Montse es socia de Yakaar hace tiempo y está intentando poner en marcha un proyecto de cooperación médica hermanando Barcelona-Ziguinchor-Kedougou. Es un proyecto en el que Yakaar Africa quizás no tenga que poner muchos recursos pero que seguro pondrá mucha ilusión. Esperamos poderos informaros pronto. Entre tanto Montse nos cuenta sus experiencias en esta su tercera vez en Senegal.
Tercera vez en Senegal, en esta ocasión para conocer un poco más la realidad del sistema de salud en el país, y ver las opciones que hay para crear un convenio de cooperación médica entre Barcelona y Senegal a través de Yakaar Africa.
De la mano de Demba conseguimos una reunión con la autoridad médica de Ziguinchor, quién mostró todo su apoyo e interés para el proyecto de colaboración.
Tuvimos también la ocasión de conocer a miembros de otras ONGs para intercambiar impresiones.
En esta ocasión sólo estuve una semana, pero lo suficiente para quedar como siempre encantada por su gente. Y como en cada viaje siempre hay alguien que te roba el corazón. Conocí al pequeño Edou, ni de un año de edad, en un barrio de Ziguinchor y como tantos niños de Senegal tenía Butón, pude comprarle sus medicinas.
Nos desplazamos hasta Affiniam donde conocimos a Ferdinan Coly, un niño del que oí hablar en Barcelona, porque unas doctoras catalanas le habían diagnosticado problemas del corazón. Espero conseguir su informe médico y que le podamos ayudar.
Y no olvidar a mi amiga Sophie, que conocí en Rufisque, a las afueras de Dakar, a la que hace 15 años una meningitis severa postró en una cama y no se puede mover. Aún así tiene muchas ganas de vivir y una familia que le apoya. Propósito de conseguir sus medicinas para mejorar su calidad de vida.
Chris, mi hermanito senegalés, me ha mostrado ese lado familiar de Senegal, a su familia, los paseos por los barrios de Ziguinchor, saludando a todo el mundo, tratándome como a un miembro de la comunidad. Todo un placer viajar sin ser turista.
Y agradecer a Marc Lindig y Esther Simo su generosidad, por haber donado un billete de avión para realizar este viaje, sin su ayuda, este proyecto no hubiera sido posible.
Me llamo María y hace poco he visitado Senegal con un grupo de amigos. Ha sido una experiencia muy interesante, breve pero intensa, y que sin duda repetiremos con más tiempo.
Nuestro grupo iba a visitar Senegal hace dos años en diciembre, pero la famosa huelga de controladores lo impidió... Nos bajaron del avión.. ¡íbamos a despegar cuando se cerró el espacio aéreo español! Y nos quedamos con la miel en los labios. Como veis nos pasó lo mismo que a la familia valenciana de Thiemba, aunque evidentemente sin la inmensa frustración que les suponía a ellos posponer el encuentro con su pequeño.
Volver a intentar el viaje se debió a dos razones fundamentales:
La primera y más prosaica era la curiosidad, puesto que nunca habíamos visitado África más allá de Marruecos y queríamos iniciarnos visitando un país poco conflictivo y no demasiado lejano dado el poco tiempo del que disponemos para nuestras escapadas.
Y la segunda, y fundamental, es que mi hijo estuvo en septiembre recorriendo el país con Demba y volvió tan cautivado de lo que conoció, vivió, sintió... tan impresionado de sus gentes, y tan cómplice de Demba, que nos volvió a entrar el gusanillo y allí que nos fuimos!
Contactamos con Demba que entendió de inmediato que lo nuestro era una primera aproximación a su mundo, nada que ver con el viaje de mi hijo y sus amigos, y nos organizó un viaje precioso en el que nos dio tiempo a conocer la belleza incomparable de sus paisajes y playas y la amabilidad infinita de sus habitantes.
El campamento de Océan Savanne en el que dormimos dos noches era una delicia. Dormir arrullados por el sonido del mar, viendo ese cielo cuajado de estrellas... Nunca antes por la noche había sentido el mar tan vivo, tan fuerte y tan cerca, ni visto esa concentración imposible de estrellas... Y si lo completamos con la divertida sesión de tambores y bailes que compartimos con Demba y un amigo del campamento pues un delicioso recuerdo de vibrantes sensaciones que te calan hondo y te gustaría repetir...
También, aunque sin profundizar mucho dada la brevedad de la visita, pudimos vislumbrar la tremendas carencias que sufre parte de la población y el esfuerzo de Demba por remediarlo.
Sólo visitamos parte del norte del país y no voy a entrar en detalles sobre nuestro recorrido porque no es eso lo fundamental de nuestra experiencia, lo mejor han sido las conversaciones con Demba, sentir su entusiasmo y su dedicación a mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos. A Demba le disgusta profundamente ver los chiquillos perdiendo el tiempo por ahí y una de sus prioridades es poder darles una educación que les permita tener un futuro mejor, y es fantástico ver como poco a poco y gracias a la inestimable ayuda de José María y su organización van logrando mejoras cada vez más sustanciales.
Personalmente me gusta mucho ver personas embarcadas en proyectos tan necesarios, que canalizan las ayudas de una manera tan desinteresada y con la transparencia que lo hacen José María, Demba y sus amigos. Nosotros hemos quedado encantados de esta experiencia, colaboraremos cuanto podamos con ellos y sin duda alguna volveremos a seguir conociendo el país, sus gentes y los logros de nuestros nuevos amigos.
No solo me he dedicado a las huertas, en muchas ocasiones he realizado curas de todo tipo a cualquier hora del día a gente del poblado y habitantes de cercanías. El motivo principal es que el centro de salud se ha visto desbordado por encontrarse en periodo de vacunación de la meningitis y por la cantidad de casos de paludismo tanto en niños como en adultos y, en otros casos, por la falta de medios económicos. En situaciones extremas he pagado voluntariamente la medicación necesaria para casos graves de paludismo. He pasado horas en el centro de salud traduciendo prospectos de medicamentos donados por los españoles.
He realizado visitas al centro escolar para repartir el poco material que llevaba y hacer entrega a los alumnos mas destacados. Entrego los hinchadores a los respectivos encargados de educación física. la flauta al profesor de música, el cual quedó enormemente agradecido.
Hago entrega de las fotos y las cartas del proyecto que Bikes Solidarias habían iniciado en un viaje anterior, intercambio de correspondencia en Francés y Español con alumnos de 1º y 2º de un colegio de Murcia, pero hasta este momento los alumnos de Bandafassi no han contado con tiempo suficiente para poder responder, ya que acababa de iniciarse el periodo escolar.
Soy invitada y participo gustosamente a todos los eventos durante mi estancia:
•Una boda (día y medio de fiesta)
•La Fiesta Musulmana, en la cual me estreno preparando las lentejas con mucho éxito y prometiendo volverlas a hacer, regalo 2 kg de carne a la familia de Asanatou y otros 2 kg a la familia de Mareme Ly como agradecimiento por todas las co-midas y cenas que han compartido conmigo y las que quedan.
•Bailo y participo en la Fiesta organizada por las mujeres como cierre a la recolecta del arroz, maíz y cacahuete al son de un grupo étnico con bailes e instrumentos del lugar.
•Intercambiamos lecciones de Español por lecciones en Peul.
•Reuniones con los grupos de jóvenes a la luz de las estrellas mientras preparamos el té.
•Noches de juegos con los mas pequeños.
•Momentos íntimos cuando voy a lavar mi ropa y sacar agua con las mujeres.
