Al XII Congreso Tradicionalista. Noviembre de 2014

AL XIIº CONGRESO NACIONAL DE LA CTC,

Getafe, 2014

José Fermín Garralda Arizcun

Presidente de la CTC de Navarra

23 de noviembre de 2014

Queridos amigos, queridos carlistas

1. Hoy es un día para estar muy contentos.

Contentos porque nos hemos reunido en este duodécimo Congreso celebrado cada cuatro años y, sobre todo, porque juntos celebramos la festividad de Jesucristo Rey, a Quien recurrimos en nuestros nerviosismos para así aprovechar la ocasión de asociar nuestros dolores al Suyo.

2. El Congreso.

Estamos contentos porque el Congreso ha sido un éxito. Se ha hablado con libertad, se han aguantado dos jornadas maratonianas, básicamente se han controlado los tensos nervios. Que los jóvenes de Valencia y de Navarra asistentes al Congreso no se sorprendan de la salsa picante de la vida que se muestra en nuestras reuniones. Somos hispanos, un poco barrocos, llevamos mucho tiempo en una necesaria oposición, y sin duda todo es para bien. Los que hemos asistido al Congreso, y todos los que hoy estamos aquí, nos conocemos mucho, somos hermanos, tenemos sembrada la misma semilla de los principios, somos correligionarios y somos también muy amigos.

3. La festividad de Cristo rey.

Sabemos que Cristo es el Rey de nuestros muy flacos corazones, el rey de nuestras familias y sociedades, el Señor y soberano de la Política.

Como fundamento de nuestra esperanza y nuestra política, Jesucristo es el Señor. Nosotros no dividimos al hombre, ni lo cuarteamos como hace la política liberal, semipelagiana y naturalista, que polariza al hombre en su familia, entre sus amigos, en su trabajo profesional y en sus deberes religiosos, esto es, en su interior; que lo separa de la vida socio-política, que durante la han minusvalorado y utilizando tan sólo como ocasión de frenar males o defender intereses corporativos pero particulares. Además lo hacen siguiendo la moda anglosajona, como si el hombre no fuese sociable por naturaleza.

4. Desvío y derrota del conservadurismo.

Ahí están los liberales conservadores que ocultan los derechos de Dios y de la religión verdadera en la Política, que dejan la política para los políticos y para los que viven de ella, que se olvidan de España, de sus Fueros y la legitimidad. Me refiero a los que actúan en política tan sólo como si fuesen una parte de la Iglesia o bien una mano larga de apostolado. Raro esto, ¿verdad? Actúan como la llamada Unión Católica de ciertos obispos y el marqués de Pidal en el siglo XIX, aunque luego criticarán a los carlistas o tradicionalistas acusándoles de clericalismo y de anclarse en dicho siglo. Nos referimos a los conservadores que sólo se meten en política para situarse entre unos y otros partidos triunfantes, para reclamar lo que su mayor enemigo quiera darles por la sencilla razón de que no han querido poder más. Nos referimos a los que sólo se meten en Política –que no ven como una vocación- para defender su libertad individual de su grupo, mientras se desentienden de muchas cuestiones temporales –que son necesarias- e incluso de la subordinación de la autoridad política a Dios.

Insisto en que nosotros no dividimos al hombre, sino que somos los únicos que presentamos al hombre pleno, esto es, en todo su alcance social y político. Ni la alta Política ni la política cotidiana son ajenas a Dios; la primera por comprometerse con su santa Ley y la segunda por inspirarse en ésta y porque todo el actuar humano debe estar imbuido y dirigido a su destino eterno. Cristo no es ajeno a la alta o baja política: demos a Dios lo que es de Dios, y al césar lo que es del césar, pero sabiendo que el césar también debe dar a Dios el culto, adoración y acatamiento debidos. Sin Dios y sin seguir los pasos de nuestros maestros y padres, la política y después la sociedad se desquician y corrompen. Por eso “Nada sin Dios”, “Todo con Dios” es nuestro primer lema. Eso último debiera defenderse en todo país y lugar, pero con cuánto más motivo en España, en la que la Iglesia ha tenido y tiene por muchos motivos una singularísima presencia.

5. La fagocitación de la sana reacción antiabortista.

Somos los únicos que proclamamos que también en nuestro quehacer político reconocemos a Cristo Rey, sin confundir por ello entre realidades naturales y sobrenaturales. Tenemos delante la brillante y rotunda encíclica Quas primas de Pío XI a la Iglesia universal, y el “Abrir las puertas a Cristo” de Juan Pablo II en todos los ámbitos, individuales, familiares, sociales y políticos.

