Algunas verdades sobre el ayer histórico

NO MEZCLEN TEMAS NI A “JUSTOS” CON PECADORES

Suele decirse que nada puede ocultarse para siempre y que al fin lo escondido se llega a saber. Por eso, cuando tarde o temprano los errores pasan factura, es malo que paguen justos por pecadores.

Un ejemplo. Tras 1998 y con la donación de la basílica del Monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada realizada por el Arzobispado al Ayuntamiento, las derechas taparon los 4.653 nombres inscritos de navarros muertos por Dios y por España en lo que ellos consideraron Cruzada -que lo fue-. Lo hicieron como si no estuviésemos reconciliados, no distinguiésemos realidades, debiese llover a gusto de todos y pudiésemos negar la realidad. Pues bien, hoy se puede visionar algunos de estos listados y un altar lateral, injustamente tapados desde 1998, en los 14 documentales de José Luis Díez como realizador en www.lacruzada1936-1939.es

El Monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada no está manchado por el tema de los fusilados en Navarra en la guerra de 1936. Ambos temas son muy diferentes. Hace tiempo que el historiador Ramón Salas Larrazábal trató este enojoso tema en 1977 y sobre todo en 1983 (Madrid, 133 pp.), ante las leyendas y tópicos repetidos desde 1936 hasta hoy. Pero, claro, como hoy no se estudia, la gente suele hacer caso a quienes insisten en lo que Salas clarificó desde 1977 y a pesar de ello ahora resurge. Los actuales revanchistas, con distinto rasero, utilizan los asesinatos de retaguardia en Navarra -los hubo en muchos lugares de España-, para vulnerar el honor y reconocimiento de los muchos justos (42.937 combatientes de 345.883 almas) y sobre todo de los 4.653 navarros que murieron en el frente de batalla por Dios y por España. Por eso, yerran si creen que ello les justifica para echar porquería a la historia del bien, precisamente ellos que agitan estos temas de hace 80 años.

Hay ideólogos que aprovechan muy bien estos asuntos como arma arrojadiza y herramienta política. Lo hicieron con los presos consecuencia de la revolución de Asturias de 1934 y, hoy, con los de ETA. Parece que para ocultar a los etarras, juegan sin decirlo con los asesinatos de retaguardia en 1936, haciendo creer que con estos sólo se pretenden el derribo del Monumento de Navarra, en vez de ambas cosas. Voilá la música del rencor y la astucia. ¿Y sabe Vd. que, según Diario de Navarra, el homenaje del Gobierno de Geroa Bai (vs. PNV) ha incluido a miembros de ETA, y ha sido considerado una afrenta a las víctimas del terrorismo? (DdN, 19 y 20-II-2017).

Desde 1936 los republicanos y los nacionales dieron cifras fabulosas sobre la represión en la guerra: sus leyendas y cifras al alza fueron muy favorables a la interpretación determinista (marxista) de la historia. En 1983 Salas Larrazábal escribió: “En España, donde los odios se conservan y transmiten de generación en generación, los tópicos que creó la propaganda para azuzarlos han consolidado en “leyenda” y sería ingenuo pedir a quienes los propalaron que se encargue de destruirlos” (p. 12 y 13). Rompiendo tópicos, corrigió tales cifras a la baja, aunque nunca pretendió tener una total exactitud sino lograr la mayor aproximación, ni quiso una lucha de cifras. Muy seguro de su método, Salas creyó tener en cuenta abundantes variables, buscó la seguridad del dato objetivo y evitó la contabilización testimonial que recoge varias veces el mismo dato. Los posteriores trabajos de parte que triplican las cifras que él dio para Navarra, han sido utilizados políticamente por el Parlamento.

Aquí no tratamos de cifras, ni de comparaciones éticas, ni de los tópicos de hablar de un Gobierno republicano desbordado por las milicias obreras y de unos rebeldes con afán de exterminio. Decimos que los errores no pueden oscurecer ni destruir la memoria de los navarros que estaban en el frente y murieron en él. Decimos que a estos no se les debe insultar como se hizo al tapar sus 4.653 nombres de los muros del Monumento, o al proponerse hoy picarlos y destruirlos a lo talibán. Agitando este tema, la propaganda de la IIIª República quiere recuperar banderas perdidas (el marxismo es una antigüalla y un fiasco), desmontar moralmente a Navarra, convertir en luchadores por la libertad a Negrín, Stalin o Carrillo, e incorporar Navarra a Euzcadi.

No hagamos leyenda del pasado, como hoy hace: “El jefazo de los masones españoles (cuando) fue incapaz (en su conferencia del día 15) de nombrar un solo masón ejecutado por el Tribunal Franquista de represión de la Masonería”, mientras decía que fueron 8.000, a la vez que otro investigador “reconocía que no existía ninguna condena de muerte por el simple hecho de haber pertenecido a la masonería” (Velázquez, “Hispanidad” 17-II-2017).

Si la verdad es liberadora, existe lo que llamaremos un primer grupo de “buenos” cuya exquisita prudencia -no prudencia del espíritu sino de la carne- exige el retraimiento y un inagotable silencio. En primer lugar, silencio cuando sopesan en exceso las consecuencias que tendría ante el gran público la defensa del Monumento y de los mártires de la Iglesia, y silencio también cuando se oponen a los líos sociales, en su caso a costa de sacrificar las libertades declaradas y garantizadas por la ley civil.

En segundo lugar, y preocupados por lo que ocurre en el seno de la Iglesia, sopesan con un exquisito miramiento la situación de quienes, por falta de carácter y deseosos de una muelle tranquilidad, se ponen nerviosos cuando debieran responder a la enorme violencia verbal y física de esos revanchistas aferrados al penoso tema de los fusilados y de ese otro llamado genocidio golpista, aunque hoy todo ello sea de fácil manipulación.

Pero hay un segundo grupo de “buenos” que guarda silencio, y es el que así cree que evita lo peor, es decir, el derribo del monumento al peor estilo talibán, lo que es de hecho improbable que ocurra.

Decimos que el monumento de Navarra debe mantenerse para lo que fue construido. No estudiar, y los miedos que sufre el perezoso e ignorante, conlleva olvidar que dicho Monumento es totalmente ajeno a la represión de retaguardia, por las fechas, los móviles, sujetos e intenciones. Tampoco se debe manipular las palabras de Mola en julio, ni olvidar la falta de un poder centralizado en Navarra, su polarización en el frente militar, y que el período de furor ciego fue corto.

En la introducción al trabajo de Los fusilados en Navarra… se dice: “Pero la condena de unos hechos injustos no empaña la justificación ni la justicia del Alzamiento, en el que “Navarra cubrió los frentes de combate” como se leía (…) Pero en Navarra hubo (…) actuaciones criminales individuales o de pequeños grupos incontrolados en los meses primeros del Alzamiento. Cesan a medida que el Estado se organizó y consiguió hacerse con las riendas del poder”. Las órdenes de la Junta regional carlista (24-VII), del Coronel Solchaga (4-VIII) y del General Mola (20-VIII), fueron al respecto terminantes (p. 8-9). También fue temprana la denuncia del mismo Olaechea (25-VIII).

Mientras desde 1931 se entretenían contra la Iglesia sin poner fin a la agitación laboral, al paro y al hambre, ahora agitan todo por su República y Euzcadi, olvidándose los muy materialistas de lograr no sólo trabajo, sino dignidad en el trabajo, el horario y salario. Eso de entrada.

Fermín de Musquilda

Publicado en "Siempre P'alante"nº 779 (1 de marzo de 2017) p. 14