Y como cierre repito las lentejas pero esta vez en mi cabaña a tres fuegos con 3 perolas y mas de 1 ½ de lentejas con carne y verduras compradas en Kdeougou. Mi ultima noche contrato un DJ e invito a todo el poblado fue una fiesta muy emotiva y muy divertida. Bailamos ,reímos intercambiamos recuerdos rodeado de abrazos y muchas muestras de cariño. Fue genial.
QUIERO DAR LAS GRACIAS A…
A TODOS GRACIAS, GRACIAS Y GRACIAS. OS LLEVO EN MI CORAZÓN. OS QUIERO MOGOLLÓN
Estos últimos años he tenido el placer de conocer inmigrantes senegaleses que me han contado sus experiencias y las costumbres de su país. Esto despertó mi curiosidad por Senegal. Así que en una de las ocasiones en que buscaba por la red, tropecé por casualidad con un vídeo informativo de la ONG Yakaar Africa, en la que explicaban los proyectos que tenían por allí. Inmediatamente ojeé la página de la organización, y sin pensarlo dos veces mandé un mail a José María ofreciendo mis servicios durante el mes de julio. Cuál fue mi sorpresa cuando me contestó diciendo que estaba interesado.
Más adelante cuando tuvimos una entrevista me preguntó por mis razones, por qué deseaba realizar esta colaboración. Lo cierto es que siempre había anhelado dedicarme de algún modo a ayudar a los demás, por sentirme útil, pero la razón principal es que llevo unos años con la sensación de vivir una mentira.
No es fácil de explicar, soy una mujer afortunada, con un trabajo que me gusta, buena salud yo y los míos, pero me doy cuenta de que por más que intentes no contagiarte, es difícil no impregnarse de los males de esta sociedad: la obsesión por el tiempo, las ansias de llenar nuestras vidas con posesiones que nos hacen creer que son las únicas que nos harán felices, el individualismo típico de las grandes ciudades. Y lo que más me duele es que veo que mis hijas se están impregnando de todo ello. Por esto quise irme lejos de aquí, descubrir otra forma de vivir.
la verdad es que desde el principio todo salió rodado. Y aunque los que me rodeaban me preguntaban si no me daba miedo irme sola a un lugar alejado, donde no podía tener controlada la situación, sino que dependía totalmente de gente para mí desconocida, me eché al ruedo con los ojos cerrados, con absoluta certeza de que todo saldría bien. Mi intuición no me engañó, y desde el primer momento, aunque lo miraba todo con los ojos bien abiertos para no perder detalle, me sentía en mi casa. Lo que menos me gustó fue la ciudad de Dakar, donde veo que mucha gente sobrevive como puede, es sucia en comparación a nuestras ciudades y con mucha polución. Pero me sentí enseguida arropada por Demba y Ambroise, que me esperaron en el aeropuerto.
Lo que más temía era el viaje desde Dakar hasta Kedougou, ya que 12 horas me parecían un suicidio. Pero me sorprendí a mi misma por la enorme filosofía africana con la que aterricé por estas tierras, muuuucha paciencia. Al poco tiempo comenzó a llover de forma torrencial, y por el costado izquierdo del autobús, pensé:” seguro que no funcionan los limpia parabrisas” pero sí. Lo que no había era cristal en la ventanilla del conductor, así que tuvo que parar para ponerse un impermeable amarillo con gorro estilo marinero Pescanova, ya no parecía un autobús sino un barco, entraba agua a raudales y necesitaba que el copiloto le limpiase el cristal por dentro.
No es fácil de explicar, soy una mujer afortunada, con un trabajo que me gusta, buena salud yo y los míos, pero me doy cuenta de que por más que intentes no contagiarte, es difícil no impregnarse de los males de esta sociedad: la obsesión por el tiempo, las ansias de llenar nuestras vidas con posesiones que nos hacen creer que son las únicas que nos harán felices, el individualismo típico de las grandes ciudades. Y lo que más me duele es que veo que mis hijas se están impregnando de todo ello. Por esto quise irme lejos de aquí, descubrir otra forma de vivir.
la verdad es que desde el principio todo salió rodado. Y aunque los que me rodeaban me preguntaban si no me daba miedo irme sola a un lugar alejado, donde no podía tener controlada la situación, sino que dependía totalmente de gente para mí desconocida, me eché al ruedo con los ojos cerrados, con absoluta certeza de que todo saldría bien. Mi intuición no me engañó, y desde el primer momento, aunque lo miraba todo con los ojos bien abiertos para no perder detalle, me sentía en mi casa. Lo que menos me gustó fue la ciudad de Dakar, donde veo que mucha gente sobrevive como puede, es sucia en comparación a nuestras ciudades y con mucha polución. Pero me sentí enseguida arropada por Demba y Ambroise, que me esperaron en el aeropuerto.
Lo que más temía era el viaje desde Dakar hasta Kedougou, ya que 12 horas me parecían un suicidio. Pero me sorprendí a mi misma por la enorme filosofía africana con la que aterricé por estas tierras, muuuucha paciencia. Al poco tiempo comenzó a llover de forma torrencial, y por el costado izquierdo del autobús, pensé:” seguro que no funcionan los limpia parabrisas” pero sí. Lo que no había era cristal en la ventanilla del conductor, así que tuvo que parar para ponerse un impermeable amarillo con gorro estilo marinero Pescanova, ya no parecía un autobús sino un barco, entraba agua a raudales y necesitaba que el copiloto le limpiase el cristal por dentro.
Tras toda una vida soñando con viajar a cualquier lugar de África, por fin mi sueño se hace realidad. Cuando llego a Dakar es cuando comprendo que, finalmente, he cumplido mi sueño.
Mi viaje comienza en Joal Fadiouth. Hace un sol de justicia pero me siento como si flotara en una nube, no me importa ya que estoy viviendo un sueño. Todo me asombra, el tráfico en las afueras de Dakar es caótico a la vez que un tanto curioso. Con tan sólo un bocinazo o una ráfaga de luces se apartan para dejarte pasar.
En las salinas del lago rosa nos dirigimos a un poblado peul. Primer contacto con la gente local. Qué gente más encantadora y hospitalaria.
Esta gente me sorprende, ya que a pesar de todo, nunca pierden su sonrisa, y me llamó mucho la atención que si ven a un grupo de “toubab” (blancos) saludan, no importa quienes sean, de donde vienen o a donde van, pero es una de las cosas que se quedan grabadas en la mente, la alegría que desprenden. Es gente que a pesar de todo, nunca borran la sonrisa de la boca.
Paseamos en calesas por la mítica ciudad de Saint Louis. Los pescadores empiezan a descargar y el olor del pescado secando al sol es tremendo, pero nada me importa, todo me maravilla, esto es África. Aquí todo es posible..Proseguimos el camino hacia la Langue de Barbarie, un lugar mágico para desconectar y “perderse” del mundo exterior. Aquí no hay luz, tan solo unos generadores que funcionan apenas 3 horas.
En este lugar parece que el tiempo se detiene. Hasta una siesta en una hamaca a orillas del río Senegal sienta mejor que en cualquier otro lado. Por la mañana paseamos por la larguísima playa. Cuantas veces habré repetido yo eso de “Esto es vida”.
A medio camino del desierto de Lompoul, nos detenemos en mitad de la nada a repartir unos regalos que llevamos. La alegría con la que nos recibieron me llegó al corazón. Aquello me emocionó enormemente ya que todos se acercaban a darnos las gracias.