En este reconocimiento a Cristo como Señor está la línea divisoria entre los que por un lado tenemos esperanza, a pesar de lo mal que están las cosas, y, por otro los que ponen la esperanza en las habilidades y cálculos humanos de modo que nunca les salen las cuentas.

Lógicamente, cuando Rajoy, al que apoyaron, retira la reformita de Ruiz Gallardón sobre el aborto, le llaman traidor. Pero, ¿no sabían que era abortista como dijo ser? ¿Es que sólo “pillan” lo que quieren y se olvidan de la hemeroteca? ¿Es que van de listillos y los demás somos los tontos y exagerados? Pues de nuevo ahí tienen: la gran manifestación de ayer día 22-XI-2014, con millares y millares de antiabortistas, fagocitada y secuestrada por ciertos peperos. Como si Rajoy fuese bueno y tan sólo hubiera cometido el error de retirar la reformita abortera de Ruiz-Gallardón.

6. El engaño “conservador”.

Ya sabeis cómo muchos –sin duda por culpa suya- se sintieron engañados por Suárez y por Aznar, por Rajoy y luego ya veremos si también por los que vengan. Ahora están desesperanzados. ¿Qué esperaban de una mala política que prescinde de Dios y de Cristo Rey como marco básico social, como punto de partida y como orientación? Prescindir de ella tiene especial gravedad en un país desde siempre y todavía católico, y por ello estamos como estamos, con una destrucción del derecho natural mayor y más radical que en las naciones paganas, y con una crisis que supera todo lo imaginable.

¿Qué esperar de quien olvida la sociabilidad natural del hombre? ¿Puede admitirse como punto de partida el vacío, que se haga tabla rasa de toda verdad natural y revelada, de toda tradición, de la patria y las leyes propias? Admitido dicho vacío, es seguro que algo lo rellenará y mal, porque nadie en su sano juicio abandona el marco configurador de toda la realidad política. Tampoco los liberales -aunque lo parezca- porque nos imponen su marco ideológico suponiendo que todos cabemos en él. Sólo se cabe en él cuando uno lo asume como propio, y esto no lo podemos ni queremos hacer. Además de no caber en su marco, no caeremos en esta trampa de una aparente “neutralidad”. Si ellos quieren modificar el marco fundamental objetivo, allá ellos. ¿Es que no hay nada anterior a la voluntad humana, a la vida social, y al poder y voluntad constituyentes? Todos sabemos que sí lo hay: está Dios, y está la vida, está España una en su rica variedad y está la familia, están los Fueros que son la Patria y está la educación, está la legitimidad que es el rey y está el Derecho, están muchas verdades naturales y está el sentido común. Ello es el fundamento, la ortodoxia pública –el liberalismo tiene la suya que llaman “neutral”-, la alta política. Utilizo estas palabras para que su manipulación no nos acompleje. Plinio Corrêa de Oliveira (“Trasbordo ideológico inadvertido y diálogo” 1965) y Rafael Gambra (El lenguaje y los mitos, 1983) nos alertaron sobre la manipulación del lenguaje. Todo ello es anterior a la voluntad humana, a los partidos políticos, al gustirrinín de los periodistas, a la política como negocio y reparto hasta el escándalo.

Pues bien, cuando reconocemos y proclamamos a Cristo Rey en nuestra vida individual y social, queremos hacer comunión. Por eso, aunque nos den palos en este mundo, estamos muy contentos.

7. ¿Existe la tentación del desánimo?

Se puede observar que sí si atendemos a los resultados del proyecto Impulso Social: que si falta de actividad, que si no aumenta la afiliación, que si disminuyen los recursos. En primer lugar, ¿por qué compararse con los sectores políticos mundanos, sobre todo en un ámbito electoral que no es propiamente el de los carlistas?

Hay que combatir un nerviosismo que no es bueno porque deja suelta nuestra fértil imaginación, que alguien llamó la loca de la casa, y que nos puede tender feas y estériles trampas. Sobre todo hay que combatir el nerviosismo de mantener un orgullo algo ancestral, de creer –pobrecitos nosotros- que vamos a triunfar por nuestra cara bonita, de atribuir los éxitos únicamente a nuestros esfuerzos, de dejarnos llevar por un barroquismo y una pasión algo exageradas.

Tenemos que buscar el equilibrio en la esperanza de que trabajamos para Dios, en la tranquilidad porque sólo se nos pedirá cuenta de si somos fieles y trabajadores, en la paz del deber cumplido, en la caridad con la que nos tratemos. Hicimos con honradez la campaña de Impulso Social, y no hubo resultados sabiendo todos que en la guerrilla hay de todo. Pues tranquilos, que hemos cumplido y en este XII Congreso nos hemos propuesto trabajar más y mejor.

