Javier Serena y las "Últimas palabras en la Tierra". Presentación 2017

LIBROS

El pasado viernes 22 de dicembre el escritor Javier Serena ofreció al público lector un libro singular. Su presentación fue en la librería Walden de Pamplona, en la calle Paulino Caballero. Es de agradecer a esta librería sus servicios, cuando hoy día las librerías cierran sus persianas definitivamente. Sin lugares así, sería complicada cualquier presentación de los trabajos literarios, pues el lugar más sencillo, natural y apropiado es una librería.

En el libro, el protagonista oculto, cuyo nombre no aparece ni puede aparecer en la obra, se convierte para tener existencia en un personaje literario. Es un tal Ricardo Funes, protagonista de novela, quien sustituye pero representa al primero. Se trata de un personaje reconciliado con su destino de una vida que partió de un inicial deseo de acción, fue seguida de largos años de silencio aunque nunca dejó de escribir, y al final resurge como acción trepidante donde volcó su alma de escritor, llegando el definitivo reconocimiento social. Los años del relativo silencio supusieron una lucha oculta, discreta y hasta ridícula. Pero esto no duró toda la vida, porque paradójicamente fue cuando el protagonista supo que tenía los días contados, cuando sus libros ganaron en calidad y conformaron algo así como una cascada editorial. A Bolaño le costó 25 años triunfar como autor literario, y este giro fue cuando sintió que su vida se le iba escapando. Añádase a ello que la gozosa paternidad de dos hijos coincide con el tiempo en el que el protagonista sabe que se va muriendo. Así pues, según Serena el libro celebra la vida a través de una vida con fecha de caducidad, asistiendo en primera persona y en presente a un vivir pleno que se agota.

Este libro de Javier Serena contrasta con su anterior título Atila, que literariamente hace referencia al escritor Aliocha Coll, autor que acude a París como a una cita donde quiere alcanzar la ilegibilidad, como si la literatura fuese una pintura abstracta. Tras el fracaso, Aliocha Coll se suicida. Se trataba de un personaje literario perturbado. Sin embargo, en el caso de Bolaño existe una precariedad personal, dificultades, búsqueda de una literatura difícil y de vanguardia (infrarrealismo) concebida como realidad completa, una persona que quiere vivir una vida artística y no sólo por ser creador literario. Dos emociones surgen en este quehacer literario: el rechazo a su apuesta por una literatura de vanguardia, y el hecho que el protagonista de la vida-ficción nunca dejó de escribir hasta su fallecimiento, intensificando de forma trepidante su creación a partir de 1998.

El autor Javier Serena dice que no se preocupó de escribir un libro sobre Bolaño. No ha utilizado al personaje, sino que se le presentó una historia que deviene de cuando le conoció en 1998, justo cuando Serena cumplió la mayoría de edad. Tenía su biografía metida en la cabeza. A la hora de editar, este origen del acto creador da más problemas que facilidades. En efecto, cuando el escritor se mete en el hombre real, ¿cuáles son los límites como creador de un hombre ya irreal? Así que, por justicia y prudencia, Javier Serena no pone el nombre de Bolaño, de ese hombre de vida precaria, que publica tarde sus libros, que cayó enfermo con unos males que le iban a matar en cinco años. Lo que Javier Serena sí hace es intentar reproducir personajes, situaciones y sobre todo sensaciones. Fabula una vida convirtiéndola en no real aunque sí ejemplar. No, no es una biografía, no hay documentación, sino que es una recreación literaria desde el rescoldo que una persona real dejó en el alma joven. Serena ha abandonado unos seis libros comenzados desde Atila hasta Últimas palabras en la Tierra. Encontrado el mensaje, le costó mes y medio de intenso trabajo para redactar Últimas palabras en la Tierra. Esta vida se le presentó como una historia, por lo que no se documentó: le bastaba con sus hitos biográficos para convertirlos "en una criatura hecha de literatura"

El libro se engalana con un estilo elegante de frase larga. Está contado con tres narradores: quien hace de Bolaño, la esposa del anterior que duda del posible éxito de su marido, y en tercer lugar un escritor burgués de Barcelona que representa a los amigos de Bolaño. Este último es un personaje vitalista, con una visión muy radical y muy romántica de la vida, alegre, luchador y trágico, con una visión muy problemática y desde luego amigo de la vanguardia extrema. La duda es si el autor oscila entre una pasión saludable a un fanatismo enfermizo. Bolaño cantó a la vida más que a la literatura.