Ya en el desierto, sientes que el tiempo hace mucho que se detuvo, la única luz que existe es la de unos quinqués que al caer la noche colocan en la entrada de cada haima. La ducha y el baño son muy particulares. Desde el primer momento me supe adaptar, sabía a dónde iba, no buscaba lujos ni comodidades.
Pasear por sus dunas me hizo sentir libre como nunca me había sentido. Tras la cena, y a pesar de ser época de ramadán, unos músicos se sentaron frente a una hoguera, y a la luz del fuego, se pusieron a tocar los djembes... Aquel momento fue mágico e inolvidable.
En el gran mercado de Kaolack sorprende el color, el olor, gente por todas partes….Fuera de él, el tráfico y el humo de los vehículos es caótico a la vez que sorprendente. Las motos pasan por nuestro lado como locos, incluso adelantan por la acera!! Esto es una de las cosas que me maravillan de este continente.
Allí donde iba, me sorprendía lo rápido que se arremolinaban a tu alrededor los niños. ¡¡A pesar de lo poco que tienen se les ve tan felices!! Les damos caramelos y globos y cada vez se unen más a nosotros. Todos piden foto, (y por supuesto verla después), algunos incluso posan. Ellas son tan guapas!!!
Es curioso la amabilidad de esta gente. Enseguida te abren la puerta de sus casas y te ofrecen un sitio donde comer. Cómo me gustaría poder desconectar del mundo con estos niños un tiempo. Estoy segura que me enseñarían muchas cosas que creo saber y que realmente aprendería a apreciar.
El campamento de Mako está a orillas del río Gambia. Estamos en mitad de la naturaleza, sin luz, sin agua corriente (las cabañas disponen de ducha pero el agua está turbia). Nos aconsejan dejarla correr un poco pero siento que en un sitio donde escasea el agua, no puedo dejar perderla de esa manera.
Paseamos a orillas del rio hasta llegar a un poblado. Los niños corren hasta nosotros, y a mí me da la mano una preciosa niña de vestido rosa, a la cual le cogí un cariño tremendo en cuanto la vi. Si podría, me quedaría con ella. No me soltó la mano en ningún momento. Es curioso lo rápido que se encariñan estos niños. Sin duda es uno de los mejores días hasta el momento.
Me llama mucho la atención que para muchos de estos niños probablemente sea la primera vez que vean a un blanco, por lo que los más pequeñitos, asustados, se echaban a llorar al vernos.
El País Bassari es un lugar diferente, donde el verde es mucho más abundante, y donde, sin duda, he podido apreciar una de las vistas más bonitas de todo el país. Angels es la típica aldea bassari en donde aún conservan las tradiciones. Sin duda no todo el mundo llega hasta aquí, y eso se nota.
En el pueblo, de nuevo, los niños nos cogen las manos. Esta vez llevo 2 en cada mano, por lo que me veo obligada a entregar mi cámara a un compañero de viaje porque me faltaban manos. En una época en donde no estaba en mi mejor momento, estos niños, y en general, este viaje, hicieron que remontara, no podía dejar de sonreír. Este viaje fue tal y como lo había soñado siempre.
Sin duda, la sonrisa de un niño no tiene precio, y a mi estos niños me hacían tan feliz!!
La cascada de Dindefelo es un lugar mágico ¡Es tan bonita! En un mes que hace tanto calor como es Agosto, este sitio, en mitad del bosque, y rodeado de naturaleza, tiene su propia temperatura y el agua está más bien fresca.
Cuando preparaba mi viaje, una de las cosas que más miedo me daba era el tema de la comida. Pensé que incluso pasaría hambre, pero la gastronomía del país me sorprendió muy gratamente. En Senegal la comida es deliciosa, el thiof, el Thiebou Dyenn y por primera vez, pruebo el pez globo! Curiosamente, está exquisito
En la región de Cassamance todo es diferente. Se ven arrozales y a sus gentes trabajando en las plantaciones. Curiosamente, en un país donde más del 80% de la población es musulmana, aquí se ven más iglesias y el número de cristianos aumenta. En el sur, los controles policiales y militares se suceden por cada pueblo por el que pasamos, pero sin ningún tipo de problema.
Sin duda, aquí se ven cosas tan curiosas que nunca imaginé que vería, pero tal y como he dicho, aquí todo el posible. Ya nada me sorprendía. En cambio, todo me maravillaba.
En la pequeña isla de Carabane se respira paz y tranquilidad. Bien provista de caramelos, recorro la isla repartiéndolos a todos los niños que salen a mi encuentro. Estos niños son tan especiales y tan agradecidos… todos piden “tangal” (caramelo en wolof), e incluso alguno me demuestra que con un poco de picardía se consiguen cosas, por lo que me dejo llevar y me recorro la isla corriendo con 2 pequeños detrás en busca de más caramelos. ¡Qué bien me lo pasé aquella tarde! . La lluvia nos dio un pequeño respiro, y por fin, pude ver anochecer, a orillas de la playa y con una fabulosa flag en la mano. Aquel momento no lo cambio por nada. Por un momento me olvidé de todo y me dejé llevar. Hacía tanto tiempo que no veía un anochecer así.
En la mítica isla de Goree, me afloraron todos los sentimientos al visitar la casa de los esclavos y la puerta sin retorno. Se hace tan difícil, después de conocer a sus gentes, tan buenas personas, hacerse a la idea que en un momento del pasado aquí se comerciaba con ellos…
La última parada es en Toubab Dialaw, un sitio donde cualquier problema se olvida y queda atrás, a orillas del mar y con vistas a Dakar. Un sitio ideal para descansar cuerpo y alma. En este lugar se respira paz. Un lugar perfecto para culminar mi viaje.
A pesar de recorrer el país de norte a sur, pienso que no he visto todo lo que este país puede ofrecer. Viajé en periodo de ramadán y vi África apagada, sin sus míticas fiestas, músicos en la playa tocando los djembes… Este continente me ha enamorado, me ha cambiado la vida, la forma de pensar. He comprendido que hay gente que sin necesidad de tener internet, teléfonos móviles y en general, todo lo que podemos disponer aquí, son inmensamente más felices de lo que somos nosotros, y eso da que pensar.
Por todo lo anterior, y por más, que se hace difícil describir con palabras, sé que volveré, siempre llevaré este país en el corazón.
Este verano hemos tenido la suerte de poder viajar a Senegal y descubrir todo lo que este país y sus gentes tienen. Es imposible expresar todo lo que Senegal nos ha dado en tan solo 18 días. Son muchas las cosas que nos gustaría contaros….
Las personas que ya habéis ido nos entenderéis perfectamente, y para las que nos leáis y no conozcáis el país, pues sirva este texto para animaros a hacerlo.
La primera semana recorrimos, junto a Doba Diallo, el País Bassari. Fueron cinco días, de localidad en localidad, conociendo cómo y de qué viven sus habitantes. Doba nos fue explicando muchos detalles e historias.
Nos cruzamos con muchos hombres y mujeres, pero como suele ser habitual los niños y niñas fueron los que más se acercaban a nosotros al grito del típico “toubab”. Pero entre estos últimos hubo uno que sin saber muy bien por qué nos encantó y nos hizo reflexionar.
Fue en Dande, pequeño pueblo arriba de la montaña, de donde es originario Doba, el guía. Llegamos de buena mañana y en el Campament nos esperaba el hermano de Doba, que hacía las veces de cocinero, y un grupo de niños que se reían mientras nos pedían que les hiciéramos fotos.
Entre ellos estaba Goriz, hermanastro de Doba y de unos 12 años. Ya por la tarde él y otros dos más pequeños, se sentaron en el comedor a observarnos.