Si alguien sufre la tentación del desánimo, le pedimos que eleve su corazón a Dios, y a sus padres, y que sepa que no está sólo, que somos amigos y Comunión, que nos tenemos unos a otros, que hay un Socorro Blanco, y que muchos esperan nuestro servicio y generosidad. Estamos llamados a trabajar en la viña del Señor, que Él ya sabe cómo cuidarla cuando hay pedrisco. Y si algún día llega la persecución por motivos espirituales y hasta temporales, estemos contentos, por lo mismo que nuestro querido Juan Carlos García Polavieja nos suele recordar la teología de la historia y de España.

Sí, como decía Carlos Ibáñez es una gracia de Dios que hoy estemos aquí. Lo es que celebremos la festividad de Cristo Rey como comunión política. Por eso, ¡ánimo! Estamos contentos y somos fuertes porque somos el único sector político activo en la vida pública que proclama la realeza social de Jesucristo.

8. Nuestro nombre.

El PSOE no renuncia a su socialismo a pesar de ser un partido corrupto. El PP no renuncia al liberalismo a pesar de mantener estructuras de pecado. Los nacionalistas no renuncian a Sabino Arana ni a Prat de la Riba, a pesar de su tergiversación de la historia de Vasconia y Cataluña españolísimas. Todo el mundo puede saber que Podemos es leninista, que el nacionalismo tiene importancia porque los marxistas han apostado por él por lo mismo que Stalin fue ministro de las nacionalidades, que muchos etarras están fuera de la cárcel y han arribado a los parlamentos. Por eso, ¿serán ahora los carlistas quienes renuncien a sus padres, a su nombre de pila? Todos sabemos que no, y nadie quiere eso.

Yo no sé a quién puede molestar –salvo a los conservadores- que seamos Comunión en vez de partido: ¿no están hoy día todo el mundo contra los partidos políticos, la partitocracia, la falta de verdadera representación social? Yo no se a quién puede molestar –salvo a los conservadores- que la Comunión pase por imperativo legal por la ventanilla de los partidos políticos si quiere hacer algo en política.

Yo no sé a quién puede extrañar que seamos tradicionalistas, cuando hay partidos que se llaman progresistas, nacional-separatistas, anarquistas. Sí, molesta a los católicos-liberales que tergiversan qué sea la tradición y que no quieren que los malotes les confundan -¡oh complejos!- con nosotros. Pues allá ellos. Son los liberales de siempre, y ¿qué vamos a esperar de sus coletazos finales de una cultura liberal que se acaba en ella y por ella misma? También les molesta a los demócrata cristianos de nuevo cuño, que siempre están a disgusto con todo y acomodándose a todo: allá ellos también en sus vacíos y en sus intelectualismos de paja.

Yo no sé quién puede menospreciar a los carlistas cuando hemos sido anti-sistema, cuando nuestros padres hicieron correr a los cobardes como liebres por la pradera, cuando hemos sido antifranquistas de modo que –como el otro día señaló Martorell y hasta recogió la prensa liberal conservadora de Navarra- otra cosa sería la Cataluña de hoy si Franco hubiera hecho caso a los carlistas y, añado yo, en vez de hacerles beber aceite de ricino.

¿Qué nos llaman absolutistas, integristas, fundamentalistas, belicistas, tejedores de telarañas, gentes del pasado remoto, fachas…? Todos son palabras y el papel aguanta todo. Pues bien, también nosotros podemos hacer que los demás sean lo que nosotros queramos que sean. Si quieren, ya se lo diremos, aunque aita eta ama nos han enseñado nobleza como para caer tan bajo como ellos cuando dan puñaladas traperas. También tras 1876 los historiadores liberales, en libros que pretendían ser de historia, ponían a parir a nuestros abuelos. Y si nos afean mucho, ya diremos que ellos son más feos que las sirenas barbudas. Bien, que los malos, los enemigos o los hipócritas nos insulten es normal; está dentro del guión.

Hemos mostrado cómo nos tratan nuestros enemigos de pensamiento y nuestros enemigos políticos. Sólo queda mostrar que si los buenos se alejan de nosotros por tener nuestro nombre de pila, ocurre que también se alejarán de nosotros por lo que digamos. Así, no merece la pena ocultar nada. Mirad, no hay cosa peor para nosotros que nos creamos lo que nos dicen los enemigos o que nos montemos novelas para fustigarnos sin parar. A veces podemos caer en cierto masoquismo y en fijarnos demasiado en el qué dirán. Al final la gente dirá lo que hagan nuestras obras; nuestros padres nos lo han dejado fácil pues para muchos el nombre de carlista suena pero muy bien, es claro y preciso, valiente y noble. Es decir, choca con los corruptos. Además, seguro es que sabremos mostrar cómo somos. Haciéndolo, ¿es que no sabemos presentar nuestro atractivo?

