que mis padres y hermanos?  Y mi pueblo. ¿Qué otra gran patria sino España, la Hispanidad? ¿Qué ley sino la justa y experimentada, y redactada por los propios y a nuestro estilo? ¿Qué otra ley sino la buena costumbre? ¿Qué otro rey sino quien bien gobierna y por ello reina? Pues a seguir.

 Publicado en "Ahora Información" 29 de mayo de 2023