Goriz atendía los recados que le encargaba su hermano: corría para volver pronto y volverse a sentar. Mientras Doba nos contaba cosas de su pueblo,
Goriz es un niño que desde nuestra opinión representa el futuro de Senegal. Un niño, con el que sin hablar el mismo idioma, nos pudimos comunicar perfectamente, y fue posible por sus ganas de aprender, de estar cerca del turista para mostrarnos todo lo que sabe hacer, todo lo que ha aprendido en la escuela (que tanto ha costado tener en la comunidad), todos sus conocimientos sobre el campo,… Representa a esa generación de niños y niñas senegaleses con la fuerza necesaria para crecer como personas y crecer como país….donde es necesario luchar con ganas para conseguir pequeños logros…..Goriz representa a una generación que tiene ganas e ilusión por conocer al otro y a través del otro para desarrollar su país…
Nuestra visita a Senegal empezó un poco por casualidad, se suponía que íbamos a ir a Brasil y pasar por Río donde viven unos amigos. Después empezamos a oir que había problemas en inmigración con algunos turistas españoles que eran rechazados así que lo fuimos dejando y dejando.. Cuando ya faltaba poco para el viaje se nos ocurrió que Irlanda podría ser un plan muy bueno, alquilar una furgoneta, dar una vuelta a la isla, ver como llueve desde un pub, es bonito.
Perooo, claro, sólo se vive una vez e Irlanda ya la conocemos así que cuando estábamos reunidos los dos matrimonios que íbamos a ir de vacaciones se nos ocurrió que ¿por qué no África? ¡Qué exótico! Además Iberia tiene vuelo directo desde Madrid, muy cómodo. Nos lanzamos y compramos los billetes y reservamos un hotel en Dakar.
Así que, cuando llegamos a Dakar, sólo teníamos un hotel y un contacto con unos guías senegaleses que hablaban español: Demba. La experiencia de nuestro primer día en Dakar nos hizo ver que no íbamos a llegar muy lejos por nuestra cuenta así que contactamos con Demba y quedamos con él al día siguiente.
Empezamos nuestra visita a Senegal en la Ille Gorée, después de nuestra incursión solos por los mercados de Dakar, que es bastante impresionante y da un poco de escalofrío pensar en la cantidad de personas que fueron hechas esclavas y partieron hacia otro continente sin esperanza alguna. Lo más llamativo quizás sea la falta de resentimiento que encontramos allí, no creo que haya muchos pueblos tan generosos al juzgar la historia.
Otro día estuvimos en el Lac Rose donde terminaba el famoso rally Paris-Dakar. Nos impresionó ver cómo extraían la sal con herramientas tan sencillas. Las acumulaban en las barcas y ya en la orilla había mujeres que la transportaban y acumulaban en montones. Por cada barreño de sal que transportaban en la cabeza echaban una concha en un cubo y así mantenían la cuenta de la sal transportada. Todo el mundo cobraba en sal, no en dinero, como antiguamente en Europa (de ahí la palabra salario) A medida que el día progresaba se observaba una tonalidad más rosa.
Después hicimos un recorrido con un land rover vetusto) por las dunas de Dakar. este punto tiene un significado especial pues era el camino de entrada de la última etapa del rally. Allí se han asentado ahora algunos pobladores que viven con mucha modestia y con el land rover atravesamos su poblado. Luego desinflaron las ruedas para meternos en la zona de arena y nos dieron unos viajecillos cuesta arriba y cuesta abajo. La playa era fantástica, realmente infinita.
Una de las cosas que incorporamos a nuestra rutina era la cerveza "Gazelle" que era perfecta para el clima: ¡ligera y medio litro por botella! Por cierto que la comida estaba bien y no sentaba mal como en otros países.
La verdad es que vimos muchas cosas, pero si tuviera que elegir una creo que sería la llegada de los pescadores al puerto en Mbour. Es difícil describir ese ambiente con palabras ni tener una impresión que mejor defina Senegal. Cuando llegan las pateras que han estado faenando una semana (¡qué valor!) una multitud se aglomera en torno suyo. En ese aparente caos todo el mundo tiene una función bien definida, hay personas que descargan el pescado, otros transportan hielo para conservarlo, otros lo van preparando. Lo llevan a una lonja para la subasta pero también por supuesto hay clientes que acuden a comprarlo directamente a la playa. Hay mujeres moliendo trozos de pescado para convertirlo en harina, otros que sacan los bichos de los caracoles marinos, hay chavales bañando a un caballo en el agua del mar. El mercado de Mbour es más acogedor que el de Dakar pues se nota que no es tan turístico sino que es usado por los locales.
Los paisajes que visitamos y las ciudades que conocimos nos han causado una gran impresión, pero lo que nos ha marcado y nos ha dejado un muy buen sabor de boca ha sido la amabilidad, compasión y simpatía de las gentes senegalesas. Cuanto cariño nos hemos llevado de esta tierra!.
La belleza que tiene este país es inmensa y lo que más nos ha llamado la atención es que los Senegaleses lo saben, pero necesitan ayuda para mantenerlo limpio y cuidado.
De sus gentes, qué quieres que te diga, que son tan agradables, siempre sonriendo, tranquilos y afables... una maravilla poder contar con su amistad.
Senegal se te queda clavada en el corazón, tanto sus gentes como sus paisajes... Estamos deseando volver.
Creo que Senegal me desborda, con la teranga, con los saludos calurosos y con sus sonrisas. De todos modos en este país nuestro que nos empeñamos a tildar de “en crisis” también hay gente maravillosa que ha donado diverso material para ponérmelo difícil y obligarme a cargar con 48 kilos de ilusión hasta el país Bassari. En ese sentido:
GRACIAS Santi Cespedes, por toda la ropa, los juguetes y el material escolar
GRACIAS Pilar Pareja: Por la ropa, las pinturas y los medicamentos
GRACIAS Maribel y colegio “Ojos del Guadiana” de Daimiel, Ciudad Real por el material escolar.
GRACIAS Marte Sastre por el material escolar y los globos
GRACIAS Itziar Martínez por la ropa y las cremas solares
GRACIAS Amaia por la ropa, las cremas solares y el material escolar
Entre todos me habéis permitido repartir un montón de ropa infantil por Dakar, Afia, Dindefelo y Pelel Kindessa, visitando una a una a las familias más humildes. También hemos podido parar donde los niños albinos y veíamos mientras nos íbamos como la madre les daba la crema que habéis donado. Gracias a vosotros la fiesta del colegio de Pelel Kindessa pudo repartir material escolar. Asimismo hemos podido configurar un pequeño botiquín en ese colegio. Os apreciaba antes, os aprecio ahora pero ahora, además, sois contribuyentes a que determinada gente tenga la vida un poquito más fácil.
Senegal, tercera edición…
Si la primera fue una aproximación de trece días y la segunda pseudoturismo y cooperación, esta tercera cabe decir que ha sido la del comienzo de mi integración. Viajar solo y hablar francés han sido los dos componentes esenciales para poder confundirme entre los peul. Caminar sin un rumbo fijo, saludar a la gente, comer con ellos, escucharles.
Sentarme en un banco en la plaza de Dindefelo donde a medida que iban pasando los días las caras iban teniendo nombre y los nombres, un tono de voz, y los tonos de voz unas inquietudes…. Indescriptible. Por otro lado, desplazarme a Tanague, a Pélel Kindessa y a Afia ha sido para mí darme cuenta de que el fin del mundo siempre está un poquito más lejos.
Diaraama (Gracias).
