Continúa la utopía: medias verdades para reconvertir lo que se pueda

VUELVE LA ANTIGUA UTOPÍA: EL CATOLICISMO-LIBERAL

El miércoles 3 de septiembre, el diario “ABC” (abc.es/familia) publicó una encuesta sobre los valores morales de los españoles. Sabemos que nuestro criterio personal no debe depender de las encuestas, ni estas son muy fiables pues dependen de la elección de la muestra, y en qué condiciones y cómo se pregunta. Sea lo que fuere, en este caso indican una epidémica y terrible enfermedad espiritual.

Se cuestionan 16 temas que agrupo de mayor a menor según las respuestas.

El primer grupo, con una baja admisibilidad generalizada (el mayor rechazo por los encuestados), incluye 9 ítems: desde romper señales de tráfico, farolas, cabinas telefónicas etc., hasta hacer ruido por las noches de los fines de semana impidiendo el descanso de los vecinos, y maltratar a un detenido para conseguir información. Entre el 93’9% de los entrevistados el primero y el 74’1 % el último, las respuestas recogen una baja admisibilidad. Es decir: para muchísimos son actos inadmisibles.

Aumenta la admisibilidad en el caso del suicidio voluntario y hacer trampas en los exámenes, tan sólo rechazado por el 66’ 5% y 64’9% de los encuestados. Casi la mitad, el 43,9%, ve inadmisible aplicar la pena de muerte por delitos muy graves.

Graves son los resultados en otros temas, en sí mismos y comparados con los anteriores. Conseguir películas y juegos pirateados es inadmisible para el 23’3%, que se ayude a morir a los enfermos graves que lo pidan (eutanasia) es inadmisible para el 22’3%, que exista libertad total para abortar lo es para el 18’6% y la adopción de hijos por homosexuales y lesbianas para el 17’5%

Dicho de otra manera, según la encuesta, para los españoles es mucho más admisible asesinar a un niño legalmente o entregarlo a los sodomitas que romper una señal de tráfico y una farola (M. Morillo). Esta conclusión entristece a cualquiera. ¿A qué se debe ésta caída en picado en esa España que hace no mucho era la reserva espiritual de Occidente? ¿Cómo en tan poco tiempo se ha descristianizado tanto? Los factores pueden ser los medios de comunicación, el lavado de cerebro de los programas basura televisivos, el ambiente creado artificialmente, el “se dice”, la frivolidad y el ser “guay”, la propia ignorancia de lo que son las cosas… Pero falta algo más importante.

Cuando en la sociedad masificada y fácilmente dirigida, se pregunta sobre qué opinión merece algo, en ese momento ya comienzan a resquebrajarse las convicciones, porque la misma pregunta encierra que la respuesta no tiene por qué ser evidente. La pregunta sistemática –nuestro sistema político la exige- ya es un entredicho. ¿A que no se pregunta si se deben tener los derechos y libertad constitucionales, si se tiene que cobrar el salario ganado, el sistema de mercado…? En consecuencia, un régimen de gobierno donde todo se convierte en pregunta, mina los fundamentos de cualquier sociedad. La “cuesta abajo” es imparable. Por eso es necesaria una ortodoxia pública en temas clave (R. Gambra), que no obstante hoy existe –y fortísima- en cuestiones baladí.

Si la encuesta comentada está bien tomada, resulta que muchos católicos más o menos practicantes –que son más del 20%- tienen un criterio totalmente subvertido. Esto tiene sus responsables: basta saber qué y cómo se predica en las homilías.

Ante esta decadencia que desde el mundo civil, laico, invade necesariamente la Iglesia, que los “bienpensantes” no nos cambien el diagnóstico y cuál es la meta a alcanzar en el proceso de conversión de católicos y no católicos. Es un error: 1º) Separar la vida pública de la verdad natural objetiva y la revelación de N.S. Jesucristo ya en la conciencia individual ya en las leyes y estructura del Estado. La ley civil permisiva y no sólo que obligue, tiene un grandísimo poder educador o corruptor. 2º) Omitir la devoción o bien la obligación; separar el querer y el deber en la respuesta del “sí” a Dios; separar el “porque quiero” al “porque debo”, anteponer el querer al deber que al fin se diluye, no recordar obligaciones. 3º) El angelismo intelectual que ensucia con equívocos lo que estaba claro y limpio. 4º) Ignorar la proposición 79 del Syllabus que rechaza decir: “Porque es falso que la libertad civil de cultos y la facultad plena, otorgada a todos, de manifestar abierta y públicamente sus opiniones y pensamientos sin excepción alguna conduzcan con mayor facilidad a los pueblos a la corrupción de las costumbres y de las inteligencias y propaguen la peste de indiferentismo”.

Más. Rechazar la revelación divina conlleva en la práctica –sobre todo en países católicos- el rechazo de la honradez y la decencia, aunque se reconozca que exista un derecho natural objetivo. Dicen que los excesos de la libertad se curan con más libertad; ¿dirán lo mismo en el caso de la autoridad? Ante la actual decadencia, algunos quieren dar “marcha atrás” y denuncian que el liberalismo se ha desviado. Bueno: ¿dirán lo mismo del socialismo? Entre los católicos que están pensando cómo reconstruir esto, ¿asistiremos de nuevo al intento de casar el liberalismo y la fe católica, como los católico-liberales del s. XIX? A tales intelectuales les cuesta muchísimo aceptar el magisterio de siempre de la Iglesia: reinterpretan lo que quieren de él y lo sesgan. Ellos son los listos, los que al fin “se han dado cuenta”. Pero están tentados: dicen que hay que retomar el verdadero liberalismo, y que todo está preparado para que, una vez que se salga de la crisis, se llegue a las cotas más altas del desarrollo y libertad de la historia. Antigua utopía. Si están nerviosos, ya se les avisó.

José Fermín Garralda Arizcun

8 de septiembre de 2014