Thiabedji, proyecto gestión ambiental

FEBRERO 2024

Adriana Crecente y Patricia Gutierrez

LLEGADA A DAKAR

Abandonamos Madrid el día 26 de enero, un poco desorientadas después de acabar los exámenes finales y sin creernos mucho que íbamos a estar en Senegal durante tres semanas, viviendo sin duda una experiencia que ha marcado nuestras vidas.

Llegamos al aeropuerto de Dakar junto a Pablo, César, Elena y Ousmane, donde nos recogieron Cheikh, Arouna y Khalipha, nuestros acompañantes de viaje, amigos y personas increíbles que nos han hecho entender como es la vida en este país.

Llegamos al Blue África, hotel en M’bour, a las 23:54. Allí pasaríamos nuestra primera noche antes de comenzar el largo viaje de carretera hasta el campamento de Bandafassi. Al llegar, nos ofrecieron el zumo de bissap de bienvenida, y con ese buen sabor de boca nos fuimos a dormir, hasta las 5:00 que comenzaría nuestro viaje.

SALIDA HACIA BANDAFASSI

Nos esperaban 13 horas de largo viaje, en el que comenzamos a ver por la ventana del coche las pequeñas casas, los animales  sueltos, la basura por los suelo 

la infinidad de camiones en aquella pequeña carretera que atraviesa todo el país… En definitiva, comenzamos a ver lo que es Senegal.

Hicimos dos paradas, para desayunar un riquísimo y especiado bocadillo de tortilla francesa, y para comer, en Tambacounda, nuestro primer y clásico arroz con pollo. También nos detuvimos en Mako, a ver el gran río Gambia, donde las mujeres lavan la ropa y los niños juegan. Allí empezamos a oír nuestros primeros “toubabs” y descu-brimos que significaba “de piel blanca”, lo que nos sirvió de mote entre nosotros para el resto del viaje.

Llegamos al campamento de Bandafassi a las siete de la tarde, donde nos encontramos con Jose María, la persona gracias a la cual estábamos allí. También a nene Marème y yaya Hassanatou, las cua-les nos enseñaron a lavar la ropa como allí se hace y nos alimentaron todos los días.

Hicimos nuestra primera cena en el campamento, y probamos la naranja amarilla que tanto echamos de menos. Después, nos acomodamos en nuestra “chocita”, junto a nuestros compañeros de habitación los lagartos y las arañas, y nos fuimos a dormir.

VISITA A ANDIEL

A pesar de que a las 5:00 am nos despertó por primera vez el Imán, ya que el campamento se sitúa a escasos 50 metros de la mezquita, volvimos a cerrar los ojos y nos levantamos a las 7:00 am junto a Jose María para ir a por el pan a donde el panadero local, paseando por el pueblo y viendo a las cabras, ovejas y vacas más madrugadoras…

Después de desayunar todos juntos, nos fuimos de excursión a hacer la pequeña ruta entre Landieni y Andiel, un pueblo precioso, donde los niños te cogían las manos y te llenaban de alegría y donde se hace un pequeño mercado de productos artesanales, donde nos gastamos algunas cefas.

Al bajar a Landieni de nuevo vimos la técnica tradicional de molido del maíz, a los niños en la zona de la escuela jugando, probamos a usar el pozo de bomba manual y hablamos con la familia de Ousmane.

Después de comer el plato estrella, arroz, nos dirigimos a Kedougou a ver el mercado, y pudimos ver las pequeñas pero notables diferencias entre “la gran ciudad” de Kedougou y “el pueblo” de Bandafassi. Se notaba un ambiente mucho mas comercial, con mucha gente por las calles, y mucho menos tranquilo. Nos sorprendió especial-mente que nada tenía el precio marcado, todo se vende negociando, pudiendo rebajarse las cosas hasta cuatro veces, especialmente a los “toubabs”.

Para acabar el día, cenamos todos juntos en el campamento charlando y jugando a las cartas, con su baraja especial, aprendiendo los juegos típicos de la zona.

COMIENZO DE PROYECTO

El segundo día nos despertamos con el rezo del Imán, ya que nos era imposible volver a conciliar el sueño (hemos aprendido que para la próxima tenemos que llevar tapones). Y comenzamos con nuestro objetivo del viaje, el proyecto en un pueblo cercano llamado Thiabedji. Nos dirigimos a este poblado por la típica carretera de tierra, cruzada por monos y cabras, junto a Jose María y nuestro traductor, Harouna.

Este primer día hicimos una visita a todo el pueblo, viendo como estaba la situación actual y posibles problemas.

Hablamos con la gente del pueblo, y fue cuando descubrimos la “teranga” senegalesa como ellos la llaman, o como nosotros lo conocemos la “hospitalidad” senegalesa. Todo el mundo estaba dispuesto a ayudar en lo que pudiera y decirnos todo lo que necesitáramos, además de ofrecernos aperitivos como los cacahuetes o el pan de mono.

Salimos de Thiabedji y nos dirigimos a Baraboye, donde íbamos a realizar otra parte de otro proyecto. Allí hablamos con el jefe del pueblo, el que nos tenía que dar tanto su aprobación como su apoyo para que todo el pueblo colaborara.

Ya por la noche vimos, en la casa de unas vecinas, un partido de fútbol de Senegal, con nuestras equipaciones compradas el día anterior en Kedougou. Un partido muy igualado que acabó en penaltis. Cada penalti fallado se podía oír un grito proveniente de diferentes lugares del pueblo, ya que allí el fútbol es un pilar muy importante y prácticamente toda la población lo vive mucho.

VISITA IBEL

Hacia las 9:30 salimos del campamento y volvimos a visitar Thiabedji acompañadas de Harouna, donde comenzamos las encuestas. Nos dio tiempo a realizar un total de 20 encuestas y ver diferencias entre las concesiones, algunas contaban con huerto propio, letrina e incluso pozo tradicional, mientras que otras no tenían nada. También veíamos las diferentes situaciones familiares y podíamos deducir que concesiones eran las más necesitadas de ayuda. A las 13:30 volvíamos al campamento a comer y a resguardarnos del calor que hace en las primeras horas de la tarde.

Después de un pequeño descanso tras la comida, Arouna nos enseñó como hacer el riquísimo té de Hibisco Senegalés, del cual nos hemos llevado hojas y la típica tetera para hacerlo aquí en España. Tomamos el té todos juntos, y fuimos al pueblo de Arouna, Ibel, a conocer a su familia.

CONTINUACIÓN ENCUESTAS

La rutina fue la misma que el día anterior, ir a Thiabedji y continuar con las encuestas. Vimos la zona de huertas en el pueblo, que tenía su propio sistema de bombeo solar, además de la guardería. Vimos que podríamos obtener datos de altimetría de los diferentes puntos del poblado y nos descargamos una aplicación para ello. Por la tarde descansamos, leyendo libros y haciendo cosas de la universidad.

Como sorpresa por parte de Hassanatou y Marème, tuvimos de cena tortilla de patatas, a la que le añadimos jamón que nos habíamos llevado desde España.

ESTANCIA EN EL CAMPAMENTO

Continuábamos con la rutina de Imán, desayuno, carretera de tierra hacia Thiabedji, encuestas, y vuelta al campamento. Llegó Ambrosio, que iba a ser nuestro nuevo tra-ductor hasta el final de la experiencia.

Esta tarde en el campa-mento optamos por lavar nuestra ropa de la forma tradicional senegalesa. Nos pareció una tarea muy difícil y la verdad que no teníamos arte para ello, pero lo conseguimos con alguna ayuda. Se nos pasaron las horas fro-tando la ropa, hasta que se hizo de noche. Decidimos ver todos juntos una película que habíamos traído descar-gada (Shrek), para vernos toda la saga en lo que nos quedaba de estancia.

VISITA AL DEPARTAMENTO DE HIDRÁULICA DE KEDOUGOU

Este día, cambiamos la rutina y tras el desayuno nos dirigimos a Kedougou. Quisimos ir a preguntar a la demarcación hidráulica ya que nos comentaron que eran los encargados del sistema instalado en Thiabedji y no entendíamos algunas cosas.

Al llegar vimos que las oficinas eran bastante diferentes a lo que tenemos visto. Tenían todos los papeles desordenados, y poco espacio. Cuando le preguntamos por Thiabedji nos comentó que eran obras que se hacían sin estudios previos y sin especialistas, es decir, se ponían los depósitos elevados donde veían y sin ningún motivo en especial. Además de ello, no disponían de planos de la red de abastecimiento y de ningún control de la obra. Tras hablar un rato con el jefe, nos regaló un traje como el que lleva en la imagen, que aún que nos quedara un poco grande lo usamos varios días.

Después, fuimos a dar un paseo por el mercado de Kedougou, acompañadas de Ambrosio. Nos explicó un montón de cosas, desde como regatear hasta de donde se obtenía cada producto del mercado. Paramos en un supermercado a comprar un helado, ya que los echábamos mucho de menos, y volvimos al campamento.

Al acabar de comer salimos a dar un paseo por Bandafassi, vimos la radio, la parte cristiana del poblado y las huertas donde trabajaban nuestros compañeros agrónomos de Yakaar.

PELUQUERÍA EN BANDAFASSI

Volvimos a las encuestas de Thiabedji acompañadas de Ambrosio y de un traductor joven local, ya que el idioma que se habla en ese poblado no lo conocía Ambrosio, y es que, aunque no lo hayamos comentado, allí se hablan muchísimos idiomas diferentes entre pueblos contiguos. Tienen una facilidad increíble para aprender idiomas y todos saben mínimo tres. Este día terminamos las encuestas y pudimos probar como sacar agua de un pozo tradicional en una de las concesiones y ver lo difícil que es (cubo+cuerda+polea), como para tener que sacar 150 litros/persona/día que es la demanda media en España… Esto es una diferencia notable ya que allí la demanda es de 15 litros/persona/día, dato bastante impac-tante.

Por la tarde estuvimos en el campamento, y vinieron dos niñas de unos 15 años a hacernos trenzas. Como dato también, hacerte unas trenzas como las que nos hicieron ellas, en España cuesta alrededor de 100€, mientras que ellas lo hacen por entretenimiento, aunque las pobres segu-ramente se arrepintieran al ver que nuestro pelo es más difícil de peinar que el suyo, y que tardaron más de dos horas en acabarlas.

Cuando por fin tuvimos el peinado hecho, y la cabeza bien tirante, nos dirigimos a una fiesta organizada por los jóvenes en la “casa de cultura” de Bandafassi.

Allí pudimos ver muchísimos niños muy jóvenes, bailando sin parar y a los que el ritmo les poseía, nosotros intentamos bailar, pero en comparación parecía que estábamos quietos.

Nos dimos cuenta de que el baile y la música son muy importante para ellos, lo sienten mucho y desde muy jóvenes hacen estas pequeñas fiestas, en las que se paga una entrada de aproximadamente 1€. Aún que nos encantó, no conseguimos aguantarles el ritmo y nos fuimos a dormir.

INICIATIVA DE RECOGIDA DE RESIDUOS EN THIABEJI

Este día nos levantamos muy motivadas porque iríamos al colegio de Thiabeji para hacer una actividad de concienciación sobre los residuos con los niños. El cual consistía en recoger los residuos que estaban alrededor del colegio y aprender a distinguir los tipos de residuos que generamos y cómo podemos hacer para reciclar mejor.

Al finalizar el juego, compartimos un gesto de agradecimiento con los pequeños, entregándoles rotuladores como símbolo de nuestra gratitud por su participación activa y su compromiso con el medio ambiente. Este día ha sido más que una actividad de voluntariado; ha sido un recordatorio poderoso de que juntos podemos marcar la diferencia y crear un mundo más limpio y sostenible para las generaciones venideras.

RECORRIDO POR DIENTES DE DANTE Y DINDEFELO

Este día fuimos a la cascada de Dindefelo a pasar el día, al caer la noche, decidimos dormir en lo alto de la montaña, acercándonos así a la mítica vista de los "dientes de Dante". Fue una experiencia mágica que nos permitió descubrir los paisajes ocultos de Senegal y conectarnos con la naturaleza de una manera única.

Al día siguiente, regresamos a Dindefelo y visitamos el huerto donde las mujeres del poblado trabajan con dedicación, gracias al apoyo de la ONG Yakaar Africa.

Quedamos impresionadas por el progreso y la prosperidad que estas mujeres han logrado, mostrando cómo el trabajo comunitario puede transformar vidas y comunidades enteras.

UN ADIÓS AGRIDULCE

Hoy fue un día lleno de emociones encontradas, ya que marcaba el final de nuestro viaje. Por la mañana, dimos una última vuelta por Baraboy para ver cómo avanzaban las letrinas, una tarea que habíamos abrazado con tanto cariño durante nuestra estancia.

Al mediodía, compartimos una comida especial con la familia de nuestra querida Hassanatou y nuestros compañeros ingenieros agrícolas.

Fue un momento de alegría y nostalgia, sabiendo que pronto nos separaríamos.

Por la noche, los jóvenes de Bandafassi se acercaron a despedirnos. Nos fuimos de este pequeño gran poblado con el corazón lleno de amor y aprecio. Nos habría encantado quedarnos más tiempo, pero el tiempo pasó volando.

Esta experiencia nos enseñó una lección invaluable: Senegal siempre será el país de la hospitalidad. ¡Yarama Bui!