Comentarios desde el corazón:
Bandafassi:¿Cuanto cuesta un plato de arroz con gallina y picante? Pues depende…, si Marene te invita a comer, alrededor de cien mil gracias y dos besos.
Dindefelo:¿Cuántas estrellas tiene el cielo? El de Dindefelo, más que en otros sitios, Gazelles aparte… Por otro lado, siempre pienso que cuando me baño en la cascada me observa algún chimpancé pero solamente esta vez alcancé a ver un grupo de babuinos.
Dande: Subir Dande es definir una meseta de prados verdes y sillas naturales. Eso una vez. Subirlo a diario (por ejemplo volviendo del instituto) es una muestra de coraje tremenda.
Afia: Cuando tú tienes 100 y el de enfrente tuyo, del uno que tiene, te da medio, te sientes insignificante. Eso es el arroz con salsa de cacahuete que comí allí: Caridad inversa en un paraíso muy remoto.
Costura en Bandafassi: ¿Por qué en España se lleva tanto el negro? ¡¡Qué bien quedan las mujeres pulaar a mi lado!!, totalmente dressed in colours, like rainbows, como dijo Mick Jagger.
Gracias, habitantes de ese remoto lugar por acogerme pero sobre todo merci a toi, Mr. Sylla (Director de la escuela de Pelel Kindessa) que me has ayudado a comprender que el mundo es un lugar grande pero, sobre todo, ancho.
He tardado un poco en escribir sobre el viaje de diciembre pasado a Senegal. Era el primer viaje de este tipo que hacía. Quedé encantada.
Es un viaje diferente, Senegal no tiene unos encantos que apabullen, pero es una gente ¡tan encantadora!, unas mujeres ¡tan esbeltas y hermosas!, una energía al bailar que nos dejaban maravillados.
La pequeña ayuda que podamos prestar, siempre por iniciativa de Jose, nos hace sentir mejor a nosotros que a ellos mismos. Visitamos escuelas, un centro de salud, un par de huertas, la granja, pero sobre todo, sobre todo, la guardería, tenías que ver aquellos niños ¡eran tan adorables!, creo que nos quedaríamos con ellos para siempre, al salir de allí solo nos faltaba llorar.
Por quinta vez en estos tres últimos años, desciendo del avión en el aeropuerto de Dakar. Es tanta la emoción que tengo que me noto hasta taquicardia. No me importa la larga cola para el control de pasaportes, ni la pelea para poder llevar yo sola el pesadísimo equipaje y las incómodas bicicletas que nos dedicamos a transportar últimamente, solo pienso en salir por la puerta y ver, al otro lado de las vallas, a mis queridos amigos….¡que ganas! Ellos siempre están allí, forman parte de la magia del regreso, ellos saben que son lo primero que quiero y deseo ver nada mas pisar suelo senegalés.
Luego viene el reencuentro con los paisajes, tan distintos según en la época del año que vayas, cada vez con su propio encanto. Y los poblados, ya conocidos de otros viajes y que, por eso mismo, brindan un afectuoso recibimiento. Es emocionante llegar y que me llamen por mi nombre…..
Una vez pasados estos maravillosos momentos, HAY QUE TRABAJAR, pero trabajar a gusto, porque llevamos un equipo humano extraordinario y porque hay muchas, muchas ganas.
Surgen problemas, como no. Necesitamos medicaciones que no llevamos, material que se acaba, situaciones complicadas y graves que no se pueden resolver en las precarias condiciones de los poblados…. Pero también hay momentos de gran alegría, enfermos que no hubieran salido adelante si en ese preciso momento, como por casualidad, no hubiéramos estado allí. Lo primero merece aprender de nuestros errores, lo segundo una gran alegría y celebración.
El trabajo sigue adelante y bien, muy bien. El objetivo que nos habíamos marcado se cumple y esto nos hace felices. Así que, por quinta vez me encuentro en el aeropuerto para emprender el viaje de vuelta (esta vez, la única, sin mi amigo Ambrosio, lo echo de menos y por eso lloro mas de lo que acostumbro en esta situación).
En el avión no me sorprendo cuando me doy cuenta de que estoy gestando el sexto viaje y que solo una palabra me ronda: VOLVER, siempre VOLVER.
En primer lugar agradeceros por permitirnos compartir esta gran aventura, que en un principio estaba llena de grandes dudas y sobre todo miedos. Hemos tenido la oportunidad de vivir una experiencia inolvidable con un equipo magnífico, haciendo que la convivencia fuese cada día más agradable y mostrando profesionalidad en todo momento. Siempre que Yakaar quiera contar con nosotras, ahí estaremos.
Gracias a todos por dejar tan buena huella.
Cuando cuentas que has ido de viaje con una ONG, todos te felicitan por tu coraje, tu espíritu aventurero y lo gratificante que es ayudar. No estamos de acuerdo: valor no tienes ninguno, todo son miedos; no sabes a lo que te vas a enfrentar, y si podrás afrontarlo; desconoces cuáles son sus necesidades y qué puedes hacer para paliar esa situación de precariedad en la que viven; te cuestionas constantemente si podrás soportar el calor sin aire acondicionado, cómo podrás estar tantos días sin una buena ducha, comer sin tener una carta variada, no poder contactar con los tuyos cuando quieras.......... a medida que pasan los días, todos los miedos se han esfumado: sus atenciones, cariño, y sus sonrisas hacen que te olvides de todo.
Hemos recibido mucho más de lo que hemos dado.
Mucho no sé qué deciros: Que os hecho mucho de menos y que volvería mañana mismo. Cuando me preguntan qué tal……contesto con una sonrisa muy bien, muy bien y quiero volver, también les explico la experiencia, el grupo y por supuesto la gente senegalesa y les remito a la página de Yakaar. Así que contad conmigo para la próxima misión.
La experiencia es inolvidable y encantada con todo el equipo. No sé los demás pero yo iba con muchos miedos, no os conocía, no conocía tampoco lo que íbamos hacer en conjunto e individualmente sólo una vaga idea y eso me producía cierta inquietud e inseguridad. Pero eso salió todo muy bien y formamos un equipo de una calidad humana extraordinaria.
Cada vez que veo en mi pensamiento aquellas sonrisas, aquellas expresiones en sus ojos, la fragilidad de sus manos, sus mocos, su colorido….me hace sentir alegre y más....Y querer volver mañana mismo y ayudar a mejorar su calidad de vida……………
Después de más de 2 años de no encontrar sentido a mi vida, cae en mis manos un boletín informativo de una ONG, joven pues es reciente, con mucha fuerza, con buenos proyectos llevados a cabo con mucha dedicación y total transparencia y con un compromiso difícil de no involucrarte, ellos son Yakaar Africa.
En un principio mi idea era simplemente viajar a Senegal, pero no quería una ruta turística, buscaba contacto con sus gentes, conocer el Senegal profundo y así fue sin duda alguna el mejor viaje de mi vida..
Me proponen unirme a un grupo de 4 personas para conocer un poco mejor el país antes de incorporarme como voluntaria con el equipo sanitario que llegaría mas tarde.
Me aceptan, guay no me lo podía creer. Llego un 9 de Marzo al aeropuerto de Dakar y allí me esperaba Demba el súper guía de la organización, un tío muy bien preparado y con un control absoluto de todo lo que conlleva su trabajo.
Empecé a disfrutar de este viaje desde el momento que puse los pies en tierra africana .Tengo que hacer mención de sus nombres Cristina y su primo Luis (geniales y muy divertidos) al igual que Oscar y Oskia, a la cual tarde mucho en llamarla por su nombre, ellos ya habían estado el año pasado haciendo otra ruta y volvían de nuevo con amigos y para futuros proyectos.