Nuestro nombre carlista tiene personalidad y eso hoy se echa en falta. Antes era carlista, jaimista, tradicionalista… Y hoy es todo. Es antiguo por lo mismo que todos los demás partidos se afanan por mostrar su arraigo. Nos protege de rebajar nuestro ideario y programa, de desviarnos y de flaquear. Sabemos que algunos intelectuales católicos de universidad nos citan sin venir a cuento pero para rebajarnos y hasta menospreciarnos: nos llaman tradicionalistas y románticos. Como si la soberanía nacional y la libertad ilimitada que por otra parte dichos intelectuales defienden, no fuese romántica, y por el contrario sí lo fuese la virtud de la fidelidad al rey de carne y hueso, y a las obras de nuestros padres y contemporáneos. Como si la soberanía nacional dichos intelectuales sostienen no generase separatismo, mundialismo, y no se hubiese experimentado todo ello con un rotundo fracaso. En fin, que nuestros críticos por sistema están como una cabra. Ni nosotros somos sólo los de ayer, ni somos los últimos. ¿Acaso es que ellos son tantos y tan fuertes? Parece mentira que un camaleón presuma de guapo. Otros como el pepero Benigno Blanco en 2009 nos menospreció llamándonos tradicionalistas, y Carlos Ibáñez le respondió con claridad el 24-XI-2009; otro de su cuerda nos llamó casposos cuando quisimos -¡oh paradoja!- impulsarle al Parlamento Europeo en las elecciones de 2009, y Javier Garisoain le respondió el 2-VI-2009 y Manuel Morillo el día 1 de dicho mes.

9. Conclusión.

Carlistas: mantened el ánimo y no os vengáis abajo. Sois más necesarios que nunca. Diremos como Mola en África: los que queden, que sigan. De nuevo habéis tenido razón. Sabed que desde ciertas minorías se están creando redes sociales de gente por otra parte preparada que, como los liberales conservadores de 1876 y siendo enemigos del Carlismo, quieren salvar los muebles que quedan de la vorágine en la que ellos mismos de una u otra manera han colaborado. El vacío que genere una supuesta retirada nuestra, lo cubrirán ellos con pésimas circunstancias.

Es hora de recordar dónde está el derecho del que gobierna y el oportunismo y las trampas del conservadurismo liberalón ,como mostró Vicente Pou en 1843; es el momento de hablar de la verdadera representación como lo hicieron Vicente de la Hoz y Aparisi Guijarro, de defender qué es la libertad y cuál la importancia de los municipios como recordó el valenciano Aparisi, qué es la tradición como lo hizo Vázquez de Mella, qué es la Región y el federalismo histórico o hispánico como lo hizo el asturiano y Víctor Pradera, cómo utilizar las elecciones liberales como medio y no como fin como lo hizo el fiel Cándido Nocedal, cómo recelar de uniones católicas movidas por los obispos y conservadores a lo Pidal como lo hizo Carlos VII y también –hay que decirlo- Ramón Nocedal, cómo reclamar ante Franco como lo hizo la Regencia.

Trabajamos para el Señor, que es Rey de su viña; nos esforzamos por el bien común, y queremos ser fieles a nuestros padres y a nosotros mismos. Por eso, fuera el desencanto, arriba los corazones, sed buenos amigos unos de otros, que a cada uno se nos preguntará cuánto se ha esforzado.

Estamos contentos. Felices porque estamos juntos, porque nos hemos reunido en este duodécimo Congreso celebrado cada cuatro años y, sobre todo, porque juntos celebramos la festividad de Jesucristo Rey. Tenemos esperanza en lo divino sobre todo, también y vinculado a lo anterior en lo humano, e incluso en obtener resultados con la gracia de Dios. ¡Viva Cristo rey y viva España!

José Fermín Garralda Arizcun

23 de noviembre de 2014

"Diario de Navarra" XI- 2014 Yendo al Congreso en un amanecer precioso Las sesiones del XII Congreso: Javier Garisoain,

de Castilla la Excma. Sra. María Cuervo-Arango y Carlos Ibáñez Q.

La Excma. Sra. María Cuervo-Arango. Salón de conferencias. Basílica del Cerro de los Ángeles

Presidente de la CTC

Don Vicente Febrer. Gandía (Valencia)

El autor de estas líneas exponiendo su

comunicación final al XII Congreso.

En primer plano don Ángel Onrubia

Fotos: José Fermín Garralda 2014

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