Nosotros no podemos ni debemos juzgar el libro. No podemos zambullirnos en la vida real de Bolaño, ni en la fabulación del personaje que hace Serena. Sólo podemos ser espectadores activos, acercarnos con respeto a situaciones muy humanas, y añadir al naturalismo una visión sobrenatural en el caso que la obra nos inspire realidades a las dificultades y anhelos de vida.

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ES LITERATURA, pero hay algo que nos puede identificar plenamente con sus contenidos, y es hacer presente en la medida que la limitación permite, la vocación oculta durante muchísimos años de todo un escritor chileno, afamado no obstante al fin de sus días que llegaron a su conclusión el reciente 2003. Es como la tierra dormida que exulta en primavera hasta dar los mejores frutos.

Autor y obra, y obra que ocultamente serpentea a ambos, reconforta a todo lector que ve paliceder sus días por la inutilidad y el relativo fracaso.

Y es un joven navarro por parte materna y de padre aragonés el que se ha inspirado en dicho cuadro vital para recordar lo oculto de un hombre concreto y hacerlo universal. Así, el moderno justiciero hace justicia, y se anima a descubrir la realidad bajo las apariencias tal y como nos enseñó el mejor estilo castizo y clásico español. Ese es el poder de la literatura: decir grandes verdades desde la ficción, ocultas o bien manifiestas pero silenciadas por los contemporáneos o sajadas por la misma muerte. Esta, la que tan rápidamente sajó tendón por tendón la vida del protagonista, Ricardo Funes, concluyendo con su triste labor de muerte, pero que también saja a tantos otros a los que la ficción puede representar.

Somos fugaces, aunque sólo algunos detectan nuestra estrella, lección que la juventud debiera tener siempre presente para así animarse a mejorar sus obras que buscan, en el callado fondo, eternidad. El hombre está demasiado bien hecho para que no le abran la senda que dirige a tales gozos, ni ganados ni merecidos sino regalados como el augusto sol del mediodía.

Nuestro agradecimiento al autor Javier Serena sobre todo, pero también a la editorial Gadir y a la librería Walden de Pamplona. Sabemos en primera persona lo que siempre ha costado intentar crear algo, comunicarlo, y que alguien haga el eco necesario para que el mensaje llegue a los demás. Claro es que ello depende de los contenidos y sin duda los ofrecidos por Javier Serena son excelentes. Basta leer a varios críticos.

Yo preguntaría al autor Javier Serena sobre la relación que existe entre su contenido y estilo respeto a la obra creadora de Bolaño, aunque sin duda es el lector quien debe resolver este sencillo el enigma leyendo a ambos autores, cada uno en su esfera particular. No en vano la literatura es la historia de la literatura y no la de un creador aislado en su torre de marfil.

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SERENA, Javier, Últimas palabras en la Tierra, Marid, Ed. Gadir, 2017, 199 pp., 135 x 210 mm.

Sin duda es un buen libro para regalar estas fiestas de Navidad.

Addenda

Roberto Bolaño (1953-2003) es un escritor de narrativa y también poeta. En un chileno que después de vivir en México por traslado familiar en 1968, en 1977 llega a Europa y al año siguiente se afinca en España. En 1978 era un total desconocido, sufrió dificultades económicas y trabajó en oficios muy poco reconocidos. De ser poeta inicialmente pasó a la narrativa, que le llevará al éxito. Dio luz a varios libros y su primera novela Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, data de 1984. Tras esta le llegaron los premios Ámbito Literario y Félix Urabayen. Más tarde, en 1998 triunfó con "Los detectives salvajes" recibiendo el premio Anagrama, y en este año obtendrá el Premio Herralde de Novela, y al año siguiente el premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos. En adelante tuvo una producción desenfrenada. Dicen que su vida fue poco dichosa, que sufrió grandes desgarros, y que el éxito literario le llegó cuando día a día empezaba a perder su vida por una enfermedad descubierta en 1992. Es autor de decenas de títulos. A su muerte le llegaron homenajes y reconocimientos. Según él, "en gran parte la vida ha nutrido mi literatura".

Javier Serena (Pamplona 1982) es autor de otras dos novelas tituladas La estación baldía (Gadir, 2012, 182 pp.) y Atila. Un escritor indescifrable (Tropo Editores, 2014, 176 pp.). También ha publicado La Torres de El Carpio (2009). Becario de la Fundación Gala en Córdoba (2004-2005), destinada a jóvenes menores de 25 años, ha obtenido premios literarios en 2004, 2005, 2008, 2010 y 2011. Con La estación baldía fue finalista del premio Joven 2011 de Narrativa de la Universidad Complutense de Madrid, siguiendo desde entonces su propio recorrido.

José Fermín Garralda

Pamplona, 22 de diciembre de 2017