"Sin Misa para siempre". Absolutamente sumisos.

por José Fermín Garralda

El título no responde exactamente al contenido, pero engancha, ¿verdad? Es algo provocativo, pero estad tranquilos.

DA MUCHA PENA, una gran tristeza, ver vacías las calles y plazas de nuestra ciudad. Cada cuál la suya, cada cuál las calles y paseos de su municipio. El coronavirus gana por ahora. Si nos acostumbramos a estar auto encerrados, ojalá esto nos lleve a auto limitarnos y auto regularnos en tantas otras cosas, porque no todo da igual. Hay cosas buenas y otras que hacen daño, y mucho. ¿Se enteran los liberales para quienes todo vale ante la ley?

Seguramente que a Juan Rulfo -el de Pedro Páramo y El llano en llamas- se le ocurrirían muchas cosas para explicar la soledad y abandono de nuestras calles. El halo del hombre se desliza sobre las blancas paredes de la calle. Y más a los amigos del Realismo mágico.

Todas las calles y plazas de mi ciudad, de las ciudades de España y del mundo, vacías... Mire Vd., todo esto es como una gran obra de arte, una página de literatura universal hecha realidad, un sueño. También es una gran pena y el inicio de un proceso angustioso.

Pero da MUCHA MÁS PENA ver alguna iglesia abierta y además sin gente, abiertas quizás y sin Sacrificio del Altar. Yendo a una iglesia céntrica, muy grande y habitualmente concurrida, el sr. párroco ya estaba cerrando el templo; eran las ocho de la noche, en realidad una buena hora para la Santa Misa habitual un día de labor. No creo que, de haber celebrado la Santa Misa en este enorme templo, los fieles hubiesen sido muchos -hablando pronto y mal, somos cinco gatos-, hubiesen estado juntitos en medio del espacio absoluto y sobrante, se hubiesen dado mil manos, besos y palmadas en la espalda, ni tantas cosas como decimos que hemos de evitar por aquello del contagio. ¿Es que no nos fiamos del sentido común de nuestra gente? (La cosa va por ahí... no nos fiamos de los demás). Ante la contrariedad del nadismo en la iglesia y su cierre, pregunto al buen párroco de forma directa y bronca: "¿Sin Misa para siempre?". Y me responde: "Para siempre". (Claro, ambos sabíamos que mientras durase el coronavirus, aunque luego alguien me dice que hubo Misa de siete). Buscaré la Misa que haya ante algunos fieles; buscaré, pero ya es puñeta tener que estar así.

Me pregunto qué es lo importante y necesario a la vez. ¿Hay que abandonarse en primer lugar y ante todo al modelo y actuaciones propuestas por las autoridades civiles? ¿Hay que evitar a toda costa hacer el feo al gobernante, temiendo que te puedan acusar de mal ciudadano? ¿Debemos hacer la pelota al ambiente creado por el pavor, al qué dirán...? No creo que haya que desconfiar tanto en los pocos que van a la Santa Misa. Menos mal que el Art. 11 del decreto de Estado de alarma permite IR a los lugares de culto, yendo por la calle. ¿Es más importante la sanidad, la alimentación, la seguridad, el transporte... que la celebración de la Santa Misa y la oración en común con las normas básicas de prudencia? ¿Es que todo vale porque ya todo es virtual, de deseo, intencional, puede posponerse, no pasa nada...? ¿Por qué todo si podemos estar en conexión directa con Dios y los hermanos?

Mire, paciente lector, no se trata de ser mejor o peor entre nosotros, ni más santo o menos, ni menos obediente o más, ni menos pensar en los demás o pensar más..., sino que, pudiendo, ¿por qué no hay Santa Misa de fieles? Como un niño la quiero y la busco. Y no me enfado ni critico si no la encuentro. Sólo digo: allá cada cuál, que nadie es amigo de la infección del cuerpo, aunque muchos pasen de la infección del alma.

Creo que si en España se piensa de una manera -salvo excepciones-, en otros países como Polonia no se piensa así. Incuso hay arzobispos en Francia e Italia que han explicado la importancia y aún necesidad que tenemos de la Santa Misa de fieles. Por si acaso diré que nadie quiere la pandemia, la epidemia, la enfermedad, aunque sea de uno solo. Y que debemos poner los medios para evitarla. Además de los medios sanitarios, hay que rezar para evitarla, y rezar en privado y en público, pidiendo, suplicando, haciendo sacrificios, y, concretamente, asistiendo a EL SACRIFICIO.

Con mucho gusto diré que ayer domingo, día 15, acudí a la Santa Misa celebrada en la iglesia de San Ignacio de Pamplona, también céntrica. Era a las nueve de la noche, como es costumbre. Estaba avisado, por eso actuaron conforme a la obediencia. Estuvimos siete fieles, más el acólito y el sacerdote. El miedo o la ignorancia -ésta se puede evitar- espantó a todos los demás, que no la Norma. Cabíamos muchísimos más fieles, con distancias y limpia-manos incluido. Fue una inmensa Gracia de Dios el asistir. Con ella, ante este regalazo, el protestón que soy ya no debiera protestar. Esa Santa Misa fue la última en Pamplona ese día, y la última en esa iglesia ante su cierre total. Me parece bien lo que dijo el sacerdote: puedes pensar lo que quieras, pero en esta cosa,"obedeciendo, no te equivocas". Sí, a veces no es cuestión de obediencia, sino a ver si hay celebraciones reales, en vivo y directo, del SANTO SACRIFICIO, si encontramos lo que buscamos, porque sabemos que en algunos casos se puede encontrar. Haré lo que pueda y ya está.

Pues bien, emigrar hoy por la tarde a la parroquia de San Miguel de poco ha servido, aunque -repito- alguien me dice que hubo Misa de siete. No lo sé, ya tengo que verlo y así vamos y asistimos. A ver si encuentro, oh emigrante y hasta vagabundo, algún lugar santo donde recalar. Porque no todos los lugares son iguales, ¿sabe Vd.?. Ni todo lo que se hace en ellos tampoco: esto sí lo sabe. Sólo hay un templo y un monte santo. El Altar y Ara que está en Jerusalén, está exacta y actualmente presente en todos los altares del mundo, porque sólo UNO y UNICO es el SACRIFICIO.