Los próximos 10 días los pasamos juntos pero no revueltos, comimos, dormimos, reímos, hablamos y recorrimos junto con Demba y Paco una gran parte del país, no me voy a extender mucho en los sitios pues deberíais ir, verlo y vivirlo. Cena de despedida intercambio de correos para pasarnos las fotos y unas lagrimitas por mi parte, hemos compartido muchas cosas juntos espero lo recuerden con tanto cariño como yo.
Yo sigo en Senegal pero ahora por mi cuenta hasta que llegue el grupo sanitario, por lo tanto esta parte es privada, bueno os diré algo UAUUUUUUUU mola mucho todo.
Me encontrare con el grupo sanitario en Mbour en el Hotel Blue África en el cual soy casi de la casa y a partir de ahí empieza mi gran viaje con nervios pero muy ilusionada dispuesta a todo y sin saber que mi vida daría un giro de 360º gracias a todo el equipo de España y Senegal.
En Bandafassi en Dindefelo en Ziguinchor en Oussouye en Lougue emocionada por el día pollo, en Itatou en Bafican en Cassamance en Berr, di lo mejor de mi pero sin duda alguna recibí mil veces mas. Lo mejor o lo que tienen en común estos lugares son su gente en sus ojos te muestran sus vidas y con sus sonrisas y gestos te llenan de vida, un abrazo después de una dura cura te pone la piel de gallina, un apretón de mano de un familiar agradecido un niño que te acaricia la cara con una dulzura extrema, no hacen falta palabras, no, no hay palabras para expresar todo lo que te hacen sentir.
El grupo humano es excepcional: a la cabeza Jose Maria, Pepa, Xavi, Nuria, Bego, Xulia, Isa, Araceli el magnifico Ambrosio, el incansable Cheikh, el niño de la casa Arouna, Christophe, Demba, Paco, Los Murcianos, el todo terreno de Angel y algunos mas por supuesto ayuda con la lista por fa.
Si queréis saber mas entrad en la Web de YAKAAR AFRICA. Entrar es gratis, luego la voluntad es cosa vuestra. Os sentiréis orgullosos de formar parte de esta familia.
Como describir mi estancia, esta segunda vez en Senegal: Dura pero muy GRATIFICANTE. Dura por que el viaje ya es complicado, mucho calor y el no hablar francés, no hace las cosas tan fáciles. GRATIFICANTE porque otra vez más, la gente lo hace así.
Bandafassi, un lugar perdido en el País Bassari, con el Pulard como idioma y con las mínimas condiciones de vida ha sido toda una experiencia. Los primeros días con Ambrosio, han sido más fáciles, por el idioma, pero la verdadera convivencia comenzó el domingo, cuando él se marcho.
Con Assanatou y Maren Ly siempre pendientes de mí, empecé a integrarme en sus vidas, las mujeres muy agradecidas por la ayuda recibida, trabajan sin descanso. Por la mañana van a regar la huerta, con esos bidones que yo ni siquiera puedo mover, antes de que apriete el calor, después a preparar la comida para después de comer, ir a transformar el pan de mono, hasta que vuelve a caer el calor para volver a regar la huerta, antes de preparar la cena de esas grandes familias, en las que me han integrado, dándome de comer y cenar todos los días. Todo esto sin perder la sonrisa en ningún momento.
GRACIAS a, Assanatou, Maren Ly, el señor Karim y a Diagne, todos me han hecho sentirme parte de sus familias, haciéndome un hueco alrededor de la comida, sin recibir nada a cambio. YARAMA.
En todos los sitios visitados, el recibimiento ha sido muy bueno y se han mostrado tremendamente agradecidos por las ayudas recibidas.
Espero volver, sin que esta vez pase tanto tiempo, a esa choza que José María bien describe como un hotel de cinco estrellas , y con la moto que hará mas fácil el desplazamiento por la zona, si el gasoil llega y la luz deja que las gasolineras reposten. Otra vez YARAMA, a todos los que me habéis permitido vivir esta experiencia.
Una de las experiencias mas duras de nuestra reciente misión sanitaria ha sido el tratamiento de los tres casos de especial gravedad que nos hemos encontrado en la primera parte de la misión en el País Bassari.
El primer caso era el de una niña afectada de una meningitis complicada con malaria. Después de tratarla con los medios de los que disponíamos, me encargué personalmente de acercarla al hospital de Kedougou, aprovechando una visita que teníamos programada con el Director de dicho hospital para contarle el objetivo de nuestra misión.
Al llegar dejamos a la niña en manos de los servicios de urgencia, interesándose personalmente el Director de hospital en el caso. Le dimos una pequeña cantidad a la familia para que pudiera pagar los gastos de entrada en el hospital y como ayuda para su estancia en Kedougou.
Por la tarde se nos presentó otro caso de especial gravedad, en este caso una desnutrición severa en un niño que era pura piel y huesos. De nuevo tratamos al niño con lo que llevábamos y organizamos el traslado del niño y la madre al hospital en una ambulancia local. Advertido por el enfermero de que la familia era de una extraordinaria pobreza le dimos también una cantidad de dinero, en esta ocasión más importante.
Nuestra decepción fue cuando al día siguiente fuimos a dar una vuelta por Kedougou y aprovechamos para ver como andaban los niños. Allí nos encontramos con la desagradable sorpresa de que ambos estaban prácticamente abandonados a su suerte, en este caso, a lo que sería una muerte segura. La razón era que las dos familias carecían de medios para comprar la medicación necesaria para el tratamiento de los niños y sin dicha medicación el hospital no proporciona ningún tratamiento. La primera familia porque el dinero que les habíamos dado no llegaba para ello y la segunda, porque la mayor parte del mismo la había tenido que dar para pagar la ambulancia que nosotros pensamos que era gratis. Lógicamente nos dirigimos a la farmacia para comprar la medicación necesaria y la llevamos al hospital para que pudieran tener el adecuado tratamiento.
Nosotros habíamos contado ingenuamente con una atención hospitalaria a la europea y que una vez que los niños entraban en el hospital ya todo estaba resuelto. Sin embargo la realidad en África no es ni mucho menos así, los hospitales no tienen prácticamente ningún tipo de medios y si los pacientes no pueden pagarse el tratamiento no hay nada que hacer.
Al día siguiente en Dindefelo se nos presentó un nuevo caso de desnutrición severa. En esta ocasión ya estábamos más preparados, sabíamos de que iba el asunto. Así que aguantamos al niño los dos días que estuvimos en Dindefelo con nosotros proporcionándole nuestros mejores cuidados, y cuando nos marchamos pagamos un sept places para su traslado y le dimos dinero a la madre para pagar la medicación.
El coste final de los tres casos ascendió a la astronómica cifra de 90.000 CFA, o sea unos 135 euros, o sea unos 45 euros por niño. ¿Es ésto lo que cuesta salvar una vida en África?
Pero quizás esa pregunta tan dura, en el sentido de que esos 45 euros nosotros los malgastamos casi todos los días, no es la peor. Hay otras: Si en apenas 4 días de nuestra misión sanitaria hemos detectado 3 casos de muerte segura, no podemos confiar en que haya sido una casualidad, entonces: ¿Qué pasa los otros 361 días del año?¿Cuantas muertes perfectamente evitables ocurren?¿Cuantas en lugares que todavía están mucho peor organizados y con menos medios que el extremo sureste del Senegal?....No sé si queremos saber la respuesta.
