La exposición del sacrilegio en Pamplona y revanchismo en Navarra (3): una nueva persecución religiosa

GESTO DE ESPERANZA

Hay novedades. Decíamos que ante la exposición sacrílega del tal Azcona -versus alcalde del cuatripartito- en la que fue basílica de la Santa Cruz, situada en el interior del monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada (Pamplona), sólo una mujer había hecho “algo práctico y físico, rotundo y definitivo”, al tomar y salvar la docena de Hostias consagradas, robadas y expuestas sacrílegamente como parte del número “Amén”. Decíamos que también un joven y un niño intentaron sin éxito salvarlas, éste último porque ya no estaban. Así, las condiciones de donación de la basílica desacralizada y entregada por mons. Fernando Sebastián–salvo la cripta donde se mantiene el culto divino- al Ayuntamiento de Pamplona en 1997-1998, han sido totalmente incumplidas por el señor alcalde.

Al cierre de dicha exposición hubo dos reacciones saludables, que han hecho crecer la esperanza. Ocurrían el domingo día 17 de enero. A la salida de la Santa Misa de 12 en la parroquia de Cristo Rey, una pancarta colgaba en el frontis de la fachada de dicho monumento. A la complejidad de la operación, se añadió que la pancarta no se extendiese, detenida sobre la cornisa. Una pena. Se leía: “Stop”. ¿A qué? ¿Era una nueva performance del tal Azcona o del alcalde EH Bildu? El encargado de la exposición, con barbas negras, gorrico de lana oscura y algo perplejo, hacía fotos desde la explanada. Quien eso veía se fue a la periferia de la cosa como que ardía. Al cuarto de hora, los municipales retiraron la pancarta, en la que se leía en vertical a lo lejos: "Stop cristianofobia". La prisa fue una pena y la pancarta todo un signo.

La mañana estuvo movidilla. Al poco rato, abiertas de nuevo las puertas al público, alguien entró a rezar el Santo Rosario en la exposición, concediéndole Dios hígados para poder rezar de rodillas ante las cuatro fotografías como parte de la "pieza" sacrílega "Amén". Sin duda, éstas habían sido colocadas a propósito donde estuvo el antiguo Altar presidido por el Santo Cristo venerado hoy en la cripta. Como otras personas, ese alguien rezaba ahí hacia la una del mediodía todos los días de fiesta civil y/o religiosa. Al llegar al segundo misterio, sintió una agitación a su espalda y, vuelto entonces, vio a cuatro jóvenes –el quinto iba con un megáfono- desplegar una gran pancarta con cierto nerviosismo. Antes de salir del lío, tomó varias fotografías, mientras el guardián hacía las suyas. La pancarta, colocada en las escaleras del antiguo presbiterio decía: "Navarra pide respeto. Cierre de la expo blasfema!". Esta era la misma pancarta extendida en la concentración de mil personas celebrada con el mismo motivo en la plaza consistorial el jueves 26-XI-2015. ¡Aúpa por todos esos simpáticos y coherentes jóvenes pamploneses!

Todo lo calla la prensa de papel, la conservadora y sectaria, y nos hacemos eco de ello para evitar la paz del cementerio. El digital “Navarra Confidencial” sólo cita la pancarta exterior, que reproduce desplegada en una curiosa recreación digital.

Sí, era un poco tarde. Era el día del cierre. Pero algo es. Una pancarta no es gran cosa, pero esos jóvenes son un signo ante el retraimiento general de los católicos vergonzantes y temerosos en el ámbito público y cívico. Sus pancartas son poco, muy poco, pero en el actual desierto es mucho. Reaccionaron sanamente, con paz y entereza a pesar de la soledad del entorno. Arriesgaron, desterrando la flojera de los católicos y ciudadanos ante el rodillo anticristiano. Este tardío pero bendito gesto en defensa del honor de Dios y de la religión perseguida, es una llamada para reaccionar ante la próxima ofensa. ¿Quiénes dirigirán al pueblo cristiano amodorrado y aburguesado a fuerza de liberalismo?

Si los católicos no ejercen con tranquila entereza sus propios derechos, serán apaleados. Uno puede poner la propia mejilla, pero está obligado a defender al otro, y sobre todo lo más sagrado. Vergüenza dan las formas de salón y guante blanco, y la generalizada comodidad de sofá. Vergüenza da la omisión por legalismos exagerados y paralizantes, muchas veces desenfocados e inventados por cobardía. Enorgullece la entereza y simpatía de esos jóvenes. ¡Sólo falta que haya libertad para blasfemar y cometer sacrilegio, para ofender -seguramente a conciencia para mostrar quién "domina", quién "manda" al fin, y un "rencor histórico"- y no la haya para expresar una básica y elemental protesta!

La legalidad amoral del liberalismo paraliza para el bien, engaña a los católico-liberales que quieren dejarse engañar, y anima a los ofensores y sectarios que van estableciendo de hecho y luego de derecho una nueva legalidad en contra de la vigente y esta vez abiertamente sectaria, que machacará –no lo olviden- todo lo divino y humano. Que luego nadie se sienta engañado. Ya sabemos que los comunistas de Podemos, Artur Mas y la CUP, EH Bildu, etc. son demócratas de pacotilla por lo que dicen, lo que son, lo que quieren y como actúan.

Queda dicho: sólo una mujer, un niño, cinco jóvenes y algunos más, se han resistido a la legalidad amoral del liberalismo, la logia de Pamplona y el sectarismo. Pobres, sencillos pero dignos, han saltado los “cánones” aburguesados, inútiles y corrosivos del liberalismo y la vergüenza, manipulados estos por la desvergüenza.

José Fermín de Musquilda

Publicado el "Siempre P'alante. Quincenal navarro católico", nº 755 (1-II-2016) p, 14