Golpe de Estado del Gobierno autonómico en Cataluña

Golpe de Estado del nacionalismo secesionista catalán (anti catalán). Buscan un nuevo 1934

Ya nos estamos liando. Y así nada solucionamos.

Ante la avalancha práctica de un verdadero GOLPE DE ESTADO del actual gobierno autonómico de Cataluña, que decide y proclama que va a realizar un referéndum unilateral para separarse de España, empezamos a responder con TEORÍAS. Yo creo que la respuesta tiene que ser PRÁCTICA, aunque no por ello violenta ni exenta de razonamientos jurídicos, sociales, políticos y morales.

Me mueve a decir esto un articulista del digital “Navarra Confidencial” (21-VI-2017), que empieza a realizar extensas consideraciones sobre España como “Nación de naciones”. Aunque son afirmaciones interesantes pero básicas, comenzamos a quedarnos en palabras, y a veces las muchas palabras paralizan. Porque ahora, se trata de qué HACER y no de qué pensar. Para pensar hemos tenido muchísimas décadas. Y como se pensó mal -la práctica fue en consecuencia peor, con complicidad del Gobierno derechista y de don Juan Carlos-, y ello gracias a todos los errores teórico-prácticos de la Constitución del compromiso de 1978, pues aquí están los resultados.

El articulista (al que por otra parte aprecio, y por ello omito su nombre) hace una crítica al PSOE del Sr. Sánchez -escorado hacia Podemos y los independentistas- cuando habla de España como una “Nación de naciones”. Nuestro comentarista aceptaría la acepción de “Nación de naciones”, aunque ésta ya no es la “Nación de nacionalidades” que dice la Constitución (1). Vamos un paso atrás.

Y lo justifica diciendo que la Nación, como España, es algo jurídico-político, y que las naciones (con minúscula -qué lío, mi madre-) son los sentimientos, algo cultural, una realidad ambigua y subjetiva.

Sí, esto es un nuevo paso atrás. Y además, en contra de lo que se defiende, porque decir esto, es como decir “Estado de naciones”. Y eso es lo que busca el PSOE y finalmente los independentistas: proclamar un Estado Federal. Y la mejor manera por lógica de proclamarlo es proclamar previamente la independencia de forma unilateral, que luego ya se unirán las partes por interés particular o presiones de los oligopolios económicos y de la UE que se deshace.

Eso del Estado Federal no se lo creen ni ellos, ni el PSOE aunque lo haya defendido siempre por buscar el compromiso, ni los nacionalistas locales a todo trapo. Los nacionalistas quieren la secesión total. Y luego, una vez lograda -y con trampas-, pedirán la unión para confeccionar una “nueva España” o, mejor, un “nuevo Estado”: “-¿Veis que no era para tanto?...” -dirán-; “- Ya, pero porque ‘la pela es la pela’… ¿no?” -responderán otros-. Sin embargo, la nueva unión pedida será una unión tan en falso y conflictiva -así de tribales somos los españoles cuando carecemos de grandes y nobles ideales-, que todo quedará es secesión plena. Porque lo que la Secta quiere es convertir España, la gran España, en una furcia para dominarla económicamente y, sobre todo, para arrancar a la Iglesia católica el pueblo que más hizo por la Cruz.

Ahora el Estado del Vaticano dice que los españoles también deberíamos votar, si los catalanes votan. Esta afirmación es muy diplomática, pero supone una burla para España, porque admite que se puede aprobar y consentir en la secesión, y además en estas circunstancias.

La mera posibilidad de un referéndum admitidos por una o dos partes, ya implica un error político-jurídico, histórico, de primer grado.

* * *

¿Qué decir ante esta situación tan artificial, tan insulsa, maquiavélica y enervada?

Personalmente y como punto de partida, rechazo que confundan Cataluña y a todos los catalanes con la gente separatista. Muchísimos catalanes se saben españoles y lo tienen a muchísima honra. Y creo que cada vez más. A ellos me refiero añadiendo lo siguiente:

    1. 1. Son muchos los separatistas que no tienen verdadero arraigo en Cataluña, máxime cuando no por saber muy bien el idioma y cultura ingleses perteneceríamos a Reino Unido.

