También en el ámbito político-social

NUESTRA CONVERSIÓN LISA Y LLANA

En la Iglesia hay asociaciones sanas y ortodoxas de laicos. Hablemos aquí de algunos de sus miembros con ciertos errores ocultos que ahora salen a la luz, y que han dirigido mal a no pocos católicos de intención recta y confiada. Si aprobar la Constitución de 1978 ya era una profesión de liberalismo, el clericalismo liberal –más peligroso que cualquier otro- confundió la “paz y concordia” entre los españoles propugnada por la jerarquía -¿sólo querían eso?-, con los principios liberales. Hoy, anclados en la vieja fecha de 1978 y en las rancias teorías “democristianas” de Maritain, se critica con menosprecio a los tradicionalistas.

Ahora, los dirigentes maritenianos se proponen actuar in extremis ignorando que sus errores liberales –materia de conversión- han corrompido todo. Quieren el imposible de empezar de Cero. A los tradicionalistas, que no parten de Cero, les critican con las torpes expresiones de los liberales del s. XIX. Para aquellos –celosos de su supuesta ortodoxia y actualidad- los no liberales son sus peores enemigos, y les ha movido in extremis dos por qué.

Primero, que el sistema liberal haya dado todo de sí, aunque ellos dicen que por error: impera la mentira, la ruina espiritual y material, el asesinato y holocausto del aborto por el PP-PSOE, y el triunfo asesino etarra incluso en el Parlamento de Navarra, pues Bildu y Aralar no han condenado los crímenes de “la izquierda abertzale y su brazo armado, ETA” (17-III-2015). Vamos de alarma en alarma.

Segundo, les ha movido que ahora, tras la borrachera horizontalista y del falso progresismo que todo destrozó hace décadas en la Iglesia, se está retomando la verticalidad (Dios como centro de todo), es decir, retomando ambos travesaños de la Santa Cruz. Bien, pero si esto es así, ¿por qué callan a Dios y a N.S. Jesucristo en la política? ¿No ha logrado su pensamiento contaminado que los católicos no liberales sean una rara avis?

Ante esto, ¿qué quieren hacer? Trabajan en tres ámbitos.

Primero, quieren lo mismo que los tradicionalistas. Si su gente de a pie dice a estos: “¡No…! Si al final tendréis razón”, y trabajan como ellos por la sociedad, familia, sanidad, educación, y las ONGs, resulta que el citado final nunca llega para ellos, debido a su cautividad pepera y liberal que les mantiene con las ligaduras puestas.

Segundo, quieren que sus laicos cualificados sigan a título particular en los partidos nacionalistas (PNV y CiU), el PP…, en cuanto gente convencida y liberal, y no por la tontería que no engañaba a nadie de estar simplemente infiltrados para lo que decían “hacer el bien”.

En tercer lugar, han visto la necesidad in extremis de entrar con sus masas en política. Además lo reclama el Santo Padre.

Mi pregunta es sobre qué política harán estos católicos ilustrados, pues la que han llevado hasta ahora ha sido desastrosa. Ya no cabe una política de retirada porque más no se puede. Han dejado el campo a los enemigos de Dios, la religión católica y el hombre, y no poca gente piadosa ha colaborado material y formalmente en malas leyes y administración. ¿Quieren hacer posible el imposible del liberalismo católico? Como dice un contertulio de Infocatólica, los católicos en el PP son “el adorno “católico” de un sistema de naturaleza satánica, que engulle millones de inocentes”. Más allá de reducir la libertad a la benevolencia, al ceder lo secundario y la generosidad, yerran al ensanchar los límites de una libertad convertida en libertinaje, y al reducir el poder civil a mera administración. Algún clérigo como el P. Joan Carreras (2014) cae en la divagación, el clericalismo y acusó a varios obispos españoles de fundamentalistas. Otro día, un periodista novel rechazó en Pamplona la objeción de conciencia a la Educación para la Ciudadanía bajo el título “Dura lex, sed lex” (12-VI-2008). Lo equívoco y romántico, las medias verdades, perdonar a quien “deje hacer” todo, el negativismo político (¿no somos sociables por naturaleza?), y un ir de progre y guay (que sale gratis) para ir de salvadores, hacen daño.

En la última manifestación provida en Madrid el 14 de marzo, estaban los inefables Esperanza Aguirre y Mayor Oreja, que poco tienen de provida... ¿Presionarán, junto con otros, al presidente Rajoy (Pinocho) para que reduzca la actual ley abortera del PSOE como hizo Ruiz Gallardón aunque éste mantuviese la masacre?

La conversión supone reconocer el error del americanismo sufrido por León XIII y del sillonismo por Pío X; reconocer que la defensa de la verdadera libertad ante el socialismo europeo no implica la copia al mundo yankee, que la libertad civil no es un sistemático “dejar hacer”, y que el apostolado no se subordina al semipelagiano caer bien y a las apariencias.

La Cuaresma es período de conversión. ¿De qué debemos convertirnos todos? Queremos la tesis. ¿Deseamos el reinado social de N.S. Jesucristo como lo explicó Pío XI en “Quas primas”? Es nuestro anhelo. ¿Lo conocemos, vivimos y predicamos? Es un apostolado. El gran drama es que una buena parte de la Iglesia en España ignora que ya es liberal. Más de un beatillo se echará las manos a la cabeza al leer esto. Dirá que es antiguo, preconciliar (y en eso se equivoca de nuevo) e inaplicable (pero, ¿es que no hay que convertirse?). Mostrará sus seguridades humanas y de grupo y elegirá a sus maestros. Criticará en vano a los tradicionalistas, porque él ha descubierto la pólvora frente a los tontos y exagerados fundamentalistas. Mi pregunta es si un hijo de Dios, por cualificado que esté, puede y debe estar políticamente en cualquier sitio y partido.

En España se ha abusado mucho de la teoría del “mal menor” por vagancia, por complejo y bobadas de esas, y –lo que es mucho peor- por liberalismo puro y duro.

José Fermín de Musquilda

Publicado en el quincenal navarro "Siempre P'alante" nº 730, marzo de 2015