Una de mis grandes pasiones en esta vida es viajar, y a ello le dedico gran parte de mi dinero y tiempo libre desde que soy independiente económicamente (hace unos 7 años apro-ximadamente).
Desde el principio, he ido programando mis viajes en función de mis posibilidades económicas y de lo que me apetecía ver en cada momento. Primero fueron nuestros vecinos europeos, después, destinos cada vez más exóticos (antigua Yugoslavia, antigua URSS, Turquía, Oriente Medio, Norte de África, India, Península del Sureste Asiático…).
En 2012, mi gran ilusión era visitar un mundo nuevo y desconocido para mí: el África negra. Tanteo varios países, pero el alto precio en algunos casos (Kenia y Tanzania), la lejanía en otros (Sudáfrica) y la inestabilidad política en otros (Congo, Costa de Marfil) me hacen llegar a la conclusión de que Senegal es el destino ideal (a 4 horas y media de España, con vuelo directo, sin necesidad de visado…).
Recién llegado de allí, puedo decir que Senegal ha cubierto mis expectativas en todo lo que suelo buscar en un viaje (paisajes urbanos y rurales que merezcan la pena, costumbres locales diferentes, aprendizaje sobre aspectos propios del país visitado…), pero puedo asegurar también, sin temor a equivocarme, que ha sido el viaje con un componente humano más fuerte e interesante de todos cuantos he realizado.
Y esto ha sido así por dos motivos fundamentales: 1) La propia hospitalidad y forma de ser de la gente allí (la famosa “teranga”), y 2) Algunas actividades de carácter social que hemos llevado a cabo durante nuestra estancia allí, gracias a nuestros guías Demba y Ambroise y a su colaboración con la asociación Yakaar África. Entre otras cosas, hemos visitado escuelas y colegios para repartir material escolar enviado por la asociación desde España, y hemos podido comprobar la tremenda ayuda que suponen iniciativas similares para desarrollar un aspecto tan importante como la educación en un país en vías de desarrollo.
Definitivamente, el África negra me ha conquistado en este primer contacto. La gente, su forma de vida, su alegría, su interés por el extranjero… Llegar a un poblado pequeño es toda una experiencia, pronto te ves rodeado de una veintena de niños que se acercan a ti para tocar tu piel blanca, saludarte, darte la mano o juguetear un rato. Rara vez piden dinero, rara vez intentan vender algo… ¡¡Qué diferente a lo que ocurre en otro buen número de países en vías de desarrollo!!
ayuda al desarrollo, incluso de las organizaciones “profesionales” y con estructura. Yakaar me parecía una aventura de gente amateur.
Y de vuelta tengo que decir que he vivido momentos de calor, de sentir el contacto personal. Ves cómo las ayudas se plasman en proyectos concretos, se palpan. Discutibles, sí, ¿pero por quién?
Recuerdo las hileras de la huerta de Bandafassi, el taller de mermeladas, la recogida de basura en Carabane. Y será difícil olvidar la “presentación” de los niños de Hitu.
En el debe, siguen los problemas. Aquella niña que me cuestionó el reparto de bicicletas. Yo que iba de espectador, en burbuja, difícilmente podía explicarle a una criatura de menos de diez años que la entrega correspondía a ciertos criterios, válidos o no.
Lugares con encanto:
•la oración vespertina del camellero en las dunas de Lompoul, con la tenue luz del atardecer
•la cascada de Dindefelo, y el baño solitario.
•el poblado ancestral, neolítico de Iwol
•la magia de los bailes de los mandingas, una auténtica celebración festiva grabada aún en las retinas.
Ah!, y el problema que surgió de reubicación hotelera, que nos permitió efectuar una excursión por la variopinta y escasa infraestructura hostelera de la zona bassarí.
Lo sentía desde hace tiempo como una necesidad, como algo pendiente, algo que en su momento no pudo ser, pero sabía que ya había llegado el momento de intentarlo. Porque este viaje de diciembre de 2011 tendría que haberlo hecho en diciembre de 2008, pero en esos días todo mi mundo se descompuso y dejé a José María y a su familia colgados. Generosos, como siempre, lo comprendieron.
Por fin he tenido claro que, casi con toda seguridad, no me iba a afectar el hecho de recorrer sitios ya visitados en 2007 y volver a sentir de cerca ese país y esa maravillosa gente. Gente que engancha, con la que querrías estar siempre.
Y ha sido mucho mejor de lo esperado. Lo primero por la compañía, un grupo en el que había caras nuevas y desconocidas, pero que han resultado unos estupendos compañeros de viaje y gente muy entrañable. Claro que, viniendo de la mano de José María, no podía ser de otra manera. Además, para mi era especialmente grato contar a mi lado con la presencia de Manuel, que no sabía por qué estaba allí y qué demonios se le había perdido a él en Senegal, pero allí estaba, y no creo que nunca sepa cuánto se lo he agradecido: gracias a él, no ha habido fantasmas del pasado que recordar ni añorar. Eso ha sido muy importante para mí. Y sobre todo, el reencuentro con la realidad de una gente que hace que te sientas bien solo con mirarte, con sonreírte.
Parece que todo el tiempo te están dando la bienvenida, por algo es el país de la Teranga. Algo de mágico tiene el estar allí que hace que las personas se comporten de forma diferente a lo habitual, y suele ser para mejor.
De repente, alguien que en España no mira a los niños ni por casualidad, se encuentra soportando en sus brazos a un bebito encantador de pocos meses y parece que lo hace con soltura y agrado, hasta parece que casi se le cae la baba. En otro momento, te encuentras bailando con los sones más rítmicos que pudieras imaginar, dando zancadas y tumbos, haciendo escorzos inimaginables en tu tierra, y todo ello con suma naturalidad, sintiéndote muy bien. La sonrisa de los senegaleses se contagia y su forma de aceptar la vida siempre en positivo; si no hay posibilidad de llegar a comer a un restaurante como estaba previsto, todos tan contentos sentados en el suelo debajo de un árbol, con un pedazo de pan y chorizo, eso si: ¡qué chorizo¡.
Hasta las rivalidades futboleras entre los partidarios del Madrid y del Barcelona parece que se suavizan, es toda una experiencia ver uno de estos “clásicos” en un bar de pueblo abarrotado de senegaleses que vibran con cada jugada y que te ceden su sitio con una amabilidad ya en desuso en nuestro país. En otro momento, un chico de diez años se ofrece a llevarte la mochila porque te ve, supongo, viejita y floja para cargar con ella y te da la mano en los pasos más difíciles, como si fuera tu ángel de la guarda. Esos gestos y tantos otros resultan inolvidables. Es tanto lo que te traes de ese viaje, que por mucho que intentemos hacer cosas desde Yakaar, nunca se logrará un balance justo.
Hay quien pensará que los acomodados y aburridos españolitos de clase media sólo buscamos nuestra propia satisfacción personal con este tipo de iniciativas, mezcla de cooperación y turismo de aventura. No niego que en parte pueda ser así, pero también pienso que por muy poco que hagamos, ya vale la pena sólo por arrancar la sonrisa de un niño o por facilitarles un poquito su vida. Mi gente más próxima, a mi regreso, me decía que se me veía muy bien, pletórica dijo mi jefe siempre tan serio, pero es que era así, he vuelto del viaje muy reconfortada conmigo misma. Yo pienso volver y a los que aún no han ido, se lo recomiendo vivamente.
Este es Omar, tiene 8 años y me confieso enamorada de él des-de el día en que lo conocí. Fue en un poblado de las afueras de Thies, pero podía haber sido en cualquier rincón de Senegal pues es el fiel reflejo de un niño senegalés. Mirada transparente, sonrisa incesante, ojos que brillan ante la curiosidad que supone el objetivo de una cámara y de la toubab que intenta enfocar.
Senegal está lleno de niños, salen de cada rincón, se pasan el día jugando; no hay tele, no hay PlayStation ni internet pero hay balones de trapo, hay tierra para revolcarse, haysonrisas, cantos y bailes…hay vida!!!. Verlos arremolinándose a mi alrededor, queriendo tocarme y besarme, sentarse en mis rodillas y que les haga reír hace que me quede embobada entre tanta inocencia y ternura, no puedo evitar pensar: ¿donde están estos niños en mi tierra?
Pasamos la tarde jugando al pañuelo y al pilla-pilla, es curioso como, sin hablar el mismo idioma, los gestos pueden sustituir a las palabras y la facilidad con la que un niño senegalés se entrega a ti, te abre su mundo de pequeños sueños y te invita a que vuelvas a ser niño tu también…..tan solo esa tarde hizo que mi viaje a Senegal hubiera ya merecido la pena, y os aseguro que fue solo la primera de miles de anécdotas que llegaron esos días y que aún que-dan por llegar, pues sin duda alguna, el país de las sonrisas, de la música, la danza y el color te invita a repetir
Los viajes a Senegal tienen muchos momentos diferentes, unos son divertidos, otros te emocionan, pero ninguno te deja indiferente. En este pequeño relato voy tratar de resumir mis momentos de este viaje.
En Berr, Mussamba nos invita a su casa, nos mete en una habitación donde hay….nada, aparte de una televisión pequeñita que brama cánticos religiosos y nos invita a unas litronas de Fanta, es nuestro primer contacto con el Senegal auténtico.
Llegamos al campamento de Ocean y Savanne. Por la noche Amadí, Demba y el personal del campamento nos preparan los tres tés senegaleses, el primero amargo como la muerte, el segundo dulce como la vida, el tercero meloso como el amor. Y de paso se marcan unos ritmos increíbles al djembe al mismo tiempo que consiguen que todos nos pongamos a bailar.
Bajamos del coche, de pronto un niño vestido casi con harapos se echa en mis brazos. Ya no me lo despegaría en toda mi corta visita. Es negro pero parece blanco. El cuerpo lleno de manchas negras, como si le quedaran restos de su verdadero color, pero en realidad son costras de quemaduras del sol. Su hermano pequeño, todo lo contrario, se refugia temeroso en brazos de su madre. Se nos hace un nudo en la garganta. !Ambrosio! ¿como no nos has avisado de esto? Sólo podemos darles alguna crema, chucherías y un poquitín de cariño, a todas luces insuficiente.
Estamos en Bandafassi, Marene nos recibe en su casa. Nos pide por favor que los voluntarios no se queden en el campa- mento que quieren que convivan con ellos, que ellos les hacen una cabaña pero que se queden allí en el pueblo, para que puedan disfrutar todos juntos. Toda una declaración de amor, Marene, siempre consigues emocionarme.
No tenía muchas ganas de ir a la isla de Djoudj pero los pelícanos y cormoranes se encargaron de demostrarme que estaba equivocado Nunca veré una demostración de acrobacia aérea mas espeluznante. Nos pasaban por todos lados a unas velocidades increíbles y con una precisión milimé-trica. !Qué gran espectáculo!
Estamos en la entrega de bicicletas en el Liceo de Bandafassi: “Chicas colocaros para la foto”. Desban-dada general. Pero ¿Qué pasa?. Respuesta: “No querrás que nos pongamos al lado de la profesora de español que nos saca la cabeza, está como un tren y encima parece que se ha vestido para una boda, pareceríamos unas traperas”. Me pregunto: ¿irá siempre a clase tan arregladita? o ¿cómo ha podido adivinar que hoy habría un acontecimiento en el Liceo?
Me encuentro con Arouna, le falta tiempo para abrazarme, me rodea con sus brazos por la cintura y apoya su “cabecita loca” contra mi pecho, mientras me llama papa. Me desarma, no sé si besarle en la coronilla o quedarme como un pasma-rote mientras se me caen unos lagrimones. Los abrazos sene-galeses son diferentes a los españoles, no tratan de aho-garte tipo oso, ni de desatra-gantarte a base de palmadas, ni de quitarte la mugre a base de frotarte brazos o espalda. Son como los abrazos de un hijo… si alguna vez nos abrazá-ramos con nuestros hijos, yo les llamaría los abrazos tiernos.
Estamos en Dindefelo. Las mujeres vienen a la reunión con sus niños, los mismos con los que van a trabajar a los campos o hacen las labores domésticas. Yo le echo el ojo a uno vestidito de rojo y según acaba la reunión me lanzo a cogerle en brazos. ¿Porqué los niños senegaleses no lloran nunca? Tampoco sonríen, te miran con una carita de ligera extrañeza pero se quedan tranquilitos dejándote una sensación inmensa de paz y felicidad.
Llegamos a Baficán. He vivido ya cuatro veces el mismo recibi-miento y me sigue emocionando como el primer día. Mucho más en esta ocasión con todo el pueblo vestido con camisetas blancas que nos agradecen la ayuda prestada al pueblo. En el centro del poblado tienen una gran pancarta con el mismo lema. Nos imponen a mi mujer y a mi los vestidos típicos de la zona, que , por cierto, dan un calorcito….Creo que no he dejado ni un mo-mento de dar palmas como un idiota, salgo en todas las fotos y videos así, pero no me he dado cuenta, ni, por supuesto, me importa. Quizás me he sentido Mr. Marshall por un día.
Las fiesta diola que nos monta todo el pueblo de Carabane es alucinante. Yo creía que con la boda de Marc y Judit lo había visto todo, pero es completamente diferente. Todavía no se me ha olvidado aquella maravillosa música suave de la boda, pero esta es también magnifica, mas enérgica, todo ritmo. Al día siguiente en el Hotel de Kabrousse hay fiesta diola, unos 20 bailarines y músicos no merecen ni una mirada despectiva por nuestra arte, comparado con…..
Llegamos a la escuela de Hitu. Juan se adelanta y entra, sale escopetado: ‘daos prisa chicas, no os vais a creer lo que hay aquí dentro.’ ¿Qué había? Sólo treinta pequeños senegalesitos. ¿Qué hicimos? Nada, jugar al corro de la patata. Pero…para muchos fue el mejor momento del viaje.
Lo siento por los socios de Yakaar que son del Barca, pero mi amigo Paulino es del Madrid, a muerte, cuando llegamos a Elinkine, justo antes de la debacle madridista, me ve abrazarme con mi amigo Celestino, felizmente vestido con su camiseta azulgrana. Reacciona a lo grande, ni un reproche, le compra el equipo completo del Madrid. Yo la próxima vez te traigo el del Atleti, que aquí no se vende. Animo Celes! A este paso te vas a hacer con el ajuar completo de la 1ª División española.
Demba se equivoca con las reservas justo en el sitio donde esa equivocación no tiene remedio. A partir de ese momento trabaja calladamente para compensarnos hacien-do que todo salga perfecto. Yo, que estoy al tanto de que nos va a dar una explica-ción, me sorprendo de cómo consigue transformar ese momento duro de pedir disculpas en una pequeña fiesta en la que hasta los más ‘duros’ de nuestro grupo participan. Chapeau de nuevo Demba y gracias a ti y a todos los Demba tours boys
Creo que tendría momentos para llenar varios boletines más, pero vamos a dejarlo aquí, por ahora….