    2. 2. No pocos separatistas son originarios de fuera de Cataluña. No basta pagar impuestos, pues ya los pagamos a la UE y no hay nacionalidad ni ciudadanía de la UE.

  1. 3. Sobre todo es apátrida que el referéndum ponga en ENTREDICHO LEGALMENTE a los anteriores-porque en eso consiste un referéndum- su situación de muy catalanes y españoles, y de españoles porque catalanes.

Otra cuestión. Nos dirán que el mismo "derecho" que ellos a saberse y “quedarse” en España, tiene el 51% de los que votan y quieran separarse. A esta trampa tan simplona y dañina les diré algo que se calla y que vicia todo lo que está ocurriendo:

    1. Hace muchas décadas que en Cataluña no hay libertades cívicas. El catalán ha sido impuesto a muchos incluso en los escaparates de los comercios. De traca y pena.

    2. El Gobierno autonómico está en campaña continua, gastando, enrareciendo y enervando toda la sociedad.

    3. Sólo una mayoría moral -en estos temas una casi totalidad- y mantenida largo tiempo -no coyuntural ni viciada como ahora-, puede ser una verdadera aportación. No puede aportar nada serio una mayoría numérica del 51% de los que votan y además en las actuales circunstancias de psicología social.

    4. La agitación y subversión continua durante años convierte la consulta en algo RIDÍCULO e IRREAL. Luego se matarían entre ellos.

    5. Cataluña tiene una Deuda Pública enorme, la mayor de las Comunidades autónomas, y habrá que examinar a qué se debe semejante derroche e hipotecarse. ¿A quién se han hipotecado? ¿No querrán más dinero del resto de los españoles, lo que justificaría este chantaje de la independencia? Esa tontería e insulto de que “España nos roba” va muy bien al que ha derrochado y -no pocos- robado. Los separatistas sobre todo quieren dinero.

    6. Deben encausar primero a todos los malos catalanes que han saqueado Cataluña. Que llegue a término el juicio a los Pujol. Y a otros. Como el caso de los EREs en Andalucía y a los corruptos en el PP, Podemos. Etcétera. Es costumbre que cuando se ha saqueado un país o una comunidad, los políticos responsables se dedican a desviar la atención a otros problemas, como los gobiernos a mirar a la política exterior cuando tienen problemas en su casa.

  1. Sobre todo, el Gobierno autonómico lleva tiempo dando un GOLPE DE ESTADO, y esto lo dicen algunos periodistas, pero EL RESTO de ellos y LOS POLÍTICOS, LO CALLAN AUNQUE LO SEPAN MUY BIEN.

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Todo lo que está ocurriendo en España es muy ANORMAL. La corrupción generalizada a todos los ámbitos ha llegado a este punto. Todo está peor de lo que pensaba.

En efecto, la SECTA está por medio: corrupción moral, pérdida de libertades, robo y saqueo, amiguismo, conciliábulos y oligarquías…. e independencia. ¡Ah… y persecución religiosa a todo trapo contra lo católico! Que nada falte. Son los guerracivilistas y talibanes de hoy.

En Cataluña como en Navarra.

José Fermín Garralda

NOTA:

(1) Si añadimos en el cuerpo del artículo qué pensamos nosotros de esto, vendría el desmayo general. Por eso me remito al ámbito práctico.

En nota diré que concibo a España como una Nación a la antigua (sin soberanía nacional, con valores y elementos culturales fuertes y fundamentales, generada en la Historia como un suma y sigue, y sobre todo vertebrada en la religión católica), y lo que se llaman “naciones” (incluidas por otros en la primera) son los aspectos culturales, etnográficos, étnicos -si los hubiere-, lingüísticos -bilingües- de las comunidades humanas que integran España, con plasmación o no política. Desde luego, las Comunidades Autónomas son un error jurídico-político (se conciben como delegación del Estado en vez de tener derechos propios y preconstitucionales).

Pongamos todo en el mismo nivel: políticamente España es una monarquía tradicional y un resultado histórico, formada por Reinos, Señoríos… Y España es también una amplia cultura bien definida y plural en su seno, cultura que origina una civilización hispánica, conformada a su vez por culturas particulares que tienen en común lo que conforma dicha España en una unidad, aunque por lo ya dicho lo sea una unidad en la variedad. J